Capitulo 36.-

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Narra Alondra Ferreyra

–Claro que la recuerdo y la pienso cumplir. Siempre juntos los tres, dile a Javy que les contaré todo ya que nos veamos el lunes en el Tec. Por ahora, te tengo que dejar Julio, vine a cenar con David y con su mamá.

–Eso ya me huele a seriedad, cenando con mi suegra. ¡Wow! ¡No lo puedo creer! El lobo se ha convertido en una linda ovejita – Julio seguía riendo a carcajadas – Está bien, sólo usen condón porque no queremos sorpresitas, Alondra. Nos vemos el lunes y lo que necesites sabes que Javier y yo aquí estamos.

–Gracias por tus consejos constructivos, Julio, nos vemos el lunes.

Terminé la llamada con mi amigo y volví dentro con mi chico y con Carmen quienes ya habían ordenado por mí, lo cual me encantaba pues a mí no se me daba fácil lo de decidir.

–Alondra mi princesa, ya hemos pedido algo de cenar pero si no te gusta pedimos algo más lo que tú quieras – Me dijo mi príncipe.

–Lo que hayan ordenado estará bien para mí. Muchas gracias.

No tardaron en llevarnos la cena, eran antojitos mexicanos, había variedad de platillos. Cenamos tranquilamente y con calma y más tarde cuando ya terminamos nos fuimos de vuelta a casa de la amiga de Carmen, la caminata de regreso nos ayudó a hacer la digestión. Carmen se sentó en la sala un rato a leer uno de sus libros, mientras que David y yo nos pusimos enseguida a hacer la tarea. En mi caso tenía que hacer demasiada, la mía y la de mis amigos. Saqué mis cosas de mi mochila y me puse a ello.

–Mi princesa, ¿Puedo ayudarte con algo? Yo ya casi termino mis deberes – Se ofreció David – Se nota que tienes deberes para días.

–Me ayudas acompañándome mi amor, primero haré mi tarea y luego sigo con la de los demás –Dije como si nada – Es que hago la de mis amigos también.

–Eres muy buena amiga Alondra, aunque no creo que eso incluya que debas hacer los deberes de otros. 

–No son las cosas como crees mi amor, verás es que además de mis amigos, esto de las tareas es un negocio mío. Yo hago sus tareas y ellos me pagan, mis amigos ya son clientes de muchos años.

–Me has salido más inteligente que maja y mira que eres muy maja mi adorada Alondra.

–Gracias mi amor.

Carmen se levantó para ir a la cocina, David me dejó sola un momento para ir con su madre y yo seguí concentrada haciendo mi tarea la cuál terminé muy rápido, yo siempre estudiaba todo lo de cada clase que tenía diariamente y de ese modo siempre estaba al día en mis cosas de la escuela.

David volvió de la cocina con una jarra de una bebida que tenía trozos de algo dentro, Carmen se sentó a la mesa con nosotros y me ofrecieron de tomar.

–Alondra mi amor, ¿Gustas clericot? – Me preguntó David – Mi madre lo ha preparado y ha quedado delicioso.

–Claro que sí mi amor, a simple vista no vi lo que era. Espero que no me dé sueño, que aún no termino.

Respondí preocupada al darme cuenta lo mucho que me faltaba, pues claro, al aumentar un cliente más el trabajo se multiplicaba.

–David, ayúdale a Alondra con su tarea. Es demasiada – Comentó Carmen sorprendida – No terminará ella sola ni en toda la noche.

–Madre, su tarea ya la ha terminado. Esta es la de sus clientes que le pagan por hacer la tarea, pero ahora mismo le ayudo para que no termine tan tarde – Le dijo David a Carmen.

David me sirvió clericot, estuve tomando y avanzando con la tarea de los chicos. Carmen nos acompañó y más tarde decidí dejarlo ahí y nos fuimos todos a nuestras respectivas recámaras, yo solo pensaba en lo que pasaría una vez que entráramos a la habitación. 

Con tan solo entrar, David cerró la puerta detrás de nosotros y comenzó a besarme con un beso feroz, a lo que yo correspondí encantada y feliz, sintiéndome plenamente enamorada y con ganas de que mi chico me hiciera suya en ese preciso momento. Él me pegó a la pared e inmovilizó mis manos arriba de mi cabeza para besarme despacio desde mis labios, hasta mi cuello bajando los tirantes de mi blusa y sin dejarme que me moviera. 

Me sentía muy desesperada y él lo notó, entonces soltó mis manos y me quitó la blusa de inmediato, enseguida me cargó y me sentó en la mesa del tocador de la recámara, para seguir besándome y desesperándome. Él se deshizo de su camisa con urgencia y de su pantalón quedando únicamente en bóxer, después me bajó el mío y quedando ambos únicamente en ropa interior él se daba vuelo volviéndome loca sin hacerme suya todavía.

–David mi amor, ya por favor… hazme el amor – Susurré en su oído – Estoy muy desesperada, te deseo ahora.

–Calma preciosa. Relájate y disfruta.

Cerré los ojos y me dejé llevar en medio de besos y de caricias, sintiéndome más y más húmeda hasta que él finalmente me hizo justicia y se deshizo de mis bragas y de su bóxer para colocarse con urgencia el condón y entrar deliciosamente dentro de mí, cual cuchillo en la mantequilla. Agarra mi pierna derecha y la sube hasta su cintura, ambos gemimos, el contacto es más profundo, yo hago lo mismo con la otra pierna. 

El calor de nuestros cuerpos va en aumento, arqueo las caderas, quiero que llegue a donde nadie más lo ha hecho y dudo que encuentre a alguien que me haga sentir lo que él, con un solo de su toque logra. Se mueve rápido y preciso, entra con fuerza, hundo mis uñas en sus hombros, aprieto mis caderas, lo quiero retener un poco más, dejo salir su nombre de entre mis labios, estoy a punto de deshacerme en llamas. Entonces siento como una onda expansiva nos arrastra a los dos, llegando juntos al orgasmo, gritando nuestros nombres.

Él me mira y le devuelvo la mirada con una sonrisa cansada, mis piernas parecen de gelatina, ahora todo lo que quiero es dormir.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora