Capítulo 124.-

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Narra Alondra Ferreyra

Cuando Fina volvió a entrar con Arnoldo, David quería morir de risa por mi comentario, pero se aguantaba, porque sabía que yo tenía razón. No debió alarmar a Fina de esa manera y menos en ese momento, en el que ella estaba muy afectada por su mascota. Una noticia así es muy dolorosa, pues puedes pensar, que se morirá tu mascota.

–Alondra, gracias por dejarme en evidencia mi reina – Me dijo mi chico –Eres única y por eso te amo.

–Yo también te amo, David. Pero siendo sincera, te pasaste haciendo sufrir a Fina, de la forma en que lo hiciste. Uno sufre mucho por sus mascotas, te lo digo por experiencia y no me pareció, que sin saber la alarmaras.

–Tienes razón Alondra, me disculpo contigo. Te amo, eres tan linda y tan tierna que quisiera, llegar a nuestra cabaña para hacerte el amor.

En ese momento a la veterinaria iba entrando Carmen y nos sorprendió a David y a mí su presencia. Pensaba que a esta hora ya estaría haciendo sus ejercicios.

–Madre ¿Qué haces aquí? – Le preguntó David sorprendido.

–Me dijo Don Leobardo lo que pasó con Fina y con Arnoldo, fui a buscarla a su casa y como no la encontré. Él se acercó a decirme que ustedes andaban con ella y que Arnoldo estaba enfermo, eso fue lo que dijo – Respondió Carmen.

–Hola Carmen, sí es que ya habíamos salido del paseo nocturno que acabó antes – Mentí – Camino a la cabaña nos encontramos a Fina en el bosque y andaba buscando a Arnoldo, nosotros le ayudamos y después vimos, que estaba con dolor y aquí estamos.

–Pobre Fina, ella adora a su perro. Es su único y más fiel compañero ¿Qué es lo que ha pasado? Al menos ya lo están atendiendo.

–Sí Fina, ya lo atiende el doctor y le ha picado una abeja.

–Pobrecito Arnoldo. David hijo, estás muy callado ¿Pasa algo malo?, ¿Cómo les fue de paseo?

–Todo bien madre – David volteó a verme – Pero estamos algo cansados, yo lo estoy más que Alondra. No acostumbro a dormir, en una bolsa de dormir y me está matando la espalda.

–Entiendo hijo y Alondra también se ve cansada. Esperemos a Fina y nos vamos a casa, ¿Les parece? Para irnos en caravana a la zona de cabañas, ya es noche y no quiero que Fina vuelva sola.

–Claro que sí, madre.

–Está bien, Carmen.

David y yo esperamos con Carmen ahí un par de minutos más y afortunadamente no tardó tanto en salir Fina con Arnoldo ya mejorado y con receta y medicamentos. Ellas se saludaron y todos nos despedimos ahí, después nos fuimos como dijo Carmen en caravana a la zona de cabañas y nosotros ya nos encaminamos a la cabaña de David y de Carmen.

Llegando entramos a la casa y David de inmediato subió a darse un baño, mientras que yo le ayudé a Carmen con los preparativos, para cenar los tres como era ya nuestra tradición.

–Alondra, ¿Te gustó el paseo nocturno? – Me preguntó Carmen – Dicen que ya está muy cambiado, yo fui hace años.

–Sí me encantó Carmen sobretodo el acampar ahí en el corazón del bosque, fue una experiencia maravillosa y la caminata en la noche, viendo la luna, los árboles y las estrellas eso fue fascinante para mí.

–Sí Alondra, debió serlo. Me doy cuenta, que a ti te gustan mucho todas esas cosas de aventuras, lamento mucho, que a David no le gusten tanto.

–Sí, él no se sintió cómodo en la casa de campaña. Dice que dormir en una bolsa, es incómodo y no estaba a gusto, pero valoro mucho, que por mí haya aceptado ir. El amor es hacer sacrificios, por eso lo amo Carmen.

–Él también te ama Alondra y nada que un buen baño y una infusión relajante, como la que les preparé además de la cena y pasarán una muy buena noche hoy.

–Sí Carmen muchas gracias, voy a poner la mesa.

Me puse a poner la mesa, mientras que Carmen destapaba un vino para cenar y sacaba un guisado del horno. No sé qué era pero olía delicioso y al aspirar su aroma me perdí en él y de inmediato, se despertó más el apetito, que ya traía. David bajó y se sentó a la mesa, Carmen nos sirvió vino y de cenar y después de una cena tranquila, yo me levanté a lavar los trastes, en lo que Carmen nos servía, ese té que olía delicioso.

–Chicos, tienen que tomar el té y subir a dormir. Están demasiado cansados y mañana ya es lunes y tienen que retomar sus clases en línea y tareas de la escuela – Nos recordó Carmen – Lo bueno ha sido, que pasamos un buen fin de semana.

–Sí Carmen, estuvo muy bien. David y yo nos la pasamos bien y espero que tú hayas descansado de nosotros y de la lata que te damos –Le dije a Carmen.

–Sí descansé pero anoche, no dormí muy bien. Los extrañaba mucho, pero lo bueno que ya están en casa.

–Gracias madre, el té está delicioso y me ayudará mucho. Me duele muy feo la espalda, esos paseos no son para mí – David comenzaba a quejarse de dolor – Espero que tengas algún analgésico que darme, me está comenzando la lumbalgia.

–Sí hijo, te lo daré y te lo tomas con tú té – Le respondió Carmen a David.

–Gracias madre.

Tomamos todo el té y después nos subimos los tres a la planta alta. Nos despedimos de Carmen y luego de eso, nos fuimos David y yo a su recámara en dónde nos pusimos la ropa de dormir y a dormir. Estábamos muy cansados como para cualquier otra cosa, me acomodé en sus brazos y el me abrazó con mucha ternura y amor. 

–Buenas noches, mi consentida. Te amo, Alondra.

Nunca me cansaría de escuchar sus tiernas palabras al acostarnos, soñaría con mi príncipe, como lo hacía todos los días desde que nos conocimos.

–Buenas noches David, descansa mi príncipe y sabes de sobra que también yo te amo. – Lo abracé más fuerte a mí.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora