Capítulo 106.-

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Narra David de María

–David lo siento amor, pero muero de risa, de escuchar como Carmen ha nombrado, al borracho de Andrés – Dijo Alondra – Sé que es tu amigo, pero espero, que a ese paseo no vaya nadie, que la conozca o le dirá que los vimos allá a él y a Lisa.

Comprendía su inquietud, de que alguien le fuera con el chisme a mi madre, pero mejor teníamos que pensar positivamente, para que no sucediera nada de eso.

–No Alondra, espero en serio, que eso no pase, pero si llega a pasar, mi madre no puede prohibir, el hecho de que ellos por casualidad, anden en ese paseo también. Digo es un paseo libre y puede ir quién quiera.

–Sólo falta, para nuestra buena suerte que allá al paseo llegue Fina con Carmen, mientras estamos con Lisa y con el borracho – Me dijo Alondra riéndose, ella no tenía remedio. 

– Ya vamos a comprar lo que nos ha pedido mi madre Alondra. Sí no lo hacemos, estaremos en problemas.

–Claro vamos, amor.

Fuimos a lo más parecido a un súper en el pueblo Alondra y yo, nos pusimos a escoger las cosas que estaban en la lista que nos había dado mi madre y después nos fuimos a la caja para pagar. Estábamos ahí formados, cuando Alondra tomó una resortera que vendían en ese lugar y se puso a querer tirar unos objetos como diversión y lo único que provocó, fue derribar una torre con algunos six de cervezas. 

Toda la gente volteo a vernos y yo volteé a ver a Alondra, quién me miró agachando su vista sabiendo de sobra, lo que había causado. Un empleado del súper se dirigió a ella molesto, sin nada de tacto, la empezó a insultar.

–Veo que tenemos aquí, a una chica con retraso mental – Le dijo el empleado a Alondra – No tenías por qué usar para jugar ese juguete, que especifica que es para niños y tú de niña, no tienes nada.

–Sé lo que he hecho y déjeme en paz viejo rancio – Objetó Alondra – No son modos de dirigirse a mí, si yo tengo retraso mental, usted está pendejo ¿Acaso no sabe que mi novio tiene más dinero que todo este pueblo junto? 

–Joven lo siento – Intervine, queriendo calmar la situación – Mi novia solo estaba jugando, pero le diré una cosa, no me parece, que usted se dirigiera a ella insultándola, al decirle esas cosas ofensivas y no tiene ni porque, venir a molestarnos del modo, en que lo ha hecho. Ahora le pido que llame a su superior o de lo contrario, no pienso pagar el daño y se los cobrarán directo a ustedes, los empleados.

–Ustedes los clientes son unos prepotentes y se sienten, los dueños de todo el mundo. No está mi jefe, así que tendrán que pagarme a mí por el daño – Dijo el empleado, de muy mal modo –Si no háganle como quieran y llamaré a la patrulla.

–No, yo misma la llamaré. Ya me tiene hasta la madre con sus amenazas, además es usted un maldito gato desgraciado y tiene dos opciones o llama a su jefe o a su supervisor o llamó yo a la patrulla – Le dijo Alondra furiosa – Así que aquí lo esperamos, a lo que decida sabe de sobra, que será peor para usted.

Nos salimos de la fila Alondra y yo esperando a que el empleado ese prepotente, le llamara a su jefe o a alguien que se hiciera responsable del problema, después de cómo le había hablado a Alondra, yo no estaba dispuesto en absoluto, a pagarle a él ni un solo peso. Estuvimos esperando un rato ahí a que llegara un encargado y cuando llegó, yo expliqué la situación.

El encargado se mostró bastante accesible y después de estar dialogando como dos personas civilizadas que éramos él y yo, llegamos a un acuerdo y le pagué los daños causados por Alondra. Él se disculpó por el comportamiento de su personal y salimos de ahí tranquilos Alondra y yo. Nos formamos de nuevo en la caja y pagamos por las cosas, pero cuando ya íbamos saliendo del establecimiento y el tipo ese vio, que Alondra iba ya muy callada y que la llevaba yo abrazada, entonces comenzó a gritar a lo lejos, mientras nos alejábamos del lugar.

–Doblegaron a Juana de Arco, no que muy brava mi perrita – Gritaba a todo pulmón.

No sé como pero Alondra se soltó de mi abrazo y se regresó a dónde estaba ese sujeto. Lo pateó en el pecho, derribándolo al suelo y una vez que lo tuvo ahí, se montó en el para darle incontables cachetadas. La tomé por la cintura, queriendo separarla de él, pero Alondra se agarró de los cabellos de él y siguió golpeándole hasta estrellar su cabeza, brutalmente en el suelo. Cuando la pude quitar del tipo estaba ya bastante golpeado y justo en ese momento, llegó una patrulla al lugar, alguien seguramente le llamó y de ella, descendieron dos oficiales.

–Buenas tardes, veo que tenemos problemas aquí – Dijo uno de ellos – Alguien, me puede decir ¿Qué ocurrió aquí?

–Oficial, venga conmigo – Le pedí separándome de Alondra y de la escena, que se había suscitado.

Me lo llevé lejos, donde pude explicarle la situación y no solo eso, le tuve que dar una alta cantidad de dinero, para que no quisiera llevarse a Alondra a la delegación o ahora sí, que nos iba a matar mi madre a los dos pues diría que apenas salimos y nos metemos en problemas, lo cual era cierto.

Ya que pude arreglar las cosas con el oficial, tomé a Alondra de la mano y nos fuimos al auto, no le dirigí la palabra una buena parte del camino, pensando en que lo que hizo ciertamente, no estaba bien y si no dominaba esos arranques, un día nos íbamos a meter, en un buen lío. En ese momento cuando ya estábamos por llegar a la casa, nos llamó mi madre y entonces supuse lo peor, que alguien nos vio allá y le contó lo que pasó.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora