Narra David De María
La señora, no dejaba de vociferar, cada vez parecía, que era poseída por el demonio, nos agredía a su antojo y eso hoy se tenía que acabar, no sabía cómo le iba a hacer, pero de esta no pasaba.
–Ya cállate Petra – Alondra gritó – No tienes por qué insultar ni a David, ni a Carmen, cuando la única persona, que es basura y que es indigna de que le pasen cosas buenas eres tú. Yo no vine por ti, vine por mi abuelita, quién si me interesa, no como tú, que no eres nadie para mí.
Mi princesa, se estaba defendiendo de la tiranía de Petra, que bueno que no se iba a seguir dejando insultar y maltratar de esa señora.
–Mira Alondra – Petra la miró con odio – No te quiero aquí, da la casualidad, que tu abuelita es mi madre y yo dejaré ordenes que no la veas, no sé ni como te enteraste, que está enferma cuando yo, nunca pedí que se te avisara.
–Yo se lo dije mamá – Dijo Anastasia – Alondra y mi abuelita se quieren mucho y pensé que, a mi abuelita, le haría bien, que Alondra viniera a verla. Lo siento, si no te parece, pero Alondra, pasará a verla. Acompáñame Alondra, por favor.
Mi madre y yo sonreímos y también Alondra, quién me dio un beso y se soltó de mis brazos, para ir a acompañar a su hermana Anastasia, cuando de repente, Petra, la jaló por el cabello con fuerza y la arrojó al piso, lo que me encendió de coraje y le di sin pensar, un puñetazo en la cara a Petra, ante el asombro de sus hijas, de mi madre y de todas las personas, que estaban en el hospital.
–Ya estuvo Petra – Dije fuera de control – A mi novia, no la vuelves a tocar. Eres una desgraciada y en serio que quisiera hacerte pedazos, te odio, como no tienes idea. Tú no mandas sobre Alondra, tú no eres y jamás has sido su madre ¿Quién te crees que eres? Desgraciada, loca.
Ya me tenía harto, porque cada que se presentaba Alondra en su presencia, lo único que hacía era agredirla tanto física, como psicológicamente. Era una madre basura, como le había dicho mi consentida.
–David, ya basta, hijo – Me calmó mi madre – No debiste portarte así. Sea como sea Petra es una mujer.
Yo ignoré lo dicho por mi madre, levanté a mi Alondra con cuidado del piso y la atraje a mis brazos, no la soltaría de nuevo, para que esa loca le hiciera daño de nuevo o yo, la acabaría en ese momento.
–Váyanse ya de aquí, no los quiero aquí – Gritó Petra – Lárgate David, con la zorra de tu novia y con la puta de tu madre.
Solté a Alondra entregándosela a mi madre y no me pude contener, aventé a Petra contra la pared y le propiné golpes en todo su cuerpo, especialmente en la cara, para que se tragara lo que dijo en contra de mi novia y no conforme con eso, la muy imbécil, se puso a insultar a mi madre. La odiaba con todas las fuerzas de mí ser.
Sentí que me quisieron apartar de Petra, pero no lo hice, esta mujer iba a pagar todas juntas, las que le había hecho a mi novia.
–David suelta a mi mamá por favor – Gritaban Anastasia y Griselda a mis espaldas, me tomaron de las manos – Ya basta, que la vas a matar.
La quería acabar para siempre, ella estaba pagando con creces, lo que había hecho durante años, aunque nadie hubiera hecho nada hasta ahora.
–Eso es lo que se merece, que alguien la acabe. Ella le ha hecho la vida miserable, a la mujer que amo y ahora ¿Quién se ha creído que es? Para insultar a mi madre, la odio con todo mi corazón.
Estaba fuera de mí, esa mujer tenía que haber cerrado su boca, desde hace mucho, lo que pasaba era, que no había encontrado a nadie que se le pusiera de frente y conmigo se iba a tener que medir, ese había sido la gota que derramó el vaso.
–Por favor mi amor – Alondra me abrazó por la espalda – David, me siento mal.
–Hijo, Alondra está mal – Decía mi madre – Por favor suelta a esta mujer.
Abracé a Alondra y sentí que estaba helada, no quise nunca hacerle daño presenciando esto, pero Petra, ya se había pasado y nadie nunca habla mal de ella, ni de mi madre, mucho menos estando yo presente. Petra quedó bañada en sangre y entonces, salimos, mi madre, Alondra y yo camino al auto, en el más absoluto de todos los silencios.
–David, me siento mal – Alondra lloró al subirnos al auto – No pude ver a mi abuelita, no debimos de venir, solo hemos venido, para que te metas en problemas.
A mí, no me importaba que haya salido golpeada, Petra, pues ya había estado bueno, que ella hiciera, lo que le diera la gana y que nadie la detuviera.
–David, hijo ¿En que pensaste cuando atacaste así a Petra? No quiero pensar en los problemas, que se nos van a venir encima, hijo – Dijo mi madre – Vamos a casa, ya no debemos, ni podemos estar aquí.
Nos fuimos a casa, no dije ya nada. Todo el camino fuimos en silencio, abracé a Alondra y cuando noté, que se había quedado dormida, quise platicar un poco con mi madre. Ella no me había educado así, pero Petra, me había provocado y había causado lo que pasó, no me arrepentía por nada, de haberle pegado. Fueran cuales fueran las consecuencias.
–Madre, lo siento mucho – Dije a mi madre – Alondra, está dormida y no escucha nada. No te preocupes, pero pese a todo no me arrepiento, de lo que le hice a Petra.
Ya había estado bueno, ella se lo había buscado, ella empezó con las agresiones hacía, Alondra, y yo no me iba a quedar de brazos cruzados, ni a aguantar una más y se la cumplí.
–David, es que no es que te arrepientas o no, hijo – Dijo mi madre – Conociendo a esa mujer, vas a tener problemas con la ley y eso no lo quiero, hijo ¿Por qué no pensaste antes de actuar?
Me había cegado la impotencia de ver que nadie hacía nada, que todos habían sido espectadores, de los abusos que había recibido Alondra de parte de su propia madre, sin tener como defenderse.
–Porque Petra viste como se puso, como atacó a Alondra y ya me cansé de ver, cómo le ha hecho daño toda la vida y se lo sigue haciendo y no soporto que nadie hable mal de ti, madre, eso sí que no.
–Hijo, no me importa lo que esa señora loca piense, pero lo que sí, es que tendremos que llamar a un abogado llegando a casa, porque esa mujer te va a denunciar, eso es seguro y tenemos que estar preparados.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...