Capítulo 175.-

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Narra Alondra Ferreyra

Desperté en la enfermería del Tec muy aturdida y sin saber lo que pasaba conmigo, cuando abrí los ojos, vi a la doctora caminar hacía dónde yo estaba. Ella me miraba con angustia y tristeza, no me acordaba como había llegado ahí, sólo que estaba con David y me desvanecí. 

–Alondra Ferreyra Pérez, tú novio está afuera ¿Quieres que lo dejé pasar? – Me preguntó la doctora, muy preocupada – Te ves muy mal y sola, no te puedo dejar ir a casa.

Pues yo no sentía con fuerzas, para pararme, porque estaba muy aturdida todavía, pero ya que David, aún estaba ahí, que me ayudara en eso.

–Está bien doctora, dígale a mi chico que pasé por favor – Le pedí – Me siento mareada y un poco aturdida.

–Claro, lo hago pasar enseguida. Quédate acostada, por favor ¿Una pregunta, Alondra, es la primera ocasión que te desmayas?

–No doctora, pero hoy seguramente, me desmayé porque he estado sometida bajo mucha presión – Le expliqué a la doctora – Espero sentirme mejor, en un rato.

–Tranquila, no pasa nada. Ahora vuelvo, con tu novio.

La doctora salió y me quedé como tonta acostada, viendo al techo, me sentía débil como si las fuerzas se hubieran ido de mi cuerpo. No tenía ganas de ver a David, no después de como se puso en la mañana, pero tampoco quería, que se enteraran que me había desmayado nadie en mi casa o se haría mucho relajo con eso y yo odiaba ser, el centro de atención.

–Mi consentida – David, me tomó la mano y estaba llorando – Menos mal, que has podido despertar. Me estaba volviendo loco y crispándome de los nervios, allá afuera.

–No te preocupes David – Dije tristemente – Solo me quiero ir a mi casa, por favor vámonos, estoy cansada y tengo sueño.

–Alondra ¿Qué va a pasar con nosotros?, por favor perdóname, por nuevamente no medir mis palabras. No puedo con los celos, no soporto ver a ningún hombre, tener una muestra de cariño por ti. No puedo verte, con nadie que no sea yo.

–Lo mismo me ha pasado a mí, pero tú, no me tomaste en cuenta, para mentirme e irte a casa de Lola – Le recriminé – ¿La sigues amando?

Le hice la pregunta, porque esa la impresión que él me daba, ya eran demasiados problemas, por esa mujer. David estaba por responder a mi pregunta, cuando la doctora entró a dónde estábamos. Empezó a anotar unas cosas en una libreta y después ella, se nos quedaba viendo. Algo me daba miedo, que dijera que pensaba que yo, tenía algo grave o algo por el estilo.

–Alondra, ya te puedes ir si te sientes mejor – Dijo la doctora – Te aconsejo que, aunque tengas más clases por hoy, no las tomes y te vayas a descansar, que buena falta te hace. Supongo que, también te desvelas mucho y por eso te has desmayado.

–La verdad sí, me he desvelado mucho – Admití – Pero, me siento mucho mejor y quiero irme. Le prometo que me iré directo a descansar, así como estoy, no podría quedarme a clases.

–Bien, puedes llevártela jovencito – Le dijo a David – Pero mi recomendación es la misma, llévala a descansar. Lo necesita.

–Claro, doctora, yo la llevaré a descansar. Se lo prometo y muchas gracias, por sus cuidados que son los que la han hecho que ella, pueda reaccionar.

–Nada que agradecer joven, para eso estoy aquí. Ahora vayan con cuidado y si tu novia se sigue sintiendo mal, te pido que la traigas aquí de nuevo, por favor.

–Claro que sí, doctora. Yo la traeré si algo surge, se lo prometo, pero espero que mi novia preciosa, pueda estar mejor. Gracias por todo.

–Gracias, doctora.

–Por nada, hasta luego chicos.

Me fui con David, ya no pude ver a mis amigos, entrar a clases, nada de nada. Todo eso me ponía de un humor terrible y no tenía ni ganas de irme con él, pero viendo la situación si quería descansar, solo con él podría hacerlo. En casa con mi papá, hoy estarían unos tíos y mis primos, además de mi hermana Anastasia y mis sobrinas, quienes apenas me ven y quieren jugar conmigo. 

Las amo y adoro jugar con ellas, pero después de la noche que pasé, prefiero irme a dormir, así tenga que ser en casa de David y de Carmen, no le veía de otra. 

–Mi consentida, vamos un rato a casa por favor – David, me tomó de la mano – Vamos al auto y nos vamos para allá.

–Sí, mi amor – Le dije a mi chico – Vamos, tengo demasiado sueño.

Ahora en lo único que pensaba era en poder llegar a casa, acostarme, dormir y olvidarme del mundo entero. No quería saber nada de nadie, ya con mis problemas tenía de sobra y nadie me los iba a solucionar, siempre había sido yo, contra el mundo.

–Vamos, princesita.

Caminamos al auto y nos subimos. Todo el camino íbamos en silencio, pero yo no era de las que les gustaba quedarse callada, ni guardarme las cosas. Traté de contenerme lo más que pude, hasta que ya no pude y cuando estábamos detenidos en un semáforo, mi boca habló por si sola, recordando como fue, que encontré a mi chico abrazando a esa mujer, cuando hice lo que hice, cuando tuve ese estúpido arrebato, que me llevó a meterme en problemas.

–David, sólo por curiosidad ¿En que estabas pensando, cuando abrazaste a esa mujer? Quiero saber, lo que ella te da, que, ciertamente, yo no puedo darte, pues no la dejas de buscar, me imagino, que sigues comunicándote con ella – Dije llena de dolor – Sí la sigues amando, yo prefiero que me lo digas, total, feliz no he sido jamás.

Pues no recordaba un día de mi vida, en el que fuera totalmente feliz, estaba negada a serlo, como si yo estuviera pagando un pecado o una penitencia ajena, y por eso había sufrido tanto, pensaba yo, porque no le veía otra explicación, era como un castigo. Y había pensado también, que al estar, David en mi vida eso cambiaría, pero no es así, sigo siendo la misma, a la que no le va bien en la vida, en ninguno de sus aspectos.

–No digas eso mi amor – David tomó mi mano y la besó – Yo te amo y sé ahora, que yo debí decirte la verdad. Pero es que, tampoco me dejabas mucha alternativa, que digamos, siempre me doy cuenta, que cuando digo algo de socializar, tú simplemente, te cierras y te enojas, no te puedo obligar a que salgas conmigo, a hacer lo que hacemos los jóvenes, como nosotros, porque no te gusta.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora