Capítulo 51.-

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Narra Alondra Ferreyra 

Por días y más días mi felicidad era total, íbamos al Tec mi príncipe y yo, por las tardes la pasábamos juntos, haciendo tareas o deberes cómo decía él. Veíamos en la televisión la historia de Floricienta en el canal de Disney o cuando no alcanzábamos por alguna razón a ver algún capítulo eso, para mí príncipe no era ningún impedimento él se las ingeniaba para buscarlos por internet para no perder ninguno y poder seguir con la trama. 

Uno de esos días de fin de semana de tranquilidad, ya sabiendo que Petra estaría encerrada un tiempo en la cárcel, eso nos habían dicho. David y yo decidimos romper la rutina de ese sábado en la noche y nos fuimos al cine, queríamos salir de ese encierro voluntario, pero en realidad debíamos tener cuidado, uno nunca sabe de qué se puede valer la gente de su calaña, yo la conocía muy bien.

–Alondra, ¿Qué película se te antoja ver mi princesa? – Me preguntó David – Creo que hay demasiadas opciones.

Cuando llegamos al cine, las pantallas anunciaban muchas opciones tal como me acababa de decir David, había películas de todos los géneros, pero no podíamos saber a ciencia cierta de qué trataba cada una de ellas, esa era nuestra pequeña incógnita.

–Vayamos a ver las sinopsis allá – Respondí señalando el lugar dónde ponían las reseñas de las películas – Sólo así podemos decidir por alguna.

–Vamos, yo tengo en mente una de terror para poder abrazarte o una de acción – David me abrazó y caminó conmigo hasta llegar dónde estaban las reseñas – Espero que no te moleste que no vayan conmigo las tramas de romance.

Eso era algo de lo que no le había hablado a David, más bien era un lado de mi personalidad que estaba bien guardado. 

–Ya somos dos y no me molesta sino todo lo contrario mi amor. Me encanta que sean de los pequeños detalles que me hacen que me enamore más de ti, eso de tener cosas en común.

David me besó con ternura en los labios y yo le correspondí totalmente enamorada, perdiéndonos en el beso en medio de la multitud que estaba en el cine. Cuando nos besábamos perdíamos la noción del tiempo y del espacio, parecía como si solo existiéramos los dos. De pronto muy en el subconsciente me llegó una voz conocida que resonó en mis oídos y me hizo por instinto abrazar con más fuerza a David.

–Ada, ven acá hija. No corras por favor, tu abuelita ésta débil y no podemos alcanzarte.

Parecía ser la voz de mi hermana Anastasia nombrando a mi sobrina, tenía la tentación voltear para ver a mi sobrina y a la vez no, ni siquiera quería que me vieran para que no le fueran con el chisme a Petra, porque de todo le tenían que dar cuenta, eran unos borregos dirigidos por una loba astuta y manipuladora, todos se dejaban gobernar por ella, no tenía criterio propio, eran unas marionetas que podía mover a su antojo.

David, estaba frente a ellas y me abrazó con más fuerza, con más amor y pronto me jaló aún más hacia él. Yo me quedé inmóvil sin saber ni que hacer, ni que preguntar, ni que decir, no me salía nada, me quedé completamente muda. Confiaba en él y a dónde él quisiera llevarme, lo demás me daba igual, salimos del cine, íbamos casi corriendo sin rumbo fijo, yo solamente podía seguirlo.

Nos metimos a una tienda de ropa de la plaza y rápido comenzamos a caminar abriéndonos paso entre la gente que al ser fin de semana, se reunían ahí para pasear y para comprar ropa, yo seguía caminando a paso apresurado, pero no sabía que era lo que pasaba.

–David, mi amor ¿Qué está pasando? – Le pregunté muy preocupada - ¿Por qué salimos huyendo del cine?

Así me pareció a mí por cómo se dieron las cosas, ya estando un poco más alejado del lugar me atreví a preguntarle, salimos como si nos estuviera persiguiendo el mismo diablo.

–Alondra, mi princesa. No quiero que te asustes por favor, prométemelo ¿Vale? – David me miraba con coraje.

–Vale, te lo prometo. Dime ¿Qué pasa mi amor? Por favor.

–Alondra, mi princesa. Tenemos que buscar la manera de salir de acá – Dijo David muy alterado – He visto a Petra con una de tus hermanas y una muchacha. Ella creo que no nos ha visto pero no te pienso exponer.

–Amor, lo que dices no tiene pies ni cabeza – Dije queriendo calmar a mi corazón que amenazaba con querer salirse del pecho, lo que me decía no era posible – No la pudiste ver, Petra está detenida, está en la cárcel.

–Alondra muñequita, te digo que la he visto. No sé ¿Cómo ha hecho para salir? Pero debemos irnos de aquí. No quiero verla y que nos vea.

Era pánico lo que empecé a sentir, como era posible, ella debería estar en la cárcel, ella pudo haber movido varios hilos y logrado que la dejaran libre.

–Está bien David, te amo mucho y yo confiaré plenamente en que siempre harás lo que sea mejor para mí – Dije agradecida – Vámonos mi amor, no quiero que me sueltes.

–Eso nunca. No te puedo soltar muñequita. Tampoco quiero hacerlo, daría mi vida por ti y eso lo sabes.

–Lo sé porque yo sin dudar, la daría por ti completamente mi amor.

Salimos de la tienda de ropa volteando en todas las direcciones y tomados de la mano, con prisa esquivando a la gente para evitar que fuéramos a ver a Petra. Yo le pedía a Dios con todas mis fuerzas que no la fuéramos a encontrar, no quería y no podía soportar la idea de verla. Bajamos corriendo al estacionamiento, por las escaleras para que fuera más rápido.

Subimos al auto de David y de inmediato él puso los seguros. Nos volteamos a ver, como si de un imán se tratara. Lo abracé muy fuerte y temblando de miedo, de pánico, de muchas sensaciones horribles que recorrían todo mi cuerpo. El me besó dándome la seguridad de que con él nada malo me pasaría y yo confiaba a ojos cerrados.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora