Capítulo 161.-

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Narra David De María

Al día siguiente, mi madre subió a mi recámara para despertarme. Ella era rara la ocasión que hacía eso y me sorprendió mucho que lo hiciera. Además era muy temprano aun. 

–David, despierta hijo. Por favor – Me pidió mi madre – Lamento despertarte, pero abajo está Manuelito, el padre de Alondra y ha venido por ella.

–Madre – Abrí apenas un poco los ojos – No lo dejes que se la lleve madre, mi princesa sigue dormidita.

–Lo sé hijo, por eso he venido a despertarte. Necesito que la despiertes, por favor porque Manuelito está en un plan muy difícil y ha venido a llevársela. Despiértala hijo y ahorita bajan, por favor.

No iba a permitir que la alejaran de mi lado, ella tenía que haberlo convencido, estaba seguro que le diría la verdad, de que Alondra estaba aquí, pues no era de las que mintieran, pero al menos le hubiera dicho que luego iríamos a su casa, no sé, algo que nos diera más tiempo para estar juntos.

–Pero madre, yo no quiero que nos separen por favor, te lo pido y además quedaste tú que nos ibas a ayudar a Alondra y a mí a que eso no pasara.

–Sí David, sé lo que dije pero entiende hijo, que si ha venido por ella, no nos podemos oponer a que se la lleve. Te propongo algo, la despiertas, bajan y desayunamos todos juntos. Así él se calma y vemos lo que podemos hacer ¿Te parece bien?

–Sí madre, tampoco es que me dejes mucha alternativa que digamos.

Pues de todos modos tendría que bajar con Alondra, no nos íbamos a quedar todo el día en la recámara escondidos, si no habíamos hecho nada malo. Pero no podíamos hacer otra cosa, que obedecer a nuestros padres.

–Está bien, hijo. Los espero allá abajo.

Mi madre bajó con el papá de Alondra, yo me levanté soltando con cuidado a mi princesa del abrazo. Me fui al baño y me cepillé los dientes, me vestí, me peiné y después comencé a quererla despertar, que era la tarea más difícil de todos mis días.

–Alondra, mi amor. Por favor despierta mi consentida – Le pedí al oído – Tenemos que bajar a desayunar.

Era la tarea más difícil que me tocaba siempre que estábamos juntos, despertarla era sumamente tardado, por eso me despertaba mucho antes, para poder despertarla.

–David, ¿Eres tú o estoy soñando? – Me dijo adormilada – Abrázame mi amor.

–Sí soy yo, mi princesa.

La abracé y ella, se relajó totalmente, yo de nuevo comencé a quedarme dormido hasta que reaccioné y recordé que teníamos que bajar a desayunar con mi madre y con el papá de Alondra.

–Mi amor, tenemos que bajar a desayunar – Le di un tierno beso – Hace ya un rato que mi madre, vino a avisarme que está tu padre aquí abajo.

Se despertó del todo, esa noticia también me había hecho lo mismo a mí, aunque no quisiéramos lo teníamos que enfrentar juntos, no nos debíamos oponer aunque no nos gustara. 

–David, sé que mi padre ha venido a llevarme. De seguro, ya le dijo a Carmen lo que le dijimos anoche que me escape. No dejes que me lleven, no quiero que nos volvamos a separar, por favor.

–No, mi amor. Escúchame por favor Alondra. Te amo y veremos que hacemos, te dejo aquí ropa para que te cambies y ahorita bajaremos juntos a arreglar esta situación mi princesa.

No nos podíamos desesperar, debíamos escuchar que era lo que quería su padre, Don Manuel ya se había dado cuenta, que no podíamos estar separados por mucho tiempo, siempre buscaríamos la manera de estar juntos.

–Sí David, está bien mi amor. Cómo tú digas.

Alondra se metió al baño a asearse, se cambió rápidamente y yo la ayudé a arreglarse un poco su cabello, la peiné con mucho cuidado y ya que estuvimos ambos listos y preparados, bajamos con mi madre y con el papá de mi princesa, ya nos estaban esperando.

–Hola buenos días – Dijimos Alondra y yo.

–Buenos días chicos – Respondió Don Manuel – Carmen y yo, queremos hablar muy seriamente con ustedes dos.

Respiré profundamente, debía mantener la mente abierta, traté de sornarme un poco, mirar esto como un aprendizaje, pues haría todo lo posible para que no nos volviera a pasar. De todo esto tenía que salir algo bueno, de eso estaba seguro. 

–Así es pero, primero vamos todos a pasar a desayunar – Nos dijo mi madre – En lo que bajaban, Manuel y yo, preparamos el desayuno.

–Está bien – Respondí.

Nos fuimos a lavar las manos, no muy animados, lo notaba también en ella. Alondra y yo para después pasar a sentar a la mesa con nuestros padres. 

El ambiente se sentía tenso y muy incómodo, hacía que yo deseara no estar en esa situación y estoy seguro que a Alondra le pasaba lo mismo, pero la pobre no levantaba ni la mirada, para ver ni a su padre ni a mi madre. Fue hasta que terminamos de desayunar que, ellos empezaron la plática.

–Alondra hija – Le dijo Manuel –Lamento mucho si fui muy duro contigo ayer, al no dejarte que vieras a David.

Eso había sido lo que desató todo, pues tal vez nos hubiéramos mantenido separados cada uno en su casa, pero no en la forma, que lo había hecho su padre, prohibiéndonos ver, porque estaba más que sabido que no ayudaba, simplemente porque haríamos todo lo contrario. Buscaríamos la manera de estar juntos y fue precisamente lo que hizo, Alondra.

–No pasa nada papá – Respondió mi chica – Solo que me pareció muy injusto de tu parte como trataste a David, cuando yo fui la única culpable de toda esa situación. Yo hice mal, no él.

–Sí Alondra, tú cometiste el error, pero nada justifica el trato o el maltrato que David te dio después y te lo digo aquí con Carmelita presente, David no tenía que ser tan grosero contigo, ni conmigo pues cuando me llamó, no me pidió de buena manera que fuera por ti, me amenazó con echarte a la calle si no lo hacía y después cuando Axel fue por ti, le tronó los dedos. Eso no se hace y como podrás entender Alondra y también tú Carmelita, no podía dejar que David viera a Alondra, así como si nada hubiera pasado.

–Eso no te tocaba decidirlo a ti – Alondra respondió enojada – Yo lo amo, tanto que le debió costar a David ir a pedirme perdón y por tu culpa y la de Axel, casi lo pierdo. Por eso no tuve otra que escaparme en la noche, para poder verlo.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora