Narra Alondra Ferreyra
Vi por el espejo de mi lado, cuando dejaba atrás, la cabaña de David y de Carmen y también parte de mis sueños y de mi corazón ahí, con él. Pensaba en lo irónico de la vida y del destino, porque no era justo lo que estaba pasando, había llegado ahí envuelta de sueños y de ilusiones, de pasar con David los mejores días de mi vida y ahora, me encontraba de vuelta a Morelia, sola, sin él y lo que era lo peor, que quizás también sin ninguna posibilidad de regresar. Eso era, lo que más me mataba de todo.
Me empecé a congelar de frío y era lógico, no tome ni un suéter, ni una chamarra, ni nada. Axel lo notó y se orilló dónde pudo en un costado de la carretera, mis lágrimas no dejaban de salir ni por un momento, me sentía desolada y abandonada.
–Alondra, te estás congelando y no traes nada – Axel se preocupó – No sé que prefieras ¿Quieres que encienda la calefacción del auto o te pones mi saco?
Me daba igual, si hubiera querido me traigo toda mi ropa, pero no me habían dado ganas de nada, preferí dejar todo allá, a que me siguiera humillando.
–Axel, a estas alturas el, mundo ya me da igual – Respondí llorando – Mejor me muero congelada, a vivir sin David.
Externé el dolor que estaba sintiendo, ya para que quería la vida si no la iba a vivir al lado del hombre que amaba, me sentía como si estuviera desahuciada, muerta en vida, por algo que yo había provocado.
–Con todo respeto, ese chico esta loco Alondra y tú lo estás más, por andar con alguien así, que se siente Zeus o no se quién de los dioses del Olimpo, nada más porque soy educado, pero, de no estar ahí su madre, lo había puesto en su sitio ¿Quién se cree él para tronarme los dedos del modo en que lo ha hecho? – Axel estaba molesto y no podía culparlo – Dime ¿Qué te hizo o porque pelearon así tanto como para que terminará corriéndote?
Como le explico algo, que en un comenzó parecía algo divertido y se transformó, en la peor de las historias de terror en mis propias narices. Y lo peor del cuento, era que yo misma lo había provocado y a estas alturas, por lo visto, ya no tenía solución.
–La culpa ha sido toda mía – Lo admití con Axel – Yo lo engañé besándome con alguien más y ahora él, por eso es que me ha tratado así. Lo desconozco Axel, nunca, me había tratado de ese modo.
Siempre había sido dulce y tierno conmigo y yo vine a dañar todo con mi imprudencia, a nadie más podía culpar. Había cometido un error y lo estaba pagando muy caro.
–No llores Alondra – Sacó un pañuelo y me secó las lágrimas – ¿Quieres algo de tomar? Lo que sea con tal de que te animes, pero primero enciendo la calefacción o nos vamos a morir aquí congelados.
–Gracias Axel, la idea de tomar siempre me es atractiva, pero no veo tiendas ni nada, dónde podamos comprar algo de beber.
Estaba todo solitario, no me podía imaginar de donde iba a sacar una tienda o un sitio, donde pidiera comprar las bebidas, que en estos momentos, me caerían como anillo al dedo. Embriagarme, para olvidar todas mis penas.
–Yo traigo en el auto, traigo cervezas de las que te gustan, brandy, whisky y traigo también el ron – Axel me dio todo el menú de su bar rodante – Traigo también coca, porque no te gusta la Pepsi, vasos y todo. Es más, me atrevo a decir, que traigo hasta botana.
–Bueno, tomaremos unas cervezas, pero ¿Puedes conducir ebrio? Ahora como estoy, no podría ayudarte yo y no me sé el camino.
–No te preocupes, tengo una reserva, pasaremos aquí la noche en Valle de Bravo – Axel me anunció – Nos tomaremos una cerveza, de camino al hotel.
Yo no me podía quedar en un hotel con él, mejor sería que nos fuéramos directo a Morelia. Así nos evitaríamos, un buen de problemas.
–Axel, pero no quiero que tengas problemas con tu esposa por esto y mi papá puede molestarse contigo, de que pasemos la noche juntos.
–Tengo todo controlado, tranquila ¿Confías en mí, Alondra?
–Claro que sí.
–Vamos al hotel, entonces.
Axel bajó por las cervezas y las sacó de la cajuela, me destapó una y después destapó la suya y luego, nos la íbamos tomando cuando él localizó el hotel, en su teléfono y hasta tuvo que llamar, para que nos guiaran por teléfono. Estábamos por llegar, cuando se dejó venir una tormenta terrible y tuvimos que detenernos de nuevo, más adelante en lo que pasaba el peligro, no se veía nada absolutamente.
–Salud Alondra, brindemos por tu engaño – Me dijo Axel levantando su cerveza – Bienvenida al club de los infieles. Esto lo tenemos que celebrar, después.
Yo no tenía absolutamente, nada de ganas de reírme, pero Axel, no parecía estar de acuerdo con eso. Me hizo reír sin ganas, con las cosas que decía y también me dejaba intrigada ¿Acaso él también ha sido infiel? Sí es así, yo nunca lo habría pensado.
–Salud Axel – No puedo creer que me este riendo de lo que él me dice – Eso significa que si me estas dando la bienvenida a ese club, es porque tú estás también en él.
–Por supuesto, yo soy el socio fundador. Alondra, te falta mucho por vivir y por crecer, pero, yo no creo en la fidelidad ni la practico.
–Que fuertes confesiones y ¿Lo sabe tu esposa?
–Obviamente no, el secreto de esto es ser lo más discretos posibles y así puedes andar con quién tu quieras. Tú solo pídeme los consejos, que ocupes y te los daré, para eso somos amigos.
Me tomaba por sorpresa su honestidad, yo lo tenía en otro concepto, nunca me hubiera imaginado que él le fuera infiel a su mujer, se veían muy bien, no entendía, porque la engañaba.
ESTÁS LEYENDO
Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...