Capítulo 53.-

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Narra David de María

Mi princesa hermosa se desvaneció en mis brazos soltando su móvil que se estrelló en la alfombra de la recámara. La cargué hasta recostarla en la cama, acomodándola con mucho cuidado y entré al cuarto de baño de la recámara para buscar alcohol para darle a que lo aspirara y hacerla reaccionar, me imagino lo que le dijeron por el móvil era algo sumamente nocivo y que no se trató de una llamada normal, escuché que mencionó el nombre de su hermana. ¿Porqué todos en su familia eran tan crueles?

–Alondra, mi princesita despierta. Por favor, mi amor – Le decía dándole suaves besos en sus labios y en sus mejillas que estaban pálidas y heladas – Tienes que despertar, mi muñequita.

Le hablaba y no había respuesta de su parte, estaba desesperado y no sabía que más hacer. La cubrí con los edredones de la cama y la tomé en mis brazos para que entrara en calor, deseando que así ella pudiera reaccionar. En mi interior se desató un cabreo masivo, debió ser esa desgraciada infeliz de Petra quién había llamado a mi princesa o no se hubiera puesto así. 

Sin darme cuenta lloré por la frustración, por el coraje, por la desesperación de que Alondra no reaccionaba con nada. Mi madre entró en la habitación llevando consigo un té para nosotros.

–David, les he traído un té para los nervios hijo. Tenemos que calmarnos, veo que se ha quedado dormida Alondra y es lo mejor – Decía mi madre – Ella estaba muy nerviosa, no la despiertes déjala que descanse.

–Madre, ella no está dormida. Se ha desmayado y no consigo que despierte – Me limpié las lágrimas de mi rostro – Le ha llamado alguien al móvil, debió ser esa desgraciada de Petra y de inmediato Alondra se desmayó.

Estaba convencido de eso, ella no reaccionaría así, mi princesa estaba bajo un permanente estrés por Petra, su pánico era perceptible, esto se tenía que solucionar de alguna manera, porque en algún momento mi novia, podía entrar en crisis y eso no lo iba a permitir.

–David hijo. Tú también debes de calmarte, voy a llamar a un médico para que venga a revisar a Alondra, ahora vuelvo.

Mi madre salió de la recámara y fue a llamar al médico. No tardó mucho en volver con nosotros y ella recogió de la alfombra el móvil de Alondra, sin decirme nada ella algo buscaba en él y de pronto escuché a mi madre más cabreada que nunca en la vida, estaba roja del coraje, no me imaginaba como se podría la otra persona cuando la escuchara.

–Buenas noches, mire Anastasia veo que usted ha tenido el valor de llamar a Alondra para amenazarla – Le hice una señal a mi madre para que activara el altavoz y poder escuchar lo que le respondían – No tiene ningún derecho de hacerlo, quiero que sepa que ella no está sola y jamás lo va a estar.

Esperamos a que la otra persona contestara, porque solo habían pasado unos minutos desde que Alondra recibió la llamada, pero fue grande nuestra sorpresa cuando contestaron.

–No soy Anastasia, pero tú debes de ser la mamá de ese degenerado – Era la voz de la desgraciada de Petra quién respondía. 

Por qué no se me ocurrió a mi llamar, pero mi prioridad era mi novia, a la cual debía despertar, no sé por cuanto tiempo pueda permanecer así.

– Me llamo Carmen y no tienes derecho de hablar así de mi hijo. Por cierto que sepas que estoy muy bien enterada que amenazaste a Alondra con hacerle algo a mi hijo y te reto a que lo intentes que no tienes idea de lo que soy capaz por defender a mi hijo. Te metes con él y te metes conmigo, que a diferencia de ti yo sí sé lo que significa ser una madre, porque eres de esas madres que prefieren estar bien ante los ojos de los otros que ayudar a su hija, pero arrastrada por el suelo como la víbora que eres vas a vivir toda la vida.

Petra debe estar echando chispas, a como es ella, que la insulten de esa forma debe ser épico ver su cara, daría todo lo que tengo en estos momentos para ver su reacción en vivo y a todo color, mi madre sin necesidad de usar una palabra mal sonante te puede insultar y dejar con la boca cerrada.

–Conmigo no vas a poder Carmen, ni tú, ni el infeliz degenerado de tu hijo, ni la pendeja de Alondra ¿De qué les han servido sus denuncias? No pueden conmigo, tan es así que ya he salido de la cárcel y seguiré disfrutando de mi vida en libertad y amenazando la de ustedes. Alondra nunca podrá ser feliz y eso te lo aseguro.

Haré todo lo que está a mi alcance para protegerla, sus amenazas no iban a poder con nosotros, de ahora en adelante grabaría todo lo que saliera de su boca, alguien en alguna parte nos tendría que escuchar, porque esto no se podía seguir dando, no podía quedar impune ante toda su maldad, tenía que llegar hasta las últimas consecuencias.

–Eso está por verse Petra y el que la ley no te haga nada a mí no me ata de manos en absoluto, no permitiré que dañes a mi hijo ni a Alondra, que para mí ya es una hija también. Estás advertida y te exijo que dejes de molestarla que yo sé darte a ti dónde más te duele – Declaró mi madre más cabreada que nada.

–Nos vemos pronto Carmelita. Una última cosa que pasen buenas noches – Petra reía como una demente y enseguida cortó la llamada.

Me quedé mirando a mi madre, quién se sentó a mi lado y me miró muy preocupada por cómo se estaba viendo el panorama de la situación, Petra no estaría tranquila hasta conseguir lo que se proponía, de eso estaba casi seguro, por lo que no podíamos tentar al diablo, porque ella sabiéndose intocable podía cometer una locura.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora