Capítulo 35.-

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Narra Alondra Ferreyra

David y yo morimos de risa cuando Carmen, se manifestó diciéndonos que debíamos de salir a cenar, estábamos tan metidos en el beso que ignoramos ambos por completo que ella ahí estaba, es que nos consumíamos el uno al otro, olvidando por completo de todo a nuestro alrededor, pues solo teníamos ojos para nosotros mismos.

–Lo siento Carmen, por este comportamiento – Me disculpé con ella – También pienso que debemos de salir a cenar.

Pensé que un poco de distracción nos iba a servir a los dos, casi no podíamos estar solos, no pasaba un segundo en que no estuviéramos besándonos o acariciándonos.

–Madre, lo lamento yo también. Cuando estoy con Alondra pierdo la noción de todo – Se justificó David – Vamos a cenar a donde quieran.

–No pasa nada chicos. Ya que volvamos de cenar retoman sus tareas y lo que sea que estaban haciendo.

Mi cara comenzó a ponerse caliente de la vergüenza, de seguro estaba sonrojada hasta las orejas, que de por sí estaban rojas por las perforaciones y aunado a esto, estarían a reventar. 

–Carmen, que pena me da contigo. Lo digo en serio – Bajé mi cabeza demasiado avergonzada.

–No tienes que sentir pena, ni nada Alondra. David y tú están en una edad dónde suceden esas cosas pero todo con medida. No siempre se puede aunque estén en brama.

Lo tomé de la mano y salimos de una vez de ahí, David y yo moríamos de risa cada vez que Carmen mencionaba lo de que estábamos “En brama”. Salimos todos caminando rumbo al centro, para buscar un sitio para cenar. No nos decidíamos por ninguno y terminamos en una cenaduría un poco pequeña que a Carmen le pareció un buen lugar para cenar.

–Madre, creo que debimos ir a un restaurante mucho mejor – Dijo David una vez que nos sentamos en una mesa – Este lugar se ve de dudosa procedencia, además hay mucha gente.

Mi chico es muy especial para cenar o comer en cualquier lugar; sino le parece, le ve el lado malo a todo, pero yo creo y muchos dicen que en un lugar de comida, cuando hay mucha gente es porque la comida está bien preparada además de rica. 

–David, no siempre se puede cenar en un reservado en un lugar exclusivo. Además es un pueblo pequeño, deja de quejarte y disfruta el estar con las mujeres más especiales de tu vida, tú novia y tu madre.

Carmen tenía el don de ponerle un alto a sus quejas, me daba cuenta que a ella le hacía caso al instante, debería aprender de ella, David era bastante quejumbroso, pero me imaginaba que la costumbre de comer en sitios caros y lujosos era el resultado de eso.

–Está bien madre. Ya no opinaré nada negativo y por supuesto que me siento feliz y afortunado de estar con ustedes.

El cambio de conversación era lo mejor en estos casos, David me tomó de la mano y le dio un beso, eran sensaciones corriendo por todo lo largo de mi brazo, respiré profundo, llenándome de su toque.

–Mientras esperamos a que nos traigan la carta, mejor dime Alondra ¿Te ha gustado aquí Peña de Bernal? – Me preguntó Carmen – Espero que sí y que te sientas más despejada. Todos necesitamos tomar de vez en cuando un respiro.

La verdad, me sentía libre, como si fuera otra persona y no yo la que estaba aquí, era diferente a todo, ellos si me hacían sentir parte de una familia.

–Sí Carmen, me ha gustado mucho. Es la primera vez que vengo, de hecho fuimos con David a subir a la Peña.

–Qué bueno que te has llevado a este flojo, no todo es estar acostado viendo la televisión o con sus videojuegos – Reaccionó Carmen muy relajada – ¿Piensan salir esta noche?

–Claro que no madre. Tenemos que terminar nuestra tarea, mañana quiero meterme con Alondra a la alberca antes de que volvamos a Morelia – Respondió David.

–Me parece muy bien que ambos sean muy responsables en su educación. Es lo más importante que tienen que atender por ahora.

–Te concedo la razón Carmen y yo no puedo tener un promedio bajo. No puedo perder mi beca o se irían al diablo mis posibilidades de seguir en el Tec, yo no puedo pagarlo.

–Razón de más para que, valores tu educación Alondra.

En ese momento, nos fueron a llevar la carta y nos pusimos a revisar lo que había. Sentí algo vibrar en mis bolsillos, siento mi celular que indicaba que me estaba llamando Julio, uno de mis mejores amigos.

–Permiso, Carmen. Tengo que atender una llamada, pero vayan ordenando ustedes.

Dicho eso, me retiré a la salida del restaurante a tomar la llamada de Julio. Mi intuición me decía que no me llamaba para nada bueno.

–Hola Julio despreciado – Respondí riéndome de él como es costumbre entre nosotros – Que milagro que en fin de semana te acuerdas de mí.

–Hola Alondra, si soy despreciado pero será sólo por ti. El resto del público femenino me aclama.

–Dime ¿Quiénes? Que no las veo.

–Síguete burlando y ya verás cuando te vea. Te llamaba para recordarte que tienes que hacer nuestras tareas, la mía, la de Javy y dice Luis Miguel que si puedes hacer la de él también y que te paga el lunes.

–Claro, sí yo las hago las de todos. Pero Luis Miguel me tiene que pagar a como cobro las tareas normalmente, Javy y tú ya son mis clientes frecuentes.

–Te está escuchando. Estamos todos en el bar de siempre, deberías de venir un rato. Además tu madre ya ha perdido la esperanza de encontrarte después de revolver medio Morelia – Me dijo Julio – Todo el día lleva diciendo que te fugaste con el chico ese con el que andas.

–En cierta parte si lo hice. Escucha Julio, no puedo ir al bar. Estoy en Peña de Bernal con David y regresaremos mañana pero si les hago las tareas a ustedes tres sin problema. Eso sí un favor, no me pases más clientes para este fin que no me va a dar el tiempo.

–De acuerdo y nos debes una extensa y larga plática a Javier y a mí de tu relación con ese cuate. No nos dejarás por estar con él, tenemos una promesa claro en caso de que la recuerdes y que tanto amor no te borre la memoria.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora