Capítulo 17.-

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Narra David De María

Al día siguiente, me desperté a tiempo con ayuda de la alarma y me tomé el tiempo necesario para despertar a mi chica, la abracé con ternura, se veía tan tierna, la llené de besos y al notar que no despertaba, dejé que siguiera durmiendo, como me dijo antes, era muy difícil de despertar, así que me metí a darme una ducha rápida para dejarla dormir un poco más, después de salir del baño, me arreglé y me propuse ahora sí poderla despertar. 

Me tome el tiempo necesario, ya que la alarma la había puesto una hora antes, previniendo la demora de ella para poder despertar. Cuando ella abrió sus preciosos ojos para mirarme, de tanta ternura que me dio, la besé con mucha pasión sin pensármelo dos veces y ella enseguida se lanzó a mis brazos sorprendida de que ya estuviera levantado y arreglado, siempre trataba de ser prevenido.

–David mi amor, ¿Mi amor, qué hora es? – Exaltada se sentó en la cama – No puedo faltar a clases y menos a mí examen.

Era muy dedicada a sus estudios, me dio gusto al saber que ella había pedido una beca para estudiar por sus propios medios, vivía preocupada de que por alguna falta, le fuera retirada la beca y hacia todo lo posible por ser puntual en sus obligaciones, como bien me daba cuenta; eso hablaba bien de ella, una mujer comprometida con lo que quería.

–Buenos días mi cielo, ¿Cómo dormiste mi princesa hermosa? – La abracé en lo que despertaba por completo – Te he preparado la ducha, para que te puedas dar un baño y bajemos a desayunar.

–Gracias mi amor, pero espérame aquí en lo que me baño. Me da pena bajar a mí sola y encontrarme con Carmen – Admitió ella muy nerviosa – Por favor David.

–Claro mi cielo, aquí te espero. En el baño te he dejado toallas y ya también metí tu ropa al vestidor para que puedas cambiarte.

–Gracias mi amor.

Alondra se metió a darse su ducha y yo me quedé haciendo la cama. Ya que ella estuvo lista, noté que no se había secado bien su hermoso y largo cabello ya que lo tenía prácticamente empapado. Le ayudé a secárselo con la ayuda de una toalla y después se lo cepillé con mucho cuidado de no jalárselo ni de lastimarla, era lo que menos quería. 

– ¿Ya estás lista para bajar?

–Ya mi amor.

Bajamos enseguida a desayunar algo que mi madre ya nos había preparado. Me pude dar cuenta que a ella no le gustaba el huevo, ni el chocolate, porque fue lo que no comió del desayuno que nos preparó mi madre.

– ¿No te gusta el chocolate?

–Lo siento por Carmen, que se tomó la molestia de prepararnos todo esto y a mí no me gustan muchas cosas.

–No te preocupes, ya así vamos sabiendo que te gusta y que no.

–Pues dirán que limosnera y con garrote.

Nos reímos mi madre y yo, sus ocurrencias eran muy chistosas, solo que si a uno no le gustaba algún alimento, no tenía por qué sentirse presionada. Terminamos de desayunar, nos despedimos de mi madre, nos fuimos de nuevo en el auto de mi madre, todo el camino nos fuimos tomados de la mano y en cada luz roja me detenía para besar a Alondra en los labios. Estaba totalmente loco por ella, de eso no había la menor duda.

Llegamos al Tec y dos tipos en cuanto vieron a Alondra caminar por el pasillo, la abrazaron enseguida, lo cual me puso demasiado celoso, pero no lo demostré, yo estaba seguro que había una explicación para tal demostración de afecto. Ella se puso a conversar con ellos y yo fingí no prestar atención, hasta que ella me tomó desprevenido y me los presentó.

–Javy, Julio, les quiero presentar a David De María mi chico – Alondra sonrió orgullosa haciéndome sentir afortunado.

–Mucho gusto, soy Javier García amigo de Alondra de toda la vida – Se presentó uno de ellos, de inmediato le estreché la mano.

–Igualmente, gusto en conocerles – Respondí yo después de saludar a ambos.

–Yo soy Julio Cesar, el amigo más antiguo y compañero de cunero de Alondra. Lamento molestar este momento pero tenemos examen, así que dense un beso rápido – Ordenó Julio, lo que me hizo morir de risa.

Tomé a Alondra entre mis brazos y la besé apasionadamente deseándole suerte en su examen. Después de eso, ella desapareció de mi campo de visión al irse caminando con sus dos amigos, entonces recordé que a uno de ellos lo iba a ver el día del choque, al que se llamaba Julio, por fin pude conocer al que había dejado plantado para ir conmigo al café. Me fui a clases y mi día transcurrió con normalidad, hasta que llegó la hora de que terminé de mis materias y le envié a Alondra un mensaje diciéndole que la esperaba en la biblioteca para después llevarla a su casa. 

Estaba en la biblioteca leyéndome algo, que no la vi entrar y además ella me cubrió los ojos para después darme un beso acompañado de una figura de papel, algo que se me hizo muy original que tuviera ese talento para doblar papel y hacer arte con él. Ella me tomó de la mano y salimos de la biblioteca y ya estando fuera, nos desvivimos en darnos mil besos que parecía que teníamos siglos sin vernos cuando apenas habían sido si acaso unas pocas horas.

–Mi vida, ¿Cómo ha ido tú examen? – La duda me estaba matando, no hubiera podido con la culpa si le iba mal – Espero que de lo mejor.

–A mí siempre me va bien mi amor, pero gracias por preguntar. A ti ¿Cómo te fue en tus clases?

–Muy bien mi princesa. Vamos al auto, quisiera que llames a tú papá para que lo podamos ver. Vas a decir que estoy  pasado de moda y todo eso pero me urge hablar con él, para poder sentirme libre de estar con mi princesa todo el tiempo que se me plazca.

–Está bien mi amor, vámonos y del auto le llamaré.


Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora