Capítulo 21.-

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Narra David De María

Esa noche mientras cenaba con Alondra, llegó mi madre a casa. Se alegró de ver a Alondra y nos acompañó a cenar. Más tarde cuando ya subimos a dormir, mi madre me envió un mensaje al móvil dónde me decía que en cuanto se durmiera Alondra, fuera a su recámara porque quería hablar conmigo. Eso para nada me tomó por sorpresa, ya me imaginaba que iba a ser todo aquello. Así que con mucho cuidado de no despertar a mi novia, me levanté de la cama y fui a la recámara de mi madre, quién ya me esperaba sentada en su sillón. 

–Madre, ¿Qué sucede? – Me dirigí a ella preocupado – No es común que viviendo aquí en la misma casa, me envíes mensajes al móvil en la media noche.

No sé a qué conclusiones ha llegado, pero no estaba desobedeciendo ninguna regla, mi error fue no avisarle antes de que llegara y se encontrara de nuevo a Alondra en la casa, pero pronto lo entendería, ella sabía que no era de desobedecer órdenes.  

–David, pude notar que Alondra tenía una herida en la boca. Quiero saber ¿Qué ha pasado? Y ¿Por qué no está ella en su casa? No me lo tomes a mal hijo, yo la adoro pero pensé que hoy ya estaría en su casa, que el problema a estas alturas ya estuviera resuelto.

–Lo estaba madre y de hecho yo la fui a ver allá. He hablado con su padre para pedirle su consentimiento para ser el novio de Alondra de manera formal y me lo ha concedido, el problema es su madre. Esa mujer será un dolor de cabeza. Imagínate que se puso cómo una loca a golpear los vidrios del auto al verme ahí con Alondra y después fue ella misma quién le hizo la lesión en su boca. Por supuesto no me quedé callado y la puse en su sito – Comenté con mi madre la forma en la que sucedieron las cosas y ella me miró con incredulidad – Por eso la he traído conmigo, su mismo padre me dio permiso de que lo hiciera.

–Esa mujer definitivamente está mal de la cabeza, hijo y quiero pedirte que tengas mucho cuidado que no quiero que en una de sus locuras te termine haciendo daño. Apenas si puedo creer que una madre pueda ser así con su hija, pobre Alondra no me imagino lo mucho que debe estar sufriendo.

–Sí madre y sé que me vas a volver a decir que vamos muy rápido y todo eso, pero quiero pedirte que me ayudes por favor. No puedo dejar a Alondra seguir viviendo bajo el mismo techo que esa mujer, por favor te pido que me acompañes a hablar con su padre para que la deje venir a vivir con nosotros. Créeme cuando te digo que esa mujer es capaz de lo peor.

–David, ve a descansar y no podemos de momento precipitarnos. Entiendo tu preocupación pero antes de hacer algo, tenemos que dejar que las cosas se calmen. Te prometo que si vuelve a suceder cualquier otra cosa, iremos a hablar de inmediato con su padre.

–Gracias madre, que descanses – Le di un beso a mi madre y salí de su recámara.

Volví al lado de mi novia, me recosté y volví a acomodarla en mi pecho cómo siempre para dormir, afortunadamente ella no se despertó. Me daba cuenta que aquí tenía la paz que necesitaba, cuantas veces no habrá recibido ese trato de su propia madre.

Al día siguiente, nos despertamos tarde, desayunamos rápido y ni tiempo nos dio de bañarnos. Me ganó el sueño a mí también y eso provocó que se nos hiciera tarde, lo bueno fue que alcanzamos a llegar a tiempo al Tec, dónde el padre de Alondra ya nos esperaba para darle su mochila. Cada uno nos fuimos a clases, ese día cuándo terminé de mis clases ella me estaba esperando, la encontré sentada en una de las áreas comunes del Tec, en cuánto la abracé supe que estaba triste. 

–Mi cielo, ¿Está todo bien? – No pude contenerme de preguntar - ¿Qué tiene mi princesa?

–David, es que mi madre por mi culpa le ha hecho daño a mis sobrinas. Ayer desquitó con ellas su coraje ¿Me puedes llevar a mi casa por favor? Tengo que estar con ellas, por favor mi amor.

Era algo que no estaba dispuesto a hacer, ella siempre iba a estar en peligro estando cerca de su madre, era un riesgo total y me parecía imposible que ella quisiera regresar allá, con todo lo que representaba. Entendía que estuviera preocupada por sus sobrinas, pero nada podía hacer, su madre era muy agresiva y es capaz de volverle a pegar, no me lo quiero ni imaginar, estando ella sola, sin nadie que la proteja.

–Alondra, no quiero que te pase nada. Entiéndeme por favor, ahora con esto que me has contado, perdóname pero creo que tu madre está más mal de la cabeza de lo que yo pensé, debería entrar a algún grupo de ayuda, no es normal.

–David, ellas no tienen la culpa y mi hermana Anastasia, la madre de mis sobrinas me ha llamado furiosa que por mi culpa sus hijas han pagado por mi rebeldía. Sé que mi madre es difícil, pero no dejaré que le haga daño a ellas también, eso sí que no, me puede hacer todo lo que quiera, pero a ellas que no las toque.

–Está bien mi amor, te llevaré a tu casa, pero prometeme que si te pasa algo por mínimo que sea con tu madre, me vas a llamar – La hice hacerme esa promesa para poder calmarme un poco – Sí no, no te puedo arriesgar.

–Te lo prometo. Es más, anota los números de celular de mis mejores amigos de Julio y de Javier. Si por algo no tienes noticias mías, puedes llamarlos pero sé que no habrá necesidad. Mi madre ya debe de estar más tranquila – Quiso tranquilizarme Alondra, pero yo lo dudaba mucho – ¿Nos vamos mi amor?

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora