Capítulo 5.-

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Narra David De María

Aprovecho que me estoy amarrando los cordones de los zapatos y me levanto, la llevo hacia el poste de hormigón, tomo su cara entre mis manos y uno mis labios a los suyos y una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, al principio Alondra se queda inmóvil, sorprendida por mi ataque, mientras la besaba lento y despacio, noté enseguida su falta de experiencia, lo cual lejos de molestarme me encantó, ser yo quién le regalara su primer beso de verdad.

Así que mientras acariciaba con mis labios sutilmente los de ella, la acercaba más a mí, haciendo que mi corazón latiera desbocado dentro de mi pecho, pronto responde a mi beso y coloca sus brazos en mi cuello, esa acción casi provoca que me volviera loco, su tacto era como llamas ardientes sobre mi piel, jamás había sentido algo así.

No soy capaz de querer terminar el beso, poco a poco mientras transcurría, mi lengua se abría paso dentro de su boca notando entonces el momento exacto en el que ella se volvía totalmente loca, entonces la tomé de la cintura y la pegué más a mí, sin separarnos ni un milímetro, quiero seguir saboreando sus labios, seguir a esa lengua que juega con la mía, cuando de pronto se desató un vendaval del demonio que hizo que nos separáramos y que termináramos con ese beso de novela que nos estábamos dando.

Ella se quejó enseguida que algo le cayó en uno de sus hermosos ojos, me dispuse a ver que le pasaba y automáticamente se alejó colocando sus manos en su rostro.

-Déjame ver.

Quise ayudarla pero no me dejaba hasta que se dio por vencida y entonces me permitió acercarme y ayudarle a sacar una basura que se le había metido al ojo, le coloque un mechón de pelo detrás de la oreja, se veía tan tierna que quería besarla otra vez.

Después de eso seguimos caminando, yo quería disculparme por lo del beso, pero al mismo tiempo no quería hacerlo. Decidí esperar un poco para que ella iniciara a decirme algo o aunque fuera a reclamarme por el beso, pero al permanecer callada, fui yo quién la abordó nuevamente.

-Alondra, ¿Estás bien? Si ya te has cansado de caminar, puedo llamar a mi mamá para que nos mande un taxi, porque no veo que pase ninguno - Inicié a decirle - Gracias por aceptarme la invitación al café. Ha sido maravilloso.

Quise expresarle todo mi sentir, sé que era pronto para hablar de algún sentimiento, le daría chance de que pudiera descifrar lo que nos estaba pasando, porque no era solo yo el que había sentido la atracción que teníamos. Intenté tomarla de la mano y no me lo permitió

- ¿Sólo por aceptarte la invitación?, no pues de nada. Ya te la has cobrado bien y con creces con ese beso que me has dado - Respondió ella sin bajar la guardia - En lo que a mí respecta espero no volver a verte más en lo que me quede de vida.

Estaba reacia a aceptar la química que se había desatado entre los dos, después de haber correspondido al beso, ya no podía negarlo, ella estaba consciente de lo que había sucedido.

-Yo no estaría tan seguro, todo apunta a que nos veremos nuevamente y no sólo eso. Tú vas a ser mía y después de lo que pasó mientras te besaba es un aviso del destino que así será. Cuando besas a alguien y se desata un vendaval es porque eso se convertirá en amor de verdad - Aseguré poniéndola nerviosa - Así que ¿Me vas a decir la hora en la que mañana pasaré por ti para ir a cenar o quieres que lo discuta con tu padre?

Eso había sonado a amenaza, pero no me importaba con tal de volverla a ver. No quería perder esa oportunidad que me estaba dando la vida.

-No de eso nada. Está bien y sólo porque no quiero ir a una estúpida boda familiar, mañana saldré contigo, pero te advierto que será la última vez que te pienso ver ¿Ha quedado claro? - Manifestó muy nerviosa - Así que más te vale que no te hagas más ilusiones, españolito. Pasa por mi mañana a las 7 pm.

La oportunidad se me presentaba en bandeja de plata y claro que la aceptaba, no fallaría por nada del mundo, me gustaba y me gustaba mucho.

-Vale preciosa, ahí estaré puntual por ti - Le sonreí y la dejé en silencio nuevamente.

Seguimos caminando y pronto llegamos a su casa. Nos despedimos en la acera solo de palabra pues ella ni la mano me dio, entonces esperé a que entrara a su casa y después me retiré caminando por las oscuras calles, hasta que pasó un taxi destinado para mí, ya que iba totalmente desocupado. Me subí y me fui con rumbo a casa de mi madre, dónde vivía y mientras pasaba el camino en el taxi, pensaba mucho en esa hermosa mujer.

Nunca había conocido a nadie como ella, nadie me había dicho ninguna mala palabra desde que tengo memoria, nadie se había reído de mí, nadie me había encantado tanto como para besarla en una primera cita y nadie me había tocado que fuera tan inexperta y tan inocente para mí, podía recordar como si lo estuviera volviendo a sentir como sus labios temblaron en cuanto los rocé con los míos y cómo entreabría la boca temblando y estremeciéndose mientras la besaba.

Me transporté de nuevo a ese momento que no noté cuando el taxi se detuvo, hasta que el taxista me lo indicó, entonces pagué disculpándome apenado de no prestarle atención al taxista. Entré a mi casa, esperando subir de inmediato a mi recámara, pero no contaba con que mi madre estaría esperándome para saber detalles, a ella no podía mentirle y seguramente quería saberlo todo.

-Y bien, supongo que has podido tranquilizar a la chica o no vendrías sonrojado, desfajado y sin chamarra, ni reloj - Me analizó mi madre en milésimas de segundo - Eso es que te ha ido súper bien con esa chica.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora