Narra David de María
Estaba en mi última clase en el Tec, cuando Julio y Javier los amigos de Alondra me fueron a sacar de mi clase, algo que de inmediato me pareció demasiado raro. Me levanté de mi mesa y salí a hablar con ellos.
–David, anduvimos buscándote de salón en salón – Me dijo Julio – Menos mal que hemos podido dar contigo.
–Hola, ¿Qué ha pasado?, ¿Le ocurrió algo a Alondra? – Pregunté sintiendo como el corazón se me quería salir del pecho.
–No sé cómo decirte esto David – Suspiró Javier al borde del colapso – Alondra no está con nosotros. Ha venido Doña Petra y se la ha llevado a punta de golpes.
– ¡Mierda!
Al escuchar a Javier decirme eso, sentí como si me hubieran arrojado encima un cubo de hielo de lleno sobre la cabeza. Pasaron en mi mente mil y un escenas. Como un loco volví por mis cosas al salón y sin pedir permiso al profesor y sin importarme nada, me salí de clases y me fui con Javier y con Julio, caminamos apresurados hacia el estacionamiento.
–Le hemos intentado llamar a Alondra, pero no nos responde. Si da línea su teléfono pero nada de ella – Decía Julio – Deberíamos ir a su casa de inmediato.
–Coincido contigo, debe de tenerla encerrada en uno de los cuartos la loca de su madre. Con eso de que el padre de Alondra no está en la ciudad, esa loca debe estar haciendo de las suyas con Alondra, estaba como una demente gritando y golpeándola – Dijo Javier.
Yo saqué mi celular, siempre me marcaba la llamada, pero no contestaba, intenté por última vez, no sé cuántas veces llamé a mi princesa, antes de perder completamente el juicio y llamar a mi madre muy alterado. Afortunadamente ella respondió mi llamada al primer tono, no tenía más a quien recurrir y mi madre siempre sería la primera opción.
–Madre, estoy desesperado por favor ayúdame – Dije a mi madre mientras temblaba al sostener mi móvil – Esa mujer Petra se ha llevado a Alondra maltratándola. Ha venido a sacarla del Tec, se la llevó a la fuerza.
–David hijo. Lo primero que tenemos que hacer es conservar la calma – Suspiró mi madre del otro lado de la línea – Lo más seguro es que se la llevó a su casa. Pásate por el negocio y yo te acompaño a buscarla.
–Es lo que dicen los amigos de Alondra, de hecho ellos me buscaron en mi salón para avisarme lo que ha pasado. Me aterra pensar que esa mujer le esté haciendo daño – Dije muy alterado sintiendo como salían las lágrimas corriendo libremente fuera de mis ojos.
–David, tranquilo, hijo. Conduce con cuidado y te veo aquí en el negocio. La vamos a encontrar, hijo, pero te pido por favor que no pierdas la calma.
–Gracias, madre.
Terminé la llamada con mi madre y me solté llorando como un niño pequeño, llamé un par de veces más a mi princesa y ella no me cogía el móvil. Eso me destrozó y me alteró mucho más de lo que ya estaba. Julio y Javier estaban preocupados por igual, lo podía notar por sus caras, pues no era para menos si ellos presenciaron el acontecimiento.
–David cálmate por favor. Mi mamá es abogada y veré la forma de que ella legalmente haga que esa mujer no vuelva a acercarse a Alondra – Dijo Julio – Tenemos que pensar que hacer. A mí se me ocurre que vayamos a ver a mi mamá para que nos ayude.
Claro que tenía razón, una orden de alejamiento también había circulado por mi mente, solo así esa mujer dejaría de perseguir a Alondra, si con eso iba a detener todo su sufrimiento eso haríamos.
–Cada segundo cuenta, lo siento pero yo iré con mi madre a su negocio ya hemos quedado ella y yo de vernos allá para ir a buscar a Alondra – Manifesté mientras sacaba las llaves de mi auto para ponerme en marcha – Muchas gracias por todo.
–Espera David – Me detuvo Javier – Propongo que Julio se vaya a buscar a su mamá y yo te acompaño, ya nos avisamos entre nosotros si tenemos noticias de Alondra, si Julio sabe algo que nos avise y nosotros a él.
–Gracias Javier, entonces vamos – Respondí.
Javier y yo nos subimos a mi auto y nos pusimos en marcha rumbo al negocio de mi madre. Una vez que llegamos, ella ya nos esperaba.
–Madre, hemos llegado – La saludé – Él es Javier uno de los mejores amigos de mi princesa.
–Mucho gusto Javier, bienvenido – Lo saludó mi madre – Ahora si díganme con calma ¿Qué ha pasado?
–Madre, te explicamos en el camino. Por favor vayamos a casa de Alondra, no hay tiempo que perder – Pedí desesperado – A estas alturas no sabemos lo que esa mujer esté haciéndole o lo que le haya hecho.
–De acuerdo, pero voy a conducir yo. Vamos en mi auto, suban – Dijo mi madre.
Javier y yo nos subimos al auto y enseguida nos fuimos de camino a la casa de Alondra. Javier nos explicó cómo sucedieron las cosas con esa mujer y cada segundo yo me sentía más y más preocupado. Marcaba y marcaba el número de móvil de mi consentida, pero ella no me cogía la llamada, la angustia crecía a pasos agigantados, cada minuto era crucial.
Llegamos a la casa de Alondra, donde una vez juré que nunca más la traería de vuelta, los tres nos bajamos del auto para tocar. Llamamos al timbre en repetidas ocasiones y no hubo respuesta, lo que terminó por volverme loco de miedo, de nervios, de impotencia.
– ¡Alondra! ¡Soy yo, David! ¡Mi vida, contesta!
Empecé a gritar su nombre, pero no se veía movimiento alguno, era imposible que no hubiera nadie en esa casa, que siempre estaba llena de gente, sus hermanas, sus tías o sus sobrinas, me la estaban escondiendo.
– ¡Petra! abre la puerta, abre la puerta.
Tan solo suplicaba que no le hubiera hecho daño, ya era suficiente soportar a esa señora, que nada bueno le había traído a su vida.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...