Capítulo 67.-

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Narra Alondra Ferreyra

Carmen al verme tan alterada caminó conmigo rumbo al área de los vestidores de mujeres, sin decirme nada y yo tampoco le dije nada, Carmen era muy discreta, ahí nos metimos a bañar y que bueno que no me preguntó nada. Era obvio que se había dado cuenta que David y yo nos habíamos peleado. Saliendo de bañarnos, ella estaba muy seria y hasta que pasó un rato mientras ella se secaba el cabello, se animó a decirme algo.

–Alondra, sé que algo pasó entre mi hijo y tú. No tienes que decirme nada si no quieres, pero no pueden estar con este tipo de cosas, con la situación tan complicada que estamos viviendo – Dijo Carmen – Así que lo buscaremos y nos iremos todos juntos a casa.

Tenía razón, si algo pasaba y nos teníamos que quedar aquí todo se iría complicando con Petra al asecho, no dejaría que eso ocurriera, ya me estaba haciendo a la idea de que pronto estaríamos lejos de ella. Nada nos podría salir mal, ahora que el viaje estaba a la vuelta de la esquina.

–Perdóname Carmen tienes razón, pero es que David se puso muy celoso y – Carmen no dejó que terminara de decirle lo que le tenía que decir y me interrumpió.

– Lo que haya pasado Alondra, hay que olvidarlo. Por favor.

–De acuerdo Carmen. Vamos a olvidarlo, después de todo será lo mejor para todos.

Salimos del vestidor y David nos esperaba afuera. El también ya estaba bañado, vestido, arreglado y sobra decir que muy guapo esperándonos con un par de hermosos girasoles en la mano.

–Madre, Alondra perdónenme por echarles a perder el día – Comenzó a decirnos – Les he traído algo, lamento que no sean rosas, pero algo les he conseguido.

Su cara era de arrepentimiento, quería abrazarlo y besarlo. David nos dio a cada una un girasol. Carmen y yo por supuesto que se los recibimos encantadas de la vida para después abrazarnos los tres.

–Gracias hijo. Está hermoso el girasol – Le dijo Carmen.

–David, gracias por la flor y lamento mucho lo que pasó y lo que dije – El calló mi boca con un pequeño beso muy tierno – Quiero que estemos bien.

–Estamos bien Alondra, ahora vamos a casa que tengo hambre.

Caminamos los tres al estacionamiento, Carmen se fue en su auto y yo me regresé con David por supuesto sin perdernos de vista todo el camino a la casa de ellos, siempre tratábamos de extremar precauciones. Al llegar, son fuimos a la sala, ahí nos sentamos a ver algo en la tele, ni siquiera tenía ganas de nada, solo estaba esperando a que llegara la hora de la comida, me sentía mal porque yo ni siquiera sabía prender la estufa, una porque no conocía el mecanismo de la estufa de Carmen, que era muy sofisticada y dos, porque nunca había aprendido a cocinar.

–Madre, Alondra. Hoy yo les voy a cocinar, así que se pueden ir a relajar al jardín un rato mientras preparo de comer – Dijo mi príncipe – Quiero compensarlas por el mal rato.

Eran tan divino, mi chico, no hacía falta que hiciera eso, además los domingos en ninguna casa se cocinaba era casi costumbre en todos lados, bueno cuando vivía con Petra, ella era fanática de ir a los restaurantes más caros tanto sábado como domingo y yo tenía que asistir o de lo contrario me quedaba sin comer, porque ni siquiera tenía la amabilidad de llevarme comida si me quedaba en casa.

–Yo pensaba en que pidiéramos algo, por la hora. Pero ya que insistes, te dejaremos cocinar hijo – Respondió Carmen.

–Gracias madre, quiero consentirlas.

Carmen y yo, nos servimos un vaso con agua de Jamaica y nos fuimos a sentar al jardín mientras David se quedaba cocinando, algo que yo no sabía que hiciera. Ella se puso a cortar unas hojas de sus plantas en el jardín y yo la ayudaba mientras hacíamos tiempo y cuando menos esperamos David salió a poner la mesa en el jardín para que ahí comiéramos.

–La comida ya está hecha y la serviré aquí – Dijo David con orgullo – Así que ustedes tomen asiento, por favor.

–David, mi amor ¿Necesitas que te ayude en algo? – Le pregunté – Puedo ayudarte en lo que sea.

–No, en nada mi amor. Ya me ayudarás a probar la comida y a juzgarme por mis habilidades en la cocina – Respondió David.

–Sea lo que sea que hicieras hijo, huele delicioso –Lo halagó Carmen.

De verdad si olía rico. David sirvió la comida y nos deleitamos comiendo unas chuletas de cerdo con piña y salsa de manzana con una deliciosa ensalada de zanahoria y sopa de pasta con champiñones. Todo estaba exquisito. Después de comer, yo me levanté recoger la mesa ayudada por David, luego me puse a lavar los trastes ya terminando, les preparé un café a David y a Carmen. 

David se había regresado al jardín para hacerle compañía a su madre en lo que y yo les llevé el café.

–Gracias por la comida exquisita David y gracias también a ti por el café Alondra – Nos dijo Carmen – Creo que esto ha sido una comida-cena.

Cuando David sirvió la comida en verdad tenía mucha hambre, desde el desayuno en el club, no habíamos comido nada.

–Pienso lo mismo madre, que fue una comida- cena por la hora, son casi las 8 de la noche. Se nos pasó rápido el día – Respondió David.

–Gracias a ustedes, por todo lo que han hecho por mí, los quiero mucho – Les dije yo a ambos.

–Nada que agradecer Alondra, sólo les pediré que no se desvelen mucho hoy chicos. Mañana tenemos que ir con la ginecóloga tú y yo Alondra.

–Claro Carmen, que pases buenas noches y que descanses.

–Hasta mañana madre – Dijo David.

Carmen subió a su recámara y nosotros nos quedamos un rato más en la sala, para jugar juegos de video hasta que comenzó a darnos sueño y nos subimos a dormir a la recámara de David. Tenía que descansar para vencer mañana el miedo y la vergüenza de ir con una ginecóloga. Afortunadamente tenía mucho sueño y me dormí muy rápido y relajada en brazos de mi príncipe.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora