Capitulo 33 (Dul)

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Suspiré aliviada cuando observé por encima de mis lentes como Ucker y Poncho se marchaban hacia el lado contrario al que se encontraba el pobre Eric, quien todavía miraba a Poncho como si fuera un francotirador apuntándole a la cabeza.


Me coloqué los lentes de nuevo, esperando poder disfrutar aunque solo fuera de dos minutos de tranquilidad, cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado. Sin molestarme a sentarme, alcé la mirada por encima de los lentes un momento y vi como Aarón me observaba con cierta vacilación.


- ¿Le diste cinco minutos a tu guarura? - me preguntó con cierto fastidio mientras se sentaba a mi lado.


- No, diez – respondí de buen humor, sin ganas de pelearme con él.


- Qué bueno, así tengo chance de hablar contigo – dijo con un tono más relajado, aunque en ese momento la que se tensó fui yo.


-¿Hablar de qué? - pregunté para ganar tiempo, en lo que me incorporaba hasta quedar sentada a su lado.


- No sé porqué, pero me da la impresión de que ya sabes... - le dio un poco de suspenso a la cosa.


- Aarón, ¿viniste para jugar a las adivinanzas? - me impacienté.


- No, claro que no – negó mirándome de repente muy serio, era algo así como si me fuera a matar o me fuera a pedir que me casara con él.


- ¿Entonces? - lo apremié.


- Dul, me gustas – escupió al fin.


- Tú también me gustas a mi, ya lo sabes – reconocí. No estaba enamorada de él ni mucho menos, pero era una tontería no admitir que me caía muy bien y que aparte, me atraía físicamente. Ay benditas hormonas...


- Si lo sé, lo que no se es... hasta que punto – dudó un momento – es decir...


- Aarón, por favor no lo estropees – le pedí con un hilo de voz.


- ¿Qué? - preguntó con cara de confusión.


- Somos amigos, nos la pasamos bien juntos, no quieras ir a más, no empieces algo que sabes que no podremos terminar – le pedí con tono amable. No quería herir cualesquiera que fueran los sentimientos que tenía hacia mí, pero...


- Dul, no perdemos nada por intentarlo – contestó con tono de ruego llevando una mano a mi cara. Tomé su mano con la mano que no tenía vendada y la acaricié con cariño.


- Claro que perdemos Aarón... ¿cuanto podríamos durar? Dos semanas, tres... - le vi la intención de interrumpirme y continué hablando – sería solo una relación fugaz, un amor de verano si así quieres decirle... ¿merece la pena sacrificar una amistad de tantos años por una simple atracción pasajera?


- ¿Por qué estás tan segura de que no resultará? - me preguntó con cierta ofensa en su voz.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora