Capítulo 73.-

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Narra David de María

Cada minuto que pasaba Alondra se iba poniendo peor y peor, no sabía qué hacer y me estaba matando verla desmayada, cada vez más inflamada de la cara, del cuello y se iba llenando de ronchas por todo el cuerpo. Mi madre al ver la gravedad de la situación se detuvo en el carril derecho en un tramo de la carretera dónde no invadíamos la circulación vehicular. No pasada nadie, estaba totalmente solo, pero teníamos que prever cualquier accidente.

Sacó su móvil y llamó al doctor de la familia y luego le llamamos también a mi padre quién es médico, para que nos dijeran que podíamos hacer. Ambos coincidieron en opiniones de administrarle un medicamento antihistamínico a mi princesa y afortunadamente mi madre era una mujer muy previsora que traía un botiquín en su auto. Encontró un jarabe, pero con mi princesa desmayada era imposible adminístrarlo.

Eso fue lo más difícil, pasó mucho tiempo hasta que Alondra reaccionó y como pudimos la hicimos ingerir el medicamento que le dio mi madre, el jarabe se lo tomó con un poco de dificultad, esperaba que eso mitigara su malestar y eso no daría tiempo a llegar a una clínica lo cual hicimos tan pronto llegamos a Valle de Bravo. Con la ayuda de GPS, la encontramos no muy lejos de la entrada. 

–David, ya estamos llegando a la clínica hijo – Me dijo mi madre – Bajaré para pedir que nos ayuden.

–No es necesario madre, yo la bajo en brazos. Nos urge que la atiendan, no quiero que le pase nada, así ganamos tiempo para que no vayas y vuelvas – Estaba muy nervioso y alterado – Quiero que nos digan lo que le provocó esa reacción alérgica terrible.

–Está bien hijo. Como quieras, lo importante ahora es que atiendan a Alondra.

Bajamos en la clínica de salud de Valle de Bravo y ahí nos pasaron con un doctor, que era el encargado del área de urgencias, con Alondra en brazos nos condujeron al consultorio.

–Doctor, buenas tardes. Por favor ayúdenos – Dije preocupado – Mi novia se ha puesto muy mal y al parecer le dio una reacción alérgica pero no sabemos a qué.

–Buenas tardes. Platíquenme con más calma, ¿Qué fue lo que ocurrió? – El doctor como era lógico quería saber detalles – Necesito saber lo más posible para poder ayudarlos.

–Buenas tardes doctor – Dijo mi madre – Ella estaba bien, habíamos comido pan, algo de botana, nada fuera de lo normal y un café pero de la nada comenzó a ponerse mal.

–De acuerdo, voy a revisarla y traten por favor de hacer memoria si ella tomó o estaba tomando algún tipo de medicamento. Todo es importante, esto según lo veo yo como médico se trata con toda seguridad de una alergia medicamentosa.

–Doctor, mi padre es médico y cuando esto pasó estábamos en medio de la carretera y nos dijo que si traíamos algún medicamento antihistamínico que se lo diéramos a mi novia con el fin de que aguantara sin ponerse peor hasta que la pudieran atender. Creo que sería lo único que tomó.

Pero esto no le había provocado la reacción, muy al contrario, vimos claramente cómo se fue notando su mejoría, así que ese medicamento quedaba descartado. 

–Aquí está lo que le di doctor – Mi madre le dio al médico el empaque del medicamento antihistamínico que le dimos – Desde que lo tomo, cedió la inflamación ya no siguió avanzando pero ella está muy mal.

El doctor guardó silencio y siguió revisando a Alondra, después una enfermera entró al consultorio y lo asistió. De pronto recordé lo de las pastillas anticonceptivas y que Alondra se la pensaba tomar en el camino. En alguna parte del auto debían estar.

–Madre, ¿Me puedes prestar las llaves del auto por favor?

–Claro hijo ¿Qué necesitas?

–Iré por algo al auto, en un momento regreso.

No quería dejar sola a mi muñequita, sé que sería cuidada por mi madre. Salí corriendo por el pasillo de la clínica hasta que llegué a nuestro auto, dónde bajé la cangurera de Alondra para buscar esas malditas pastillas que desde un principio no me dieron buen presentimiento y no las encontré. Seguí buscándolas hasta encontrar la caja con las pastillas en la chamarra de ella para darme cuenta que efectivamente había tomado una de ellas. 

Corrí de vuelta por todo el pasillo hasta regresar al consultorio. Al entrar de regreso, ya estaba otra doctora ahí mismo con el medico que atendía a Alondra.

–Recordé que tomó una de estas píldoras – Le entregué la caja al médico – Eso fue antes de que se sintiera mal.

–Tranquilo, joven. Con esto ya nos ha ayudado demasiado – Me dijo el médico – Vamos a ingresar a su novia aquí en la clínica para que la canalicen y le podamos controlar este episodio. Pueden esperar aquí o ir a la sala de espera.

–Doctor, ¿Ella se pondrá bien? Dígame que sí por favor.

Era desesperante, los doctores no decían nada en concreto y me estaba empezando a preocupar por si algo estaba resultando peor de lo que era.

–Claro que se pondrá bien. Ustedes mantengan la calma. La enfermera se quedará con ustedes para que le llenen unos datos de la información de la paciente.

–Gracias doctor, claro que sí – Respondió mi madre.

Le di un beso en su mano y otro en sus labios a mi princesa, antes de que se la llevaran y después de eso, al encontrarme sólo con mi madre ella sufrió la peor parte, saqué toda mi frustración, quería buscar un culpable.

–No lo puedo creer madre. Estamos aquí por tus ocurrencias y por tus ideas de llevar a Alondra a que le dieran esos anticonceptivos, si le llega a pasar algo sólo tú serás la culpable – Dije muy enojado – No confías en mí para cuidarla, ya estarás feliz de lo que has ocasionado.

–Hijo cálmate por favor. Lo que hice de llevarla al ginecólogo no tuvo absolutamente nada de malo, además como tú mismo debes de saber muy bien cualquier persona con una vida sexual activa debe de ir al ginecólogo, por control, por salud – Mi madre me abrazó y tuve otra crisis de llanto – Ella va a estar bien, le dimos el medicamento y afortunadamente aguantó para llegar y que la atendieran a tiempo.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora