Capítulo 145.-

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Narra David De María

Me dolió mucho decirle aquella madrugada esas palabras, tan fuertes a Alondra, la amaba demasiado pero estaba dolido, lastimado, cabreado y con ganas de mandar, todo al mismo infierno, no era justo eso de ninguna manera para mí, lo que acababa de pasar con Alondra. Ella se quedó llorando tirada en el suelo de la sala rogándome, pero no iba a ser yo, quién la levantara. Ella se había buscado todo esto y tenía que sufrir ahora, tal como hacía un rato estaba sufriendo yo.
–Buenas noches madre, gracias por ir a exponerte, saliendo al bosque a buscar a esta desgraciada – Le dije a mi madre – Que descanses, madre.
–Tú también descansa hijo, duerme y mañana verás con más claridad las cosas.
–Gracias, hasta en un rato madre. – Me despedí, solo de ella.
Subí a mí recámara, la que cerré con todos los seguros posibles. No tenía ganas de pasar ni esa, ni ninguna noche más con Alondra. Me metí en la cama con todo y la ropa puesta, estaba agotado en lo físico, pero más en lo emocional. No podía creer como había sido ella tan estúpida y mandar todo lo que teníamos, por la tubería. Trataba y trataba de dormir pero no podía y toda la madrugada o al menos mientras me dejaba llevar por el sueño, la estaba escuchando llorar, lo cual me daba igual.
Ese mismo día más tarde, cuando me despertó la luz del sol, me di una ducha para que me relajara y bajé a la sala y ahí encontré a mi madre. No me importaba, donde había pasado la noche Alondra. Y si no estaba en la casa, mucho mejor para mí.
–Buenos días madre, ¿Pudiste descansar algo? Lamento todos los problemas que te he causado, ahora veo que siempre tuviste razón en todo, hasta ahora que has errado en aceptar a Alondra, ha salido peor que Dolores y peor que todas, las que tú llamabas lagartonas.
–Buenos días hijo, te pido por favor, que te tranquilices ¿Pudiste tú dormir algo? A juzgar por tu cara y sobre todo por tu humor, creo que no.
–No, casi no pude dormir y todo es culpa de esa desgraciada. Alondra es una cualquiera, madre y ya no quiero tener nada que ver con ella. Es más sí hoy mismo quieres volver a Morelia, lo haremos yo no tengo inconveniente, porque apenas lleguemos, quiero que ella se largue a su casa.
Estaba hablando por la herida, que me habia causado presenciar su bajeza, me la había pasado dando vueltas en la cama, por culpa de esa mujer sin principios.
–De hecho, eso así será. Pero nos iremos en una semana David, he hablado con el padre de Alondra y Petra ha vuelto a Morelia, pero volverá a irse en 4 días a un viaje largo a Estados Unidos, tiene una familiar enferma que la necesita – Me informaba mi madre – Apenas lleguemos a Morelia, dejaremos a Alondra en su casa, como debe ser. Además su padre la extraña y quiere tener a su hija en casa, aprovechando que no estará Petra.
–Qué bueno, ya deben estarla esperando, sus demás estúpidos en Morelia, como sus amiguitos que les hace las tareas y quién sabe cuántos más. Yo ya no la quiero, ella dejó de ser mi consentida, en el momento que la ví besarse con ese infeliz cantante de quinta naco que ni en su casa le conocen, odié ir a ese maldito evento, todo es culpa de la zorra de Lisa y del borracho de Andrés, no debimos verlos aquí, por su culpa todo se fue a la chingada – Yo estaba muy alterado y arrojé mi móvil al suelo ante el asombro de mi madre – Todas las viejas son unas putas, madre.
En ese momento, sentí un golpe duro y directo en mi mejilla, que hizo que volteara la cara. Mi madre aparte de todo, me había pegado. Esto sí que no me lo esperaba, nada más eso me faltaba que se pusiera de parte de la desgraciada e infiel de Alondra y si eso era así, yo no iba a perdonar a mi madre, nunca jamás.
–David, te callas ya – Me exigió mi madre – Me tienes harta, con tus tonterías. Ya madura de una buena vez. Entiendo que estés enojado, pero ni cuenta te das de a quién hieres con tus palabras, al hablar mal de las mujeres, me incluyes a mí también y no se te olvide que soy también mujer, además de ser tu madre.
Me había pasado de la raya al insultar a mi madre, al no medir mis palabas, pero era como me sentía en estos momentos con el sexo opuesto y no me fijaba en lo que decía.
–Lo siento madre, perdóname – Le dije arrepentido – Es que no sabes cómo me sentí de ver lo que vi y por eso no tengo nada más que pensar, lo mío con Alondra se ha acabado, no la quiero ver, ni pasar un minuto más cerca de ella.
No la quería volver a ver en mi vida, era la peor que me había encontrado y que mejor que hoy me daba cuenta, de la clase de mujer que era y no cuando fuera demasiado tarde. Ya no quería que formara parte de mi vida, ya todo lo habia arruinado.
–No te comportes así hijo, sé que la amas aunque estés dolido y lastimado. No justifico a Alondra, ni me puedo meter en su cabeza para darte una explicación sólida de lo que hizo, pero ella se arrepiente, lloro la pobrecita toda la noche y creo que ustedes tienen que hablar, pero no ahora. Estás muy alterado y deben estar bien tranquilos los dos.
No me quería tranquilizar, eso sería como si le estuviera diciendo que lo podía hacer todas las veces que quisiera, pero yo no iba a estar presente para verla, eso no estaba en mis planes, solo que se fuera de mi vista.
–No madre, no quiero verla y es en serio. – Le dije con determinación.

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