Capítulo 125.-

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Narra David De María

Los siguientes días después al paseo nocturno, casi una semana completa, no pudimos salir Alondra y yo para nada de la casa. Teníamos demasiados deberes del Tec, como para ocuparnos en otras cosas y se lo había prometido a mi madre, tenía que levantar esas materias a como diera lugar. Un día que nos amanecimos haciendo tarea Alondra y yo, mi madre al parecer, no podía dormir y bajó un rato con nosotros.

–Buenos días chicos, ¿Se levantaron muy temprano o no han dormido nada? – Nos preguntó mi madre – Por sus caras, supongo que es lo segundo.

Estábamos muy desvelados y claro que se nos notaba en las caras. Pero habia valido la pena, habíamos adelantado mucho en los deberes, solo nos faltaban unos pocos, de los que teníamos que entregar para el día de hoy.

–Sí madre, es lo segundo no hemos podido dormir. Tenemos bastantes deberes que hacer y todo es, para en unas horas enviarlo.

–Hola Carmen, sí no hemos dormido nada ¿Tú no puedes dormir?

–No, tengo un poco de insomnio. Bajé a prepararme una infusión ¿Quieren que les prepare algo?

–No gracias Carmen, no te molestes. – Le dijo mi muñequita.

–Yo sí tengo hambre, me gustaría algo de comer o para botana madre. Unas tapas, unas palomitas o lo que sea tu voluntad – Le dije a mi madre.

–Les prepararé algo. Sigan con sus deberes.

Alondra estaba más saturada que yo y me sorprendía su capacidad de leer y de hacer todo tan sorprendentemente rápido, leía mucho y luego escribía en sus deberes y después en los de sus clientes, parecía un pulpo viviente con muchas manos. Yo por un momento, me sentí rebasado y ya no quería hacer nada más de los deberes. Necesitaba despejarme con urgencia o hacer otra cosa. Ya habia agotado mucho a mi cerebro y un leve descanso me ayudaría.

–Mi consentida ¿Te falta mucho por terminar? Yo ya no doy una.

El estrés ya quería acabar conmigo, me faltaba solo un poco, pero ya mis neuronas estaban agotadas, al igual que mi cuerpo y a gritos pedían un receso.

–Sí mi amor, me falta un poco, pero ve con Carmen y ayúdala con lo que sea que esté preparando, así cocinas algo y te relajas.

Era una buena sugerencia y la tomaría, sus observaciones siempre me sorprendían, ella no perdía detalles y todo se quedaba grabado en su memoria.

–Ya me estás conociendo mi princesa, cocinar siempre me relaja. Voy a ayudar a mi madre, ahora regreso.

–Sí mi príncipe, te amo.

–Yo por siempre, te amo y te amaré más.

Me fui con mi madre a la cocina. Ella estaba cortando jamón y cuadritos de queso y por lo que se veía iba a hacernos una especie de baguette algo a lo que Alondra le llamaba una “torta del chavo” era una torta de jamón con más cosas. Me lavé las manos, para poder ayudar un poco a mi madre. La verdad que esto, me iba despejar por completo.

–Madre, te ayudaré en algo ¿Qué te hace falta?

Me volteó a ver y me hizo una señal de negación con un movimiento de cabeza, al parecer no necesitaba de mi ayuda, pero era algo que tenía que hacer o me volvería loco, de tantas letras y números.

–David, ve con Alondra. Yo puedo preparar los baguettes sola, ¿Les falta mucho de la tarea?

–Sí a mí sí y antes de que te vayas a poner a decirme algo, necesito hacer algo para despejarme. No tengo la mente ni la dedicación de Alondra, para meterme de lleno en los libros.

–Ella es muy dedicada hijo, deberías de aprenderle algo, pero bueno ya que insistes en ayudarme. Ayúdame a rebanar jamón serrano, para los baguettes y salami.

–Sí madre. 

Me puse a hacer lo que mi madre me había pedido, ella estaba preparando también en el fuego su infusión. A mi madre rara vez le daba insomnio, pero cuando le daba, era por días que sufría de ese mal y solo ese té le ayudaba a poder dormir, al poco tiempo de tomarlo. Creo que era el único mal que la aquejaba, por lo demás gozaba de muy buena salud.

–Madre, espero que nos vayas a acompañar, comiendo estos deliciosos baguettes a Alondra y a mí.

–Sí hijo, los voy a acompañar. Debo esperar a que haga efecto el té, para poder dormir, estás muy misterioso hijo. Lo que me vayas a decir hazlo ya.

–Está bien madre, estaba pensando, en que podía ir en las vacaciones de fin de año con Alondra a Madrid. La quiero llevar a conocer todo aquello y que lo conozca solo conmigo, además mi padre la quiere conocer y mis hermanos también.

–Eso tienes que platicarlo con ella hijo. Creo que esa pobre chica, jamás ha salido de México, por cómo ve todo con tanta emoción y le encantará ir contigo. Lamentablemente, está el problema de su madre.

–Ese es un gran problema. Un problema terrible ciertamente, pero veremos cómo salir de él y cómo poder ir. Me hace mucha ilusión, que ella conozca el país donde nací.

Le pasé a mi madre todo el jamón que había picado y después ella lo integró a los baguettes y los metimos al horno a que comenzaran a dorarse, estaba seguro que a Alondra iban a encantarle.

–David, en un rato si están desocupados deberían ir al lago Alondra y tú. Llevamos casi 3 semanas aquí en Valle de Bravo y no han ido.

Ese habia sido uno de los lugares que le quería enseñar y poder subir a la lancha, que podamos remar y estarnos un rato en medio del lago, a ella que le encantaban toda clase de aventuras, esta sería una más para recordar. 

–Tienes razón madre, espero que si se pueda ir. Ella necesita vivir esa experiencia, de estar en medio del lago en la lancha, le va a encantar.

–Sí hijo. David ¿Alondra y tú tienen planes de casarse cuando ella termine la preparatoria?

Ni siquiera lo habia pensado, pero por mí no habría problema, solo tendría que hablarlo con Alondra, de seguro me dirá que sí.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora