Narra Alondra Ferreyra
Esa noche cenamos una deliciosa pizza en la cabaña, en compañía de Carmen y de su amiga Fina, que aunque era una señora que a veces era indiscreta y se pasaba de directa, para mi gusto me caía bien pues era muy buena gente y le gustaba ayudar en todo. La cena estuvo muy amena y después de cenar David y yo, nos levantamos para recoger la mesa y retirarnos a la cocina a lavar los trastes.
–Alondra, ¿Te ha gustado la cena, mi princesa? – Me preguntó mi David – Estuviste un poco callada ¿Qué pasó?
Me había fascinado, fácilmente con todo lo que sabía David de cocina, podría montar un restaurante internacional, todos los platillos que sabe hacer, son interesantes y de verdad, me gustaría aprender a cocinar de todo.
–Sí mi amor, me ha encantado. Es sólo lo que te dije, hace un rato y que me preocupa que Carmen siga molesta, siempre arruino todo – Respondí con tristeza – Lamento que, por mi culpa le quedaras mal a Lisa.
Tanto la atmosfera de tranquilidad, que se respiraba, como el planeado paseo, habían sido dañados por mi culpa, no me podía quedar quieta, en ningún lugar.
–No te preocupes Alondra, no creo que hubiera habido paseo nocturno, con este clima. Lloverá de nuevo y a ese paseo asisten demasiados turistas, no creo que nadie se arriesgue a exponer a la gente, a que les pase un accidente o algo peor en el bosque. No es seguro ahora, por el mal tiempo.
Bueno en eso tenía razón la lluvia no dejaría hacer nada, pero lo otro no lo podía negar, era una descuidada, como sólo yo podía ser.
–Sí David, eso lo entiendo pero tú lo dices para no hacerme, que me sienta peor, que por mi culpa no fuimos ni vimos a Lisa.
En ese momento Fina se apareció en la cocina, sin verla ninguno de nosotros y como era típico de ella, comenzó a dar su opinión al respecto. Parecía que tenía oídos, en todas partes.
–Lamento meterme en su conversación chicos, pero me pareció escucharlos hablar del paseo nocturno, a menos claro, que escuchara mal – Interrumpió Fina – Carmen, recibió una llamada y yo venía, a que me regalen más vino.
Al parecer no habia escuchado todo, me preocupaba que fuera a decirle a Carmen lo del plan, de ver a los chicos aun sin su consentimiento. Eso de verdad, sería el final de nuestros días, aquí en Valle de Bravo y todavía no conocía nada del pueblo.
–Enseguida Fina, permíteme tu copa – Le dijo David – Y sí, estábamos hablando del paseo nocturno. Alondra y yo teníamos planeado ir hoy, pero le decía, que con este clima debieron suspenderlo.
Lo entendía perfectamente, con lluvia, no se podían realizar ese tipo de eventos, porque era dejar que te mojara toda el agua de lluvia y te podías enfermar gravemente.
–Sí lo suspendieron, yo estoy en un grupo dónde nos anuncian todas las actividades, que hay en el pueblo todos los días y nos avisaron, que por mal tiempo se suspendían hoy y hasta nuevo aviso las actividades al aire libre – Dijo Fina – Pero no se preocupen, no se irán mañana de Valle de Bravo y tienen mucho tiempo para ir.
–En eso tienes razón Fina, sólo que Alondra se siente mal porque yo había quedado de verme con una amiga allá y como no fuimos, no será posible – Le explicó David – Pero ya habrá tiempo.
David lo decía normalmente, pero Carmen si Fina le llegaba a decir cualquier cosa, Lisa no era la única amiga a la que podía ir a visitar David. Bueno muy en el fondo preferiría, que fuera la única que conociera.
–Todo tiene solución Alondra – Me dijo Fina – Escucha chica, no te conozco mucho, pero me ha dado la impresión que ves las cosas muy oscuras siempre y a tú edad, todo lo deberías de ver de una mejor manera. Es un consejo que te doy, no te regaño ni mucho menos, pero el tiempo no perdona y entre mejor veas la vida y las cosas que pasan, mejor pasarás tus días, porque cuando menos acuerdes, ya estarás vieja como yo y te arrepentirás de no disfrutar tu vida y tu juventud.
Mucha gente me decía que era muy negativa y en eso tenían razón, yo siempre le veía el lado malo a cualquier situación.
–Tú no estás vieja, Fina – Le dije sinceramente – Te ves muy bien conservada y lo digo en serio, no solo porque me caes bien.
–Gracias Alondra, pero soy un tanto mayor que Carmen y no viví muchas cosas que debí a su tiempo, por eso les aconsejo que vivan su juventud pero de forma responsable y sana. Tengan amigos, salgan pero no se metan en problemas y disfruten mientras son estudiantes, que cuando tengan ya encima el compromiso del trabajo van a querer volver atrás el tiempo y es lo único que no podrán regresar.
–Aquí tienes el vino, Fina – Le dijo David – Mientras se desocupa mi madre, dinos ¿Qué hacías tú a nuestra edad aquí en Valle de Bravo? Recuerdo que le has contado a mi madre, que venías con tus padres desde chica.
–Tenía varias amigas aquí y las veía para irnos a remar al lago, para meternos a nadar. Jugábamos competencias de carreras, nos íbamos de campamento, al paseo nocturno que en aquel tiempo, no era tan bonito como ahora. Era un paseo corto de media hora y no abarcaba ir a la zona del lago y en los días que el clima no nos dejaba salir, nos poníamos a leer un libro en la cabaña de alguna de nosotras, teníamos una especie de club de lectura, jugábamos cartas o armábamos rompecabezas. Todo está en ser creativos.
–Gracias Fina, me has dado una idea – Le respondí yo – Espero que David acepte.
Mi cabeza trabaja a mil por horas y esto tenía que salirme bien.
–Bueno, yo ya les ayudé espero que les sirva de algo – Dijo Fina – Volveré a la sala con Carmen.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...