Capítulo 196.-

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Narra Alondra Ferreyra

-Bien, Manuelito, lamento mucho, que nos hayamos aparecido aquí en tu despacho, para algo más, que no es el venir a saludarte - Dijo Carmen - Sucede que, debes estar enterado, que Petra denunció a mi hijo David, por el incidente que ocurrió en el hospital, el día que fuimos a acompañar a Alondra a ver a su abuelita, cosa que, por culpa de Petra, no fue posible.

-Sí, Carmelita - Respondió mi papá - Estoy al tanto de todo y de lo que ha hecho Petra, no puedo yo hacer nada. Lo siento, pero David la lesionó gravemente, tiene múltiples lesiones y no pude evitar, por más que traté de evitar la denuncia en contra de David, sintiéndolo mucho Carmen y me da mucha pena contigo.

El escuchar a mi padre decir, que no pudo hacer nada, para impedir que la desgraciada de Petra, denunciara a mi David, me lanzó un balde de agua helada a mi cuerpo. Sentí volverme loca de coraje, entonces solté a David y me puse de pie para enfrentar a mi padre, algo que nunca en mi vida había hecho, al menos no de esa fea manera.

-Papá, lo siento mucho yo también - Lo miré a los ojos de pie frente a él - Pero a mí no me sirve, que lo sientas y que digas que no pudiste hacer nada. Carmen, David y yo, no hemos venido, para eso aquí contigo. Hemos venido para que le digas a la loca de Petra, a tu mujer, que retire esa denuncia, ¿No te das cuenta, que ella sólo quiere arruinar la vida de mi chico? ¿No ves lo que ella le hizo también?

Le enseñé los rasguños y moretones, que traía David, también, en este caso sería denunciarla, también por agresión, pero eso no lo veía nadie, todos se hacían, los sordos y los ciegos.

-Hija, Alondra por favor, tu mejor que nadie sabes que, lo que ha cometido David, es un delito grave y no lo digo porque golpeara a Petra, lo digo porque ha actuado, contra la ley y Petra, tiene todo el derecho de pedir justicia, tu eso lo sabes muy bien - Explicaba mi papá - Además Carmen, puede contratar a un buen abogado y esto, solo será un mal susto.

Él solo veía de la parte de Petra, la iba a defender a capa y espada, como siempre lo había hecho y por eso ella se sentía intocable, porque tenía quien la defendiera, me daba tanta rabia que ella gozara, de esos beneficios y nosotros, no pudiéramos tener un apoyo de su parte, aunque fuera por una vez, que pusiera en duda, las palabras de Petra.

-Creo que no me estás entendiendo, Manuel Ferreyra - Grité alterada - Te exijo que esa idiota, quite la denuncia en contra de David, que no pienso permitir, que ella con sus estupideces, le joda la vida al hombre al que amo y que de paso se la joda a Carmen y a mí. Y no me hables ahora de justicia.

Porque él podía ser muy buen abogado, incluso el mejor, pero nunca había hecho nada, para defenderme, ya fuera en su casa o en la Delegación, que de seguro, ahí me la hubiera pasado yo, porque su mujer le iba a decir, que me dejara encerrada.

-Alondra, por favor, hija - Me dijo Carmen.

Ahora no me podía calmar nadie, estaba en todo mi derecho en reclamarle a él, a mi propio padre, las cosas que habían sucedido, en sus narices y de las que no había intervenido, en lo absoluto.

- ¿Quién en todos estos años, ha pedido justicia para mí?, ¿Quién papá? Pues te recuerdo que tú, también, si a leyes vamos, has actuado en contra de la ley, todo este tiempo que has presenciado abusos, golpes y maltratos de Petra, en mi contra y que la única vez, que logré que la metieran presa ella bien fácil dio dinero y salió libre.

Yo me encontraba súper enojada con mi papá, él no podía ver más allá, de lo que le decía su mujer, de todas las que sabía él que había hecho y de todas las que le había dejado pasar y esta vez, yo no les iba a permitir, que no hicieran nada en su contra.

-Alondra, mi princesa tranquila - David se puso de pie y me quiso calmar - Mira, entiende un poco también a tu padre, él está entre la espada y la pared, pero algo es verdad Don Manuel, usted ni nadie ha pedido justicia, para Alondra todas las veces, que su mujer ha abusado física y verbalmente de mi novia. Yo lo siento, pero sean cuales sean las consecuencias, no me arrepiento en nada, de haber arremetido en contra de Petra.

Lo apoyaba, ella había comenzado todo el alboroto y ahora quería salir, con las manos limpias, y no se me hacía justo, que toda la culpa recayera en contra de, David.

-Manuel, sé que Petra te tiene hipnotizado y que verás siempre más por ella, que por nadie - Intervino Carmen - Pero, no se me hace justo en absoluto, que no nos preguntes a nosotros nuestra versión. Nosotros estábamos ahí y yo misma, que no tengo porque mentirte, te puedo sostener que Petra, me ha agredido a mí también.

-No lo puedo creer Carmelita - Dijo mi papá apenado - Eso no lo sabía, ella solo dijo que David se le fue a los golpes.

Ahí estaba todo el trasfondo de sus mentiras, porque no dijo toda la verdad, la agresión que recibí de su parte y luego todo lo demás que se inventó. Pues ella, para hacer una denuncia de ese calibre, debe tener las pruebas.

-Eso no dice en la denuncia - Rebatí - Ella mintió, que también fue violada por mi chico, yo la he leído y no puedo creer papá, que sabiendo lo loca que está Petra, no pienses hacer nada. Una cosa es que diga lo que ha pasado y otra muy diferente, es que ya le añada cosas que no pasaron, tampoco dice, que ella me agredió primero a mí.

Estaba que me llevaba la chingada, como otra vez esa vieja loca, se iba salir con la suya, porque mi papa estaba cegado por ella, pues nunca había tenido fuerza de voluntad para ir en su contra, aunque tuviera en frente de sus ojos y él haya visto en primera fila, de lo que era capaz esa señora.

-Así es Manuel, yo estaba ahí y puedo decirte de frente y en tu cara que David, sí le ha pegado a Petra, pero también fue en defensa propia - Admitió Carmen - Pero de lo otro que se le acusa, nada es verdad. Espero que tú como la persona honorable que eres, nos puedas ayudar.

Ahora sabiendo esto, no se podía poner a favor de su mujer, ella era la causante de todas mis desdichas, desde que nací, hasta la fecha, llevo recibiendo de su parte, puras agresiones, porque nada de eso ha salido a la luz.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora