Capítulo 101.-

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Narra David de María

Nos quedamos mi princesa y yo viendo el horizonte ahí sentados en la paz que nos daba el lago y su inmensidad, más tarde comenzó a haber una amenaza de tormenta y volvimos a la cabaña. Por esa situación y debido a que anunciaron, que habría un pésimo clima durante dos días, ya no pude salir a comprarle las flores a mi madre, pero me surgió una excelente idea, gracias a Dios yo siempre he sido muy creativo.

- ¿Qué se te ocurre mi amor? - me pregunta mi novia.

-Pues vamos a preparar algo especial para ella.

-Te ayudo en lo que sea, mi vida.

-Gracias, preciosa.

Alondra me quiso ayudar en lo que yo tenía en mente y ella se puso a adornar la cabaña en la parte de abajo, en especial la mesa que teníamos en el patio en la zona cubierta, en donde podíamos cenar y pasar el rato sin importar el clima de afuera.

- ¿Quieres ayudarme en la cocina?

-Por supuesto, quiero ser parte de la sorpresa para tu mamá.

Alondra subió ya siendo casi de noche a llevarle un té a mi madre y de paso a checar, como estaba su estado de ánimo. Yo sinceramente esperaba, que estuviera mejor, que hace un rato, cuando casi discutíamos feo.

-Mi amor, Carmen ya está más tranquila, la dejé tomándose el té que le subí - Me dijo Alondra tan luego bajó de con mi madre - Ella no se imagina, que le estás preparando la cena.

-Gracias mi princesa, quiero que ésta noche sea especial para ella, para mí y para nosotros dos también - Le dije a Alondra - Gracias por ayudarme a preparar esto, mi reina.

-Por nada mi amor - Le sonreí - A Carmen le va a encantar.

-Eso espero. Por algo estoy haciendo su plato favorito, esperando que sea de su agrado.

-Deberíamos ir a dónde Lisa a comprar un pastel - Propuso Alondra - Creo que le gustan mucho los postres a Carmen.

Era una muy buena idea, más era imposible salir, no me arriesgaría a que tuviéramos un accidente.

-Le encantan, sí, pero no creo que con éste viento que está haciendo sea bueno salir, además será discutir con mi madre nuevamente, porque no va a querer prestarnos el auto y se trata de arreglar las cosas, no de empeorarlas. Lo que sí puedo hacer es preparar una gelatina que le gusta.

-Tienes razón mi amor, además que tal si en el pueblo nos encontramos a ese Andrés será peor el coraje que hará Carmen, no quiero que se enoje más contigo, David.

Seguimos preparando todo para cenar con mi madre, yo hice unas costillas en salsa barbecue, con una sopa de macarrones con queso, que le encanta a mi madre y pusimos a enfriar Alondra y yo una carísima botella de vino, para nuestra noche especial y cómo postre hice un mousse de limón, que a mi madre le gustaba mucho y así no hubo necesidad de salir por un pastel con Lisa. Mucho menos a enfriarnos y tal vez a mojarnos por la tormenta, que estaba por caer.

-Lo mejor de todo es que ya no está de mal humor, no me gusta que estemos peleados.

-A mí tampoco, son una familia muy unida y no debe haber este tipo de discusiones.

-Tienes razón, mi amor, trataré de no mortificar a mi madre, con mis malas decisiones.

- ¿Ya está todo tan rápido?

Alondra al ver que ya estaba sacando los platos, para el postre, los que acomodé en la bandeja, me preguntó, porque me quité el delantal y lo colgué.

-Falta poco, pero tengo que subir a cambiarme, mi amor.

-Yo en cuanto termine lo otro, subo también para cambiarme.

-Claro que sí, mi muñequita, no me demoro nada.

Nos dimos un beso. Subí a mi recámara a ponerme presentable y Alondra se puso a imprimir una invitación a cenar, que yo hice en mi portátil para llevársela ella personalmente a mi madre, que seguramente tendría curiosidad de saber el motivo de tanta formalidad y quizás así, olvidaría todo lo que pasó, entre nosotros dos.

-David, ya le he dado la invitación que hiciste a Carmen - Me informó Alondra - No me dijo nada, sólo que en punto de la media noche bajará a cenar.

-Gracias, preciosa, por esto y por todo. Bajaré a supervisar que no se nos pase nada y mientras tú, ponte más maja de lo que ya eres y nos vemos abajo en un rato.

-Sí David.

Bajé y vi que todo estaba listo, me emocioné mucho y mientras bajaban mi madre y Alondra yo me puse a ver un programa en la televisión sobre carreras de autos, era lo mejor que estaban dando en esos momentos, en un canal del cable. Pasó un rato y Alondra y mi madre, venían platicando y bajando juntas las escaleras de la cabaña. Estaban guapísimas, estas dos mujeres, eran mi adoración.

-David ¿Qué es todo esto? - Preguntó mi madre muy sorprendida -Lo que sea, huele delicioso.

-Hola madre, te hemos preparado Alondra y yo una pequeña cena. Te agradezco que bajaras a cenar conmigo, después de como he sido.

-David, yo no quiero que estemos mal hijo y no tenías, que montar todo esto, para decirme que lo sientes.

Este era solo el comienzo de la disculpa, nada me haría más feliz que verla contenta todo el tiempo, estaba dispuesto a conseguir que se sintiera otra vez orgullosa de mí. En ninguna otra ocasión había reprobado una materia. Esta era la primera y sería la última, no habría más motivos, para que estuviera disgustada conmigo.

-Madre, ahora no digas nada. Sólo vamos a sentarnos a cenar y a disfrutar de la noche ¿Quieres?

-Claro hijo, ya hablaremos después.

Conduje a mi madre a dónde habíamos puesto la mesa muy elegante, en la parte del patio y le puse la silla para que se sentara y después hice lo mismo con Alondra. Les serví vino y me serví yo también una copa para después ir por la cena, llevarla y servirla yo mismo. Mi madre y Alondra platicaban muy tranquilas y ya que me senté con ellas, me uní a la conversación.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora