Capítulo 159.-

19 2 0
                                    

Narra Alondra Ferreyra

Escuchaba a mi David hablarme, pero era inútil, no podía abrir los ojos o no sé, lo que estaba pasando. Luego de un rato, no sólo escuchaba a David, también escuchaba a Carmen y ella estaba muy preocupada por mí y cuando por fin pude abrir los ojos, ambos me miraban preocupados y me tenían oliendo alcohol y mis pies estaban en alto, tenía trapos en la cabeza y no sé qué más.

–Alondra, ya has despertado mi consentida – David me dio un beso en la mano – Estoy preocupado, mi princesa porque te desmayaste.

No entendía que era lo que pasaba, solo estaba dormida y me despierto con todo esto y ellos con cara de espanto. 

–Alondra, todo esto, no me está gustando hija – Me dijo Carmen –Tengo que avisar a Manuelito, a tú padre.

Si de él precisamente salí huyendo de la casa, me va a impedir seguir viendo a David, pues mejor hubiera sido, que lo dejara pasar hoy, cuando fue a la casa, que afán de estar complicando las cosas. 

–No Carmen, no por favor. No quiero que lo hagas. Me va a regañar – Le supliqué – Me salí sin permiso.

Le confesé, porque cuando llegué le hice creer, que solo venía a ver a David y ya, no que estaba afuera de mi casa sin el permiso de mi papá, que de seguro, ya se ha de haber dado cuenta que no estoy en la recámara, como él pensaba.

–Alondra y David, no sé lo que haré con ustedes. Pero ya duerman mejor, les traeré un té – Nos dijo amablemente Carmen – Espero que ambos, reflexionen y valoren mucho lo que tienen. Es único en el mundo y deben ya dejarse de tanto problema y amarse como tienen que hacerlo, por su propio bien y el de su estado de salud. No es sano que a su edad, tengan tantos problemas.

Le íbamos a hacer salir canas verdes a nuestros padres, pero Carmen tenía razón, debíamos centrarnos en nosotros dos, a seguir amándonos y no llevar las cosas pequeñas a algo que se puede salir de control, como habia sido lo de hace unos días.

–Gracias madre – Le dijo David – Todo estará bien, mi consentida y yo, ya nos hemos reconciliado.

Me había dado cuenta, que ninguno de los dos podíamos estar separados. Él había dado el primer paso y yo al ver que papá no lo dejó que hablara conmigo, busqué la forma de estar juntos.

–Voy por él té, chicos – Carmen, nos dejó a solas.

David se recostó a mi lado y me abrazó, como sólo él sabía abrazarme y consentirme. El me hacía sentir especial siempre, él me hacía sentir única y me hacía soñar despierta siempre y en todo momento. Lo amaba y me valía todo, hasta el haberme desmayado con tal de que ambos, pudiéramos ser felices juntos.

–Alondra, por favor. Tienes que ponerte bien mi consentida – Me pedía mi príncipe – Me has dado un susto de muerte. Tuve que vestirte y llamar a mi madre, para que me ayudara a hacerte volver.

Yo no me acordaba que había pasado después que estuvimos haciendo el amor, me quedé como en un sueño bonito, hasta que escuché su voz preocupada que me llamaba. Por qué no sentí, que me habia desvanecido como otras veces.

–Sí, amor. Es que he tenido mucha depresión, por todo lo que está pasando con nosotros, que no sé ni cómo es que seguí con vida, al sentir que te perdía una parte de mí murió – Le confesé – No podía seguir sin ti a mi lado, mi amor.

Había tenido tanto miedo, cuando pensé que ya no lo volvería a ver nunca más, y cuando me di cuenta que él era el que tocaba a la puerta de la casa, me vino el alma al cuerpo, sentí maravilloso, de que fuera a buscarme.

–Yo sentí lo mismo, lo bueno es que ya nos hemos reconciliado y confirmado, que nos amamos más que nunca, mi consentida. Quiero permanecer todo el día contigo, todas las noches de mi vida. Amarnos mucho siempre y estar juntos.

Ya no quería que nada nos mantuviera separados, porque si mi papá me encerraba de nuevo, me le volvía a escapar, esto era mucho más fuerte que yo. 

–Sí, eso mismo quiero yo David y lamento que mi papá se pusiera en el plan del padre modelo contigo, él nunca se preocupó por mí y de pronto lo hace. Eso no me pareció bien en lo absoluto pero, no se puede hacer más nada.

–Relájate por favor, mi consentida. Tú padre al ver que nos amamos, se retractará de su negativa de que yo te vea, tenemos que darle tiempo – David se apenó – Y aceptemos que yo, también tuve mucha culpa por permitir que, de lo que pasó se hiciera un gran jaleo, no fue para tanto.

Yo ahora me pongo en su lugar y por como soy, cero que le hubiera hecho una peor, porque soy muy celosa, la verdad no me quiero imaginar cómo me hubiera puesto si lo veo besándose con otra mujer, ahora lo entendía, no importa si hubiera sido un artista o no, no debí besar a otro y menos en su cara.

–David, perdóname – Lloré desconsolada – Ya que te has calmado, quiero aprovechar para pedirte, que me perdones y para pedírtelo por favor. No quiero que sufras más. Te quiero tanto mi amor y te prometo, que en lo que me reste de vida, no volveré a comportarme, de esa espantosa manera.

Había aprendido la lección, no haría algo que no me gustaría que me lo hicieran a mí, porque de solo pensarlo me hierve la sangre.   

–Lo sé Alondra, no te preocupes mi consentida. Te amo y no dejaré que nada nos separe.

Nos dimos unos besos muy tiernos, los cuales encerraban todo lo que ambos estábamos sintiendo y experimentando. Nos amábamos demasiado y ahora me sentía, más tranquila y más segura que nunca en los brazos del hombre al que amaba. Carmen llegó en ese momento con el té y nos separamos para tomarlo.

–Tomen el té chicos y espero que pasen muy buena noche – Carmen nos dio una taza a cada uno – Yo los quiero mucho a ambos y por eso haremos esto bien. Mañana, te llevaré a tu casa Alondra y ya que todo esté más en calma, yo misma hablaré con Manuel.

Carmen seguía queriendo ir a hablar con mi papá, cosa que no estaría de acuerdo nunca. Porque él era capaz, de convencer a Carmen y entre los dos separarnos y eso yo, no le iba a aceptar. 

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora