Capítulo 123.-

18 2 0
                                    

Narra Alondra Ferreyra

Buscamos durante horas al perrito de Fina y cuando por fin, lo encontramos estaba tirado muy cerca del lago y lo que descubrimos fue aterrador, lo había picado algo, que provocó que estuviera muy inflamado de una de sus patas traseras. Lo quise tomar entre mis brazos, pero el perrito lloró y Fina se acercó con ayuda de David para cargarlo. 

El perrito tan bonito llamado Arnoldo, reconoció a su dueña y se dejó sostener por ella y por David, quienes lo envolvieron en un rebozo, que siempre traía puesto Fina y después caminamos todos a la casa de ella. Fina recostó a su perrito en un sillón de la sala y con la ayuda de una linterna lo examinamos mejor, al ser raza chow-chow, tenía demasiado pelaje que no nos dejaba ver la picadura, se estaba haciendo difícil la tarea.

–Fina, esto es muy serio y tenemos que llevar a Arnoldo al veterinario. Al parecer le ha picado una araña o algo peor – Dijo David alarmando a Fina – Lo siento mucho, puede que haya sido una víbora.

–Cállate David, ¿No ves que estás lastimando a Fina? – Le dije enojada – Llama al veterinario o dinos a dónde podemos llevar a Arnoldo. No tengo mucha experiencia en picaduras pero, por lo poco que yo conozco de ellas, me atrevo a decir que lo que ha picado a Arnoldo, ha sido una abeja por el tipo de inflamación.

–Es la primera vez, que le ha picado algo a mi perrito – Sollozó Fina – Estoy muy asustada. 

Era normal cuando tienes una mascota, ésta formara parte de tu familia y se deben tener, todos los cuidados necesarios. No me gustaría que algo así, le pasara a una mascota mía.

–Cálmate Fina, por favor – Le dije para calmarla. – Solo es cuestión de que lo atiendan a la brevedad.

David se puso a llamar a un veterinario de ahí del pueblo y después salimos en el auto de Fina para llevar a Arnoldo a su consultorio. Fina de los nervios no podía conducir y le pedí a David que lo hiciera y yo iba en la parte de atrás con ella calmando a Arnoldo, que se quejaba de tener demasiado dolor. 

–Calma Arnoldo, ya casi llegamos – Le decía Fina a su perrito. – Aguanta precioso.

Era un amor como trataba Fina a su linda mascota, se veía que lo cuidaba mucho, su pelaje era sedoso, abundante y suave. Lo iba acariciando, para que se calmara, en lo que llegábamos a la clínica veterinaria. 

–Fina, él se pondrá bien, ya lo veras. – Esperaba que ella también se tranquilizara.

Arnoldo, dejó de quejarse por un rato y luego se ponía inquieto de nuevo, su picadura estaba cada vez más inflamada. 

–Gracias Alondra, por todo y a ti también David – Nos agradeció Fina.

–Por nada Fina, yo amo a los animales y haría cualquier cosa por un animalito, así no tuviera dueño.

Así habia sido siempre, me preocupaba por todos los animalitos de la calle, que no tenían la culpa de haberles tocado unos dueños irresponsables, que los abandonaban a su suerte.

–Eso es cierto Fina, Alondra tiene un corazón enorme y eso es lo que me hace, que la ame tanto como ya la amo – Le dijo David.

Llegamos al veterinario y en ese momento, nos pasaron de inmediato. Fina entró con su perrito, mientras que David y yo estábamos en la sala de espera. Con todo eso que pasó, no había podido seguir ya enojada con David, honestamente, no le veía el caso la verdad. Así que dejé que me abrazara, como había querido hacer, desde que lo echaron del paseo nocturno.

–Alondra, mi amor. Te amo, quiero que sonrías y me perdones, que no quiero que sigas triste y menos enojada conmigo.

Ya ni caso habia que siguiera enojada, pues creo que el habernos encontrado con Fina, me había echo olvidar por completo, el fiasco del paseo. Pero si me molestó, su forma de hablarnos allá. Así que me separé, un poco de su lado.

–Te amo David, te amo mucho. – Le recalqué – Pero no fueron modos, de tus comportamientos que tuviste hace rato conmigo, no me parecieron y todo lo contrario, me hiciste sentir muy mal.

Tenía que hacerle saber que esa no era la forma de tratarme, que tampoco podía usar sus influencias y hacer menos a los demás. No estábamos en la época del virreinato.

–Lo siento y haré lo que sea, para que me perdones, mi princesa.

Se notaba de verdad arrepentido, sus ojos me miraban con culpa y no podía seguir enojada con él, aunque tendría que hacer méritos para estuviera contenta del todo, me tendría que recompensar por el mal rato y porque no pudimos terminar el recorrido. 

–Sólo quiero que me abraces.

David me abrazó con ternura y yo me perdí en su abrazo relajándome completamente con su cercanía y empecé a cerrar un poco mis ojos, hasta que se me cerraron por completo con esa calma, que él siempre me daba. Estábamos sentados en la sala de espera del veterinario, cuando Fina se asomó con una cara de felicidad. Perecía que ya todo estaba resuelto y eso me alegró de verdad, me dio mucha pena verla sufriendo por Arnoldo.

–Chicos, les tengo buenas noticias – Nos dijo Fina – Arnoldo está fuera de peligro, tenías razón Alondra, le ha picado una abeja y está dolorido porque él se chupó la zona afectada y eso le hizo que le creciera más la zona de la picadura. El doctor le ha sacado el aguijón y lo va a curar. Solo quise avisarles, para que no se preocupen.

–Gracias a Dios que no le picó una araña ni nada venenoso – Dije haciendo quedar mal a David –Te esperamos aquí Fina.

Tampoco era que tuviéramos como regresar a la casa, así que en cuanto le entregaran a Arnoldo nos iríamos cada quien a sus respectivas casas. No estaban muy lejos las distancias, pero aun así nos gustaría que nos llevara o en dado caso que David condujera.

–Gracias chicos, de verdad.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora