Narra David De María
Alondra pasó todo el día conmigo, lo que me hizo sumamente feliz pues reímos, comimos botana, nos divertimos, escuchamos música y de pasó le ayudé a hacer algo de sus tareas. Después de esa tarde tan maravillosa, mi madre llegó con ganas de cocinar y nos preparó una exquisita lasaña, lo que fue una excelente comida y cena ya que eran alrededor de las 7 de la noche.
–Bueno chicos, ¿Qué han pensado?
– ¿Sobre qué, madre?
–Yo creo que lo más conveniente es que regreses a su casa Alondra, yo cómo madre estaría preocupada de lo que te pudiera estar pasando, no creas que no quiero que estés aquí, la casa tiene espacio suficiente para que estés también en ella, si llegas a tener alguna dificultad, siempre será tu casa.
–Muchas gracias, Carmen, yo lo había pensado también, pero de pronto el que esté preocupado sea mi papá, de mi madre, lo dudo.
–Muy bien, si llegas a tener problemas con ella, de inmediato se vienen, David, no permitas que le haga daño.
–No, madre, mientras esté conmigo no lo permitiré.
Entonces lo supe que tendría que ir a dejar a Alondra a su casa, lo cual no quería hacer, me rehusaba a dejarla con esa señora que se hacía llamar madre, no era justo, conmigo ella no iba a temerle a nadie nunca más.
Tenía miedo que su madre le fuera a hacer algo después del altercado pasado, pero no tenía opción. Salimos de mi casa en el auto de mi madre, con rumbo a la casa de Alondra y al llegar allá Alondra se dio cuenta que no traía consigo sus llaves, así que se dispuso a tocar la puerta y tras varios intentos, nadie le abrió la puerta.
Después llamó a su padre a móvil, lo que pude escuchar.
–Papi, estoy afuera de la casa y nadie me abre.
Escuchó lo que le decía su padre del otro lado, lo cual hizo que cambiara la expresión de su rostro, algo no le gustaba ya iba conociendo cada gesto que hacia cuando algo no era de su agrado.
–Yo no pienso ir a ninguna fiesta, papá, sabes que no me gustan.
Volvía a escuchar lo que le decían del otro lado, estaba que me comía la curiosidad, por saber que era lo que le decían a mi princesa.
– ¿Entonces nadie va a venir por el momento?
Su padre me parecía una persona verdaderamente razonable, pero si era de los que hacían lo que su mujer decía, pues yo no era quien para criticarlo. Terminó la llamada y me miró de frente.
–Vámonos.
Sus palabras fueron música para mis oídos. Nuevamente el destino y la suerte estaban a mi favor, porque podría pasar otra noche más con ella y compartir un poco más.
Nos fuimos todo el camino a mi casa en silencio, escuchando a Bustamante y muy tranquilos. Cuando me detuve en una luz roja, ella se desabrochó el cinturón de seguridad y se acercó a mí para besarme, lo que definitivamente me encantó y me volvió loco, le correspondí el beso y perdí la noción del tiempo, del espacio y del lugar, hasta que los autos que estaban detrás de nosotros nos estaban tocando la bocina, recordé que estábamos detenidos ante una luz roja y hasta entonces la solté, muriendo enseguida ambos de risa, por lo cómico de la situación.
Pronto llegamos a mi casa y mi madre estaba muy arreglada y muy hermosa, tanto que hasta llegué a pensar que se vería con un galán, pero no fue así. Estaba relajada platicando con nosotros cuando llegó una de sus amigas de siempre por ella para ir al casino, uno de los pocos vicios que tiene mi madre. Se fueron y nos dejaron solos a Alondra y a mí, nuevamente.
Estábamos sentados en uno de los sillones de la sala, la acerqué a mí para besarla con ternura y después su móvil nos sacó totalmente del momento. Ella tomó la llamada y era de un amigo suyo que le preguntaba de su falta de ese día a la preparatoria y también para avisarle que tendrían un examen al día siguiente lo que puso a Alondra, tensa, asustada y fuera de control.
Al colgar la llamada con su amigo, ella se levantó del sillón de un salto y comenzó a dar vueltas por toda la sala muy desesperada, yo me quedé mirándola dándole su espacio para que se calmara y al ver que no lo hacía, me levanté y la detuve, la abracé contra mi pecho y ella comenzó a llorar. La sostuve así hasta que poco a poco se relajaba, para que pudiera decirme lo que estaba pasando.
–David, perdóname pero es que creo que tendremos que buscar a un cerrajero o algo para que nos abra la puerta de mi casa. Me acaba de decir Javier mi amigo que mañana tenemos examen de una de mis materias optativas y necesito mi computadora, ahí tengo todo el temario de la clase. Además no tengo ropa aquí para ir mañana al Tec y en serio necesito estudiar, ¿Me puedes llevar a mi casa y buscar un cerrajero por favor?
–Mi amor, tienes que calmarte mi consentida. Alondra, es muy tarde y no hay manera en la que podamos conseguir un cerrajero ahora, además que no te pienso llevar a tu casa y dejarte ahí sola para que tu madre al llegar de dónde están te haga daño. De tu ropa, te buscaré algo mío para que te pongas y meto a lavar la que llevas puesta y de tu examen, te puedo ayudar a estudiar y buscaré mis notas. Te recuerdo que también hice ahí la prepa, ¿Qué materia optativa llevas?
–Optativa 1 de Matemáticas. David te lo agradezco pero en serio, prefiero irme. Por favor.
–Mi consentida, sólo dime algo y si tu respuesta es no, entonces te llevaré enseguida a tu casa y buscaremos un cerrajero, ¿Confías en mí Alondra?
–Claro que sí.
–Entonces no se diga más, vamos a mi recámara para que tú te cambies, me des tu ropa para meterla a lavar, mientras que yo busco mis notas porque también llevé Optativa 1 de Matemáticas, mi princesa.
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Mi Consentida
RomantikAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...