Capítulo 126.-

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Narra David De María

–No lo hemos hablado madre, a mí me encantaría, pero creo que te vas a oponer, diciéndome, que soy muy joven para casarme y todo eso o ¿A qué viene tu pregunta?

 –He estado platicando con tu padre, David. Me dijo, que te nota muy entusiasmado con Alondra y le dije que la quiero mucho y que me encanta para ti. Él quiere que la lleves y tú me estás diciendo que está en tus planes ir a Madrid. Aunque la adoro, no quiero que hagan una tontería de casarse, así a escondidas o lo que sea, saben ambos, que tienen mi apoyo.

–Gracias madre y no pensamos hacer nada, que no te parezca. Tanto Alondra cómo yo, te respetamos mucho.

Siempre pediríamos la opinión de ella primero. En ese momento, alguien tocó la puerta de nuestra cabaña y Alondra, entró corriendo a la cocina a abrazarme. No teníamos, ni la menor idea de lo que le habia pasado.

–David, mi amor abrázame – Me decía mi chica asustada – Por favor, Petra está aquí. Por favor, no le abran o me querrá llevar con ella.

–Tranquila mi princesa, ¿Cómo sabes que es ella? – Le pregunté – Eso es imposible, ella no sabe que estamos acá.

–Lo sabe, créeme y si no me crees asómate por ti mismo por la ventana de arriba, para que la veas amor.

–Alondra, David suban a su habitación. Voy a llamar a seguridad, no debieron dejar pasar a esa mujer a esta zona y aunque esté aquí, no tiene derecho de venir a importunarnos. 

–Sí madre.

Subí con mi hermosa Alondra y desde mi recámara la vi por la ventana con mis propios ojos, no estaba sola. Estaba con una de las hermanas de Alondra, no la conocía bien pero se parecía un poco a Petra y estaban gritando el nombre de Alondra y después, le gritaban a mi madre para que les abriera. Alondra temblaba en mis brazos y nos metimos juntos a la cama, como si ahí ella se sintiera a salvo conmigo. Estaba llorando desconsolada y yo solo quería calmarla.

–David, no me quiero ir con ella. Tengo mucho miedo de que así como nos encontró, nos haga o que te haga algo.

–Alondra mi amor. Ella no nos hará nada, te lo prometo. Ya has escuchado a mi madre y ella llamará a seguridad para que se la lleven, no tiene por qué estar aquí.

–De seguro alguien le informó. Ella tiene muchas amistades y nunca te lo dije David, pero vi a unas personas, que yo conocía de algún lado, el día del paseo nocturno y creo que han sido ellos, quienes le dijeron dónde estaba.

–Sea como sea, tú estás conmigo y te protegeré y te amaré, todos los días de mi vida Alondra. No temas mi consentida.

–David, si ella me lleva es capaz de darme un castigo ejemplar y realmente terrible, por haberme ido así de Morelia, no dejes que me haga nada, por favor.

Alondra estaba demasiado asustada. Me puse un poco de un perfume mío, que la relajaba mucho y la envolví en mis brazos, empezaba a hacer un poco de frío y nos cubrimos con las cobijas de mi cama.

–Te amo mi princesa, estás segura aquí conmigo. Siempre veré por ti, tranquila Alondra.

–Yo también te amo David, pero he traído solo problemas a tu vida.

–No digas eso y ya no llores, relájate. Estamos aquí y juntos y ella, después de lo que piensa hacer mi madre no se nos acercará, te lo garantizo.

–Yo lo sé mi amor, pero de cualquier modo todo lo que tenga que ver con Petra, me asusta bastante.

Alondra se relajó en mis brazos y dejó de llorar, poco a poco sentí que se quedaba dormida al igual que yo, hasta que mi madre me despertó.

–David, hijo. Ya están los baguettes, no sé si quieran comerlos ahora o más tarde – Me despertó mi madre – Ya me encargué de Petra, llamé a los de seguridad y avisé al padre de Alondra, que se encargará de que regrese a Morelia, cuanto antes.

–Gracias madre, mi princesa se ha quedado dormidita. A mí también me ganó el sueño pero claro que bajamos ahorita, a comernos los baguettes. Solo la voy a despertar y te alcanzamos, tenemos que seguir con los deberes.

–Sí hijo, los espero abajo.

Me daba mucha ternura y hasta tristeza tener que despertar a Alondra, amaba verla dormir, se veía preciosa y no quería perturbar su calma, pero si mi madre había cocinado algo a estas horas de la madrugada, teníamos que comernos las cosas, era lo menos que podíamos hacer. Desperté a Alondra, después de mucho esfuerzo y en uno de los besos apasionados que le di cuando la hice reaccionar, ella comenzó a desesperarse.

–David, hazme el amor mi príncipe.

–Te prometo que sí, mi princesa. Vamos a bajar a comer tu “torta del chavo”, mi madre vino avisarme que ya está lista.

–Está bien mi amor, ¿Ya se fue Petra?

–Sí, mi consentida. Ya se fue, no tienes nada de qué preocuparte.

–Necesito relajarme, David, solo tú consigues lograrlo.

–Permíteme un momento, mi amor, voy a cerrar la puerta con seguro.

Cerré la puerta de la habitación y regresé con mi princesa a ayudarla con lo que me pedía, así sin quitarnos la ropa nos acostamos e hicimos malabares, ya que tenía que ser rápido, no quería que inquietáramos a mi madre y subiera por nosotros. La puse boca abajo y levanté su bello trasero. Me puse el preservativo y fui entrando lentamente en ella, sus caderas se movieron hacia mí y empezamos a movernos al compás.

Luego aceleré mis movimientos, esperando que pronto nos uniéramos en un orgasmo fabuloso, ya que la adrenalina la sentía a mil, era lo que le daba la chispa, cada que lo hacíamos en la casa, apreté sus caderas cuando la sentí contraerse, me hundí lo más profundo que pude y me dejé caer encima de ella, nos recostamos en la cama y esperé a que nuestras respiraciones se normalizaran.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora