Capítulo 7.-

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Narra Alondra Ferreyra

Estaba esperando en mi casa a que llegara David por mí, por más que lo negara, el sólo pensar en él me aceleraba los latidos del corazón y comenzaba a faltarme el aire, con solo recordar el intenso y apasionado beso que me había robado. Estaba acostada en la cama de mi recámara con mi cabello hecho un desastre y vestida únicamente con unos pantalones vaqueros, blusa de tirantes y tenis, soñando despierta con él. 

De pronto abrieron la puerta de mi recámara siendo mi hermana Anastasia quién ya estaba elegantemente vestida para la boda de una de nuestras primas a la que ellas irían con toda la familia, excepto yo. Mi hermana me miró sorprendida al ver que no estaba arreglada para la ocasión y entonces se alarmó de inmediato.

–Alondra, sólo por curiosidad ¿A qué hora piensas comenzar a arreglarte? Nos iremos en media hora y tú sólo no estás lista. Estás hecha un desastre – Manifestó mi hermana sorprendida – Sí yo fuera tú, me apuraría antes de que mamá venga a presionarte y a regañarte.

Nuestra madre era ese tipo de personas que no le importaba si estabas sola o acompañada, te podía hacer una escena y podía llegar hasta los golpes cuando se le desobedecía y hoy no iba a ser la excepción, no iría a la dichosa boda aunque regañara o me pegara ¿Y saben qué? soy feliz, demasiado feliz haciéndola enojar, soy su punto débil o puedo llegar a decir que tengo el don, de sacarla de sus casillas.

–Mi mamá se puede ir directo al diablo el día de hoy. No estoy arreglada porque no pienso ir a la estúpida boda, que ni me llevó bien con nadie de los que irán. Además tengo planes – Le guiñé un ojo a mi hermana – Así que tú tranquila hermanita. Por cierto te ves hermosa ¿Y Griselda, ya está lista? Quiero ver cómo le queda su vestido.

Sí, mis preciadas hermanas tenían los nombres de las hermanastras de Cenicienta y bien que les quedaban los nombres, muchas veces se ponían del lado de mamá.

–Sí, ya está lista, pero se fue a ayudarle a la novia. Así que bueno si no piensas ir, ya bajaré yo porque no quiero que mi mamá se enoje, que por mi culpa se nos haga tarde. 

–Está bien Anastasia, que se diviertan.

–Gracias, también tú.

Anastasia salió de mi recámara y entonces me puse de pie. Me acomodé el cabello únicamente poniéndome una tiara y me estiré la blusa que estaba muy arrugada pero total, no iba a ensuciar otra. Me puse una sudadera deportiva y en ese momento como por arte de magia tocaron el timbre de la puerta principal. Bajé de prisa para abrir y darme cuenta que detrás de ella estaba David, listo para que nos fuéramos y justo a tiempo para evitar que me regañara mi mamá.

–Hola Alondra, ¿Cómo estás? Me he tomado el atrevimiento de comprarte esto – Me saludó el brindándome una sonrisa preciosa que me quita el aliento,  saca una mano de detrás de su espalda donde trae una hermosa rosa roja – Espero que te agraden las rosas.

–Hola David, muchas gracias. Claro que me agradan, es mi flor favorita, pero vámonos ya por favor – Lo apresuré a irnos – Antes de que vaya a arder Troya.

–Quería saludar a tu padre.

Dice como el buen caballero, que me voy dando cuenta que es, me gusta que sea atento, que pregunte por mi papá, pero en este preciso momento no creo que sea adecuado, no sé cómo vaya a tomar la noticia mi papá, que de verdad no asistiré con ellos.

–Ahora no hay tiempo, vámonos.

Cerré la puerta a mis espaldas, apenas habíamos dado dos pasos, cuando mi madre salió a detenernos convertida en un verdadero demonio de Tasmania, apenas vio que me escapaba.

–Alondra, ¿Se puede saber a dónde crees que vas con este hombre?, ¿Por qué no estás arreglada para irnos a la boda? Te recuerdo que no te mandas sola.

Como toda una matriarca, con toda la autoridad, sale con sus ideas de control, que es lo que más me purga, me volteo enfrentándola, como solo yo sé hacerlo, veo que su vestido le queda bien, eso no lo puedo negar la señora sabe vestir bien, solo que a mí no me gustan esas ropas, pomposas y de gente estirada.

–Mamá que bueno que has salido. No me he arreglado porque no pienso ir a la boda, es más el vestido que me compraste lo vendí en Mercado Libre y no sé a dónde me vaya a llevar mi novio – Dije sin pensar refiriéndome a David, sólo para salir del problema – Así que les deseo una hermosa noche en la boda, que se diviertan y no me extrañen mucho.

Sí había algo que encabronara a mi madre, era que le llevara la contraria, a Petra no le agradaba ser ridiculizada por mí, pero yo siempre aprovechaba la ocasión para lucirme delante de la gente, era mi mayor diversión, que agradeciera que no le dije ninguna majadería, en eso también era buena.

–No Alondra, tú no irás a ningún lado con éste hombre – Rebatió mi madre enfurecida – Además no sabía que tenías novio y es la primera vez que veo a este hombre en mi vida. Así que te regresas, te cambias, te arreglas y te vienes conmigo para ir al compromiso con tú familia.

–Señora, buenas noches. Mi nombre es David De María y disculpe que no me viniera a presentar antes, es que pensábamos esperar un poco con Alondra para hacerlo, para evitar justamente este tipo de situaciones, pero ya que ella ha hecho pública ante usted la relación, no me queda más que ponerme a sus órdenes y decirle que llevaré a Alondra a cenar pero la traeré a una hora pertinente que usted me diga que lo haga – Se presentó David siguiéndome el juego con una seguridad impresionante y le tendió la mano a mi mamá que obviamente no se la dio a él – Así que no se preocupe que ya sabe con quién anda su hija.

–Lo siento muchachito, no te conozco y ella no va contigo a ningún lado y es mi última palabra – Declaró mi mamá imponiendo su autoridad – Metete a la casa Alondra.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora