Narra Alondra Ferreyra
Las palabras de David eran las mismas que yo pensaba, en tan poco tiempo me estaba dando cuenta de lo importante que era para mí, sí, se podía pensar que estábamos apenas conociéndonos, pero al parecer eso no era relevante para lo que sentíamos el uno por el otro, lo miré a los ojos y supe que lo amaría por el resto de mi vida, esperando que él hiciera lo mismo.
–Está bien hijo, sólo es una opinión y tranquila, Alondra, no llores que aquí no pasa nada, como te estaba diciendo antes de que David nos interrumpiera, alguna vez tuve también 18 años y entonces hice muchas locuras por amor. Lo que les trato de decir, es que disfruten de cada momento que tengan juntos, porque lo único que no podrá volver atrás es el tiempo. Ahora que sí están seguros de que es así cómo quieren llevar esta relación, yo misma personalmente te acompañaré al ginecólogo Alondra – Comentó Carmen, poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba – Me imagino que no han cenado, ¿Quieren que les prepare algo?
Carmen supo desviar el tema, lo cual le agradecía, pues no sabía nada de las citas al ginecólogo, todo lo relacionado a esa cosas las sabia por las clases que había llevado en la escuela, ninguna de mis hermanas y mucho menos mi mamá, habían tenido la amabilidad de llevarme a ver a un ginecólogo cuando se me presentaron los problemas hormonales, pues ya había cumplido 16 años y aún no me había bajado el periodo y no podía consultárselo a nadie.
–No madre, no hemos cenado y lo que sea que tengas estará excelente para nosotros – Respondió David.
Yo permanecí callada todo ese tiempo y después nos sentamos a la mesa a cenar unas empanadas que nos dio Carmen con un café, yo no podía aún ni verla. Seguía apenada por la situación, pero traté de actuar con normalidad, para no echar más leña al fuego. Después de terminar de cenar, le dimos David y yo un repaso a lo de mi examen del día siguiente, mientras que Carmen estaba leyendo un libro en la sala.
David checó lo de mi ropa y ya que la secadora terminó su ciclo, él la planchó y la colgó en un gancho para que me la pudiera poner al día siguiente. Jamás había conocido a alguien que fuera tan perfeccionista en ese sentido. Pasó un rato más y subimos a dormir a la recámara de David y fue irónico pues en cuanto nos quedamos solos y al recordar todo lo que había pasado hacía unos momentos, no pudimos evitar morir de risa por la situación tan incómoda en la que fuimos descubiertos. Ya que se nos pasó el ataque de risa David, me abrazó y me consintió, me besó tiernamente y poco a poco subieron de nuevo los besos de intensidad, sólo que ésta vez antes de que algo ocurriera David, inexplicablemente se detuvo.
–Mi amor, ¿Pasa algo?, ¿Te arrepientes de lo que ha pasado hace rato? – Pedí una explicación enseguida, ya que me preocupaba su reacción – Porque yo no me arrepiento de nada.
–No mi vida, yo tampoco, pero pensando en lo que nos acaba de decir mi madre, quiero hacer las cosas bien y para eso tengo que hablar con tu padre y pedirle formalmente permiso para tener una relación contigo – Me explicó David a lo que yo no pude evitar reírme – Es en serio, mi princesa, tú no eres cualquier chica que se me cruza en el camino, eres mi consentida con la que quiero pasar cada segundo de mi vida, por siempre y para siempre.
–Lo siento amor, no fue mi intención reírme pero es que eso de los permisos para andar ya es del siglo pasado David, pero si así lo quieres hacer mañana puedo decirle a mi papá que nos veamos en algún lugar los tres, porque siéndote sincera no quiero que en eso esté presente mi madre.
A esa señora no le parecía nada de lo que yo hiciera o dijera y para evitar problemas, mejor que quedar fuera de esto, ella nada tenía que opinar de mi vida, ese derecho lo había perdido desde hace mucho tiempo, para siempre, como ella me trataba seria tratada, así que estaba descartada de la ecuación.
–Entiendo mi consentida, será todo como tú quieras pero por favor eso si te pido que me permitas hacer las cosas bien. Alondra, no sé tú, pero cómo he dicho hace rato, siento mucho por ti en tan poco tiempo, siento que te amo y que no tengo que conocerte más para saber que eres mi cielo azul, mi lluvia, mi sol, mi universo y mis constelaciones, mi amor y mi felicidad. Bendito el día que parte de tú corazón entró en mi vida – Dijo David abrazándome con mucha ternura, al tiempo que se deslizaba una lagrima por sus ojos – Me has cambiado la vida entera mi princesa.
–David, esto me da mucho miedo, porque yo no sé ni cómo me siento. Sólo sé que sólo quiero ser quién soy contigo y nadie más. Me has convertido en alguien que ni yo misma conocía pero que es una mejor versión de mí. Me da miedo estar soñando y despertar y darme cuenta que no estamos ni estaremos juntos, yo tengo muy mala suerte y nada me ha salido nunca bien – Le platiqué parte de mí, un poco abatida – Por eso siento que esto no está pasando de verdad, temo un día despertar y darme cuenta de que todo fue un sueño.
–Está pasando, tú más que nadie te mereces ser feliz y quiero ser yo quién saqué en ti, esa hermosa sonrisa que hace brillar más tus preciosos ojos, mi consentida – Me convenció él y después nos besamos transmitiéndonos todo lo que sentíamos, desde ese momento supe que estaría mucho tiempo a su lado.
David me abrazó y procedió con la fórmula que me había hecho dormir enseguida la noche anterior, acariciaba mi cabello hasta que pude conciliar el sueño.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...