Capítulo 6.-

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Narra David De María

–Madre, pensé que ya estarías durmiendo, ¿Se arreglaron el papá de Alondra y tú? – Quise saber en qué había terminado todo – Espero que haya sido así, porque sin duda la pienso volver a ver mañana.

–Sí se arregló todo y no me vengas a mí con evasivas de lo que te he preguntado hijo, que para eso soy tu madre, ¿Qué pasó entre esa chica y tú? Me debes la respuesta porque te salve de ir a pasar la noche a la delegación – Se burló de mí mi madre, obviamente ella eso no lo hubiera permitido jamás – Así que te escucho David.

–Madre, nos fue bien. La chica es encantadora, es hermosa, es dulce. Tiene una piel de seda que me incitaba a tocarla más y esos labios que inocentes se rindieron al beso que le di me han vuelto loco, tanto que casi puedo asegurarte que has conocido a tu nuera – Declaré orgulloso contándole a mi madre del beso con Alondra – Ella no es sólo eso, es inteligente, es dulce, es tan tierna que me ha derretido el corazón.

–Hijo no puedo ayudarte, en eso te pareces a tu padre. Apenas has visto a esa chica y te ha gustado y te has lanzado por ella, pero si ella lo ha permitido es porque también le has gustado tú. Te diré una cosa, a pesar que la ví de rápido, me da gusto que te gustara porque a mí también me ha gustado. Muy distinta a todas tus “amistades tan selectas hijo” – Manifestó mi madre que le agradaba Alondra lo cual viniendo de ella ya era un triunfo – Conócela, trátala y si vale tanto la pena entonces conquístala, que no te costará trabajo si apenas saliste con ella y ya la has besado.

–Gracias madre. Mañana la llevaré a cenar, ¿Me podrías sugerir algún sitio? Tu que vas a los mejores lugares con tus amigas y si no es mucha molestia, ¿Me podrías conseguir una reserva también? – Pedí a mi madre haciéndole mis ojos tiernos – Por favor, en serio ella me ha dejado impresionado.

–David, todo quieres hijo, sólo falta que me pidas que vaya y pague la cena por adelantado. Pero está bien hijo, cuenta con eso y mañana tan pronto tenga el lugar, te doy el nombre y la dirección para que vayas a tu cita – Me guiñó un ojo mi madre y me regaló una sonrisa de complicidad.

–Gracias madre, eres la mejor y te amo. 

–Yo también te amo hijo.

Subimos a nuestras respectivas recámaras para dormir. Me tumbé en mi cama con todo y mi ropa puesta, reviviendo esa escena en mi mente dónde la besé y ella estaba nerviosa, inocente y al mismo tiempo seducida por mí, que no supe ni a qué hora me quedé dormido. 

Al día siguiente, desperté con una sonrisa de oreja a oreja, nada podría empañar lo feliz que me sentía, por fin era domingo y hoy voy a tener mi primera cita con Alondra, hoy la volvería a ver, desayuné con mi madre en una atmosfera de paz y alegría, era como si estuviese viviendo un sueño, que pretendía que se me hiciera realidad, mi madre ese día más tarde ella me dio los datos de un lugar hermoso al que iríamos a cenar Alondra y yo, por si fuera poco mi madre en verdad se había lucido pues no solo me hizo la reserva, me pidió un reservado para que pudiera estar con Alondra a solas sin que nadie nos molestara y con servicio exclusivo para nosotros.

No era mi intención si llegara a pensar que la quería impresionar o que estuviera presumiendo con lo de la cena, simplemente mi madre era así, a ella le gustaban esos sitios elegantes y exclusivos. Tampoco me iba a negar por hacer la reservación, yo hubiera elegido un restaurante común y corriente, donde ella se sintiera a gusto al igual que yo, lo importante era volver a verla.

Entre mis deberes y tareas, se me pasó muy lento el resto del día hasta que dio casi la hora de irme. Me bañé y arreglé casualmente para la ocasión para no intimidarla, pues ella no se veía de esas chicas que pasan todo el día arreglándose. Me puse unos pantalones vaqueros, camisa de rayas y zapatos cafés. Bajé para despedirme de mi madre y para pedirle también un grandísimo favor, por pequeño detalle que casi se me había escapado por completo.

–Madre, ya me voy. Necesito que me hagas un último favor, ¿Me prestas tu auto? Por favor. No quiero llegar por ella en taxi.

–David, puedes llevarte el tuyo. No le pasó nada en el accidente – Respondió mi madre – ¿Para qué quieres el mío?

–Madre, ella está muy afectada porque mi auto ha matado al suyo y no puedo ir por ella en el Cadillac, así que por favor se buena. Préstame el Mercedes por hoy, sólo por hoy.

Casi le estaba rogando a mi madre, ella el día de hoy no tenía ningún compromiso y si lo tuviera podía usar mi auto, no podía ser insensible y presentarme con el mío el causante de todo.

–David De María Ramírez eres un hijo muy molesto, saca de mi bolsa las llaves. Vete con cuidado por favor y espero no llames más tarde para decirme que has chocado otra vez – Se burló mi madre – Estás muy guapo hijo. Que tengas una hermosa velada.

–Gracias madre, te amo y nos vemos más tarde si es que vuelvo – Declaré riéndome un poco – Es broma, nos vemos más tarde.

–También te amo hijo, con cuidado por favor.

Tomé las llaves del auto de mi madre y abrí con el control la puerta automática del garaje de mi casa. Entonces salí camino a su casa, con la seguridad que esa noche sería muy importante, para ella, para mí, para los dos. Ya que estaba cerca de su casa, quise llamarla para avisarle que estaba por llegar y recordé entonces que no le había pedido su número de móvil.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora