Capítulo 84.-

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Narra Alondra Ferreyra

–Hola Fina, disculpa la tardanza es que no había pasteles ya hechos y nos tocó esperar – David saludó a Fina – Pero todo tiene un lado bueno y ahora hasta tenemos dos opciones.

–Hola David y muchas gracias, sabes que adoro los postres –Respondió Fina.

–David y Alondra, ¿Podrían por favor poner la mesa? Ya se nos hizo tarde para comer – Nos pidió Carmen.

–Claro que sí Carmen, sin problema –Respondí yo, aun apenada.

Entramos David y yo, para buscar todo lo necesario para poner la mesa en la cocina y ya que teníamos todo, nos pusimos a poner los mantelitos individuales, los platos, los vasos, copas para vino y cubiertos. David y yo nos lanzábamos miradas cómplices y de la nada nos comenzamos a morir de risa de acordarnos de toda la situación por la que habíamos pasado hace rato. 

Cuando ya todo estaba listo en la mesa, les avisamos a Carmen y a Fina y ellas pasaron a sentarse a la mesa. David y yo no dejamos que Carmen hiciera nada y nos pusimos a atenderlas y después nos sentamos con ellas para comer todos juntos.

–Alondra cuéntame ¿Te gusta Valle de Bravo? – Me preguntó Fina – Es un lugar muy hermoso ¿No lo crees?

–Si señora Fina. Lo poco que he visto me ha gustado mucho. El pueblo es bastante hermoso y aquí la zona boscosa es impresionante, nunca había venido.

–Otro día los invitaré a mi casa, para que la conozcas.

–Muchas gracias señora Fina, es usted muy amable. 

–Nada de señora Alondra que me haces sentir demasiado vieja – Reía Fina – Por favor sólo dime Fina.

–Ya te habías tardado Fina – Carmen moría de risa – A mí no me molesta cuando alguien me llama señora porque eso soy, pero también prefiero mejor que me digan Carmen.

–Pues deberías molestarte Carmen – Le dijo su amiga a Carmen – Tú eres más joven que yo.

El resto del tiempo de la comida conversamos amenamente y después de eso, David y yo nos pusimos a recoger la mesa y la cocina. Les llevamos el postre y algo de café a Carmen y a Fina y nosotros nos subimos el nuestro a la recámara de David porque teníamos que hacer la tarea de ese día y en mi caso tenía que ver las conferencias de las clases virtuales y todo lo que no hice temprano.

David se puso a hacer sus tareas también. Estuvimos mucho tiempo en silencio, concentrados en lo nuestro hasta que David, me propuso algo.

–Alondra, vamos a dar una vuelta. Ya he terminado mis deberes y necesito despejarme – Me decía mi chico –Por favor y te prometo que cuando volvamos yo te ayudo con lo tuyo.

–Está bien David. Vamos, pero supongo que iremos caminando, creo que Carmen se enojó porque nos tardamos y no te prestará el auto. 

–Sí es caminando, quiero mostrarte algo.

–Está bien mi amor.

David y yo salimos de su habitación y bajamos para salir a caminar. Era increíble cómo estaba ese hermoso lugar en el atardecer, ya había empezado a oscurecer un poco y la visión de ver puro árbol y de oler ese aroma exquisito de la naturaleza no tenía comparación con nada más. 

Caminábamos tomados de la mano, plenamente enamorados y felices, sin importarnos nada en ese momento que no fuera el estar juntos. 

–Alondra, estás muy pensativa mi princesa. Ven vamos a sentarnos ahí – David señaló un lugar en el bosque dónde nos podíamos sentar – Quiero abrazarte.

–Sí mi amor. 

Nos sentamos en ese espacio, David se recargó en un árbol y yo me senté entre sus piernas, rodeada por sus brazos abrazándome, así en medio de la naturaleza y de ese bellísimo escenario natural. Me sentía terriblemente culpable por lo de hacía rato y pensé que así como estábamos era el momento perfecto para disculparme porque al estar sentada de espalda a él, no tendría que sostenerle la mirada.

–David, mi amor. Sé que he tardado un rato en recapacitar pero quiero que sepas que lo siento. Siento mucho lo que ha pasado hace un rato, perdóname por favor por todo lo que dije. Sé que me porté mal con Lisa, pero mis celos me ciegan porque tengo miedo de que encuentres a una mujer que sea mejor que yo y que me dejes – Admití mis inseguridades, notando que él me abrazaba más – Te amo y sin ti, mi vida no tendría ya sentido.

–Yo también te amo Alondra, pero no tienes nada que temer ni nada de lo que debas preocuparte. Eres la mujer más hermosa, más inteligente y más increíble que conozco y además yo también me siento celoso de todos los chicos de tu pasado. Estoy seguro que a muchos los volviste locos tal como me estás volviendo loco a mí y eso ni tú ni yo podemos hacer nada, respecto a nuestro pasado con otras parejas.

–Tienes razón mi amor y ¿Sabes qué? Yo no tengo amigas mujeres por lo mismo, siempre acababa en problemas con ellas, porque no me parecía que hablaran con los chicos con quien yo salía o quienes me gustaban a mí. Pero quiero que no tengas motivos de terminarme y sé que quieres convivir con más personas, lo vi cuando hablabas con Lisa.

–Sí Alondra, pero más que estar con nadie, quiero estar contigo, quiero que cada día que pasemos juntos sea inolvidable para los dos y quiero que dejes de sentirte insegura porque no tienes ningún motivo. Te he demostrado que te amo, sólo te pido que confíes en mí.

–Confío David en ti plenamente, pero no en las mujeres que te desvisten con la mirada y que quieren que las hagas suyas porque bien que me doy cuenta.

–Alondra, no te preocupes por eso, sólo tú eres mi princesa, mi amor, mi muñequita y mi consentida – Me dijo David, abrazándome más y acariciando mi cabello.

Me relajé en sus brazos como siempre que estábamos juntos y me quedé dormida en esa paz y calma, que él y ese lugar hermoso me daban. Hasta que la lluvia nos despertó más tarde.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora