Capítulo 61.-

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Narra David de María

Me quedé a solas en mi cuarto meditando todo lo que había ocurrido con Alondra, era el colmo que después de estar tan bien ahora hasta tendríamos que ir a hacernos unos análisis de sangre para saber si teníamos o no alguna enfermedad venérea o peor aún que tuviéramos sida. Traté de eliminar esas ideas de mi mente y me puse a recoger todo el desorden que estaba en el suelo, y todo por esas estúpidas fotografías, no tenía idea del porqué todavía las conservaba. Fui tomando una por una y las tiré a la basura.

Alondra volvió a la recámara y se sentó en la orilla de la cama. No me dirigía la palabra ni yo tampoco le dije nada al principio, odiaba cualquier cosa que la pusiera así, que se retrajera, que estuviera tan ausente, no fue sino hasta después que ella se levantó de la cama y me abrazó por la espalda.

-David, mi amor. Por favor perdóname - estaba llorando -Lamento mucho todo esto que pasó con Carmen.

No era su culpa y afortunadamente las cosas se dieron así, tal vez si mi madre no hubiera entrado hubiéramos seguido peleando. La abrazo más fuerte, para que sienta que no hay ningún problema, que esto de alguna o de otra forma tiene solución. Termino el abrazo y la pongo frente a mí.

-No te preocupes mi princesa y no llores. Te entiendo, sólo que me duele un poco que no tengas confianza en mí - Dije un tanto desilusionado - Jamás pondría los ojos en nadie más, teniéndote a ti a mi lado. Eres lo mejor de mi vida Alondra. Quiero que así lo tengas siempre presente y que no lo olvides.

Siento que a pesar de que llevemos poco tiempo, esto va a durar para toda la vida, ella es mi mundo, mi centro, mi todo y no la cambiaría por nada ni nadie. Si tenía que decírselo todos los días así lo haría. Le doy un beso en la frente.

-Tú eres lo mejor de la mía David y por eso es que tengo tanto miedo de perderte, de que vuelvas con esa mujer vulgar y corriente para que te dé en la cama, lo que yo no puedo darte.

-Alondra ¿Quién te dijo que no me puedes dar alguna cosa en la cama? Contigo lo tengo todo, te amo y debes meter eso en tu pequeña cabeza de una vez por todas. Estar contigo en la cama es lo máximo para mí porque contigo realmente hago el amor - Ella abrió sus ojos más de lo normal mientras yo seguí hablando - No todo en la vida tiene que ver con un buen sexo.

-Entonces reconoces que con esa mujer, tuviste una mejor experiencia sexual que conmigo. Eso lo puedo ver a leguas. Lamento no tener sus habilidades sexuales.

Si supiera que con ella a pesar de la poco experiencia que tiene es con quien he tenido la mejor conexión que haya tenido jamás, me alegraba de que así fuera, que no tuviera las habilidades sexuales y que no las hubiera adquirido con nadie, porque así juntos las podíamos aprender.

-No tienes nada que lamentar. Contigo todo toma otra dimensión y créeme por favor cuando te digo mi princesa que hacer el amor estando plenamente enamorado es la mejor y la más insuperable sensación en este mundo.

Alondra había entrado a mi mundo y lo fue cambiando todo, lo que antes decía que era lo mejor, dejó de existir en cuanto hicimos el amor por primera vez, las demás dejaron de existir, todo se transformó, tomó otro color, como si todo se hubiera revolucionado, poniendo mi mundo de cabeza.

-Tienes razón, con nadie me he sentido como me siento cuando estoy contigo David. Yo realmente te amo y no quiero que me dejes o que te vayas con otra - Ella estaba muy insegura - Yo no podría caminar sin ti a mi lado.

-No me iré a ningún sitio, por ahora sólo quiero abrazarte, quiero que te sientas segura entre mis brazos.

Me deshice de todo lo que teníamos en la cama y lo arrojé al suelo, dejando más tirada aún la recámara y me acosté un momento abrazando a Alondra para terminarla de tranquilizar. Ella se dejó amar, acariciar, consentir hasta que ambos nos quedamos dormidos y no fue sino hasta al día siguiente que mi madre, nos llegó a levantar para irnos al laboratorio. La noche había pasado sin darnos cuenta. Lo que más lamentaba era que teníamos que posponer el viaje.

Por otra parte estaba bien, porque saldríamos de dudas de una vez por todas y si era posible usaríamos el preservativo todo el tiempo, no nos podíamos arriesgar más, tanto por una cosa como por otra, porque debíamos llevar el control de la natalidad.

-Hijo buenos días, anoche ya no bajaron a cenar, no los quise interrumpir ¿Todo bien con ustedes? - Mi madre estaba preocupada - Espero que no hayan vuelto a discutir.

-Hola madre, buenos días. No ya no discutimos y estamos bien tanto que nos hemos quedado dormidos hasta ahora que me regresas al mundo - Me reí un poco - Despertaré a Alondra para que vayamos al laboratorio.

-Claro hijo, a eso vine a decirles que se preparen. Entre más pronto vayamos mejor será, los análisis deben hacerse estando en ayunas.

-Gracias madre, por estar pendiente. Ahorita te vemos abajo.

Mi madre salió de la recámara. Yo me levanté, comencé a despertar lentamente a mi princesa lo cual era muy difícil pero poco a poco me iba acostumbrando a hacerlo y además amaba hacerlo. Cuando ella al fin abrió los ojos, la besé con ternura y con amor. La mantuve un rato en mis brazos y cuando sentía que de nuevo se estaba durmiendo me separé despacio de ella, porque sabía que si yo la abrazaba y cerraba los ojos también me iba a quedar dormido.

-Alondra, mi muñequita por favor no te duermas. Tenemos que ir al laboratorio a hacernos los análisis - Le daba tiernos besos por toda su cara - Abre bien tus ojitos, hermosa.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora