Narra David de María
Al llegar a la delegación ahí estaba Doña Rosa, que era abogada y madre de Julio, así como él y Javier quienes también, declararían lo ocurrido en el Tec. Pasamos con una agente de la delegación, quién le iba a tomar declaración a Alondra, afortunadamente, me permitió pasar con ella, mi chica estaba muy nerviosa.
–Alondra mi amor, todo estará bien. Dame tu mano, todo lo vamos a vivir y a enfrentar juntos sólos tú y yo.
–Sí mi amor. Todo será juntos, sólo contigo me siento segura.
–Eso quiero que siempre tengas la seguridad, de que te cuidaré siempre y que no volverás con esa infeliz de tu madre.
–Esa mujer no es y jamás ha sido mi madre – Dijo Alondra en medio de las lágrimas que tanto estaba evitando derramar.
–Ya mi amor, todo pasará ahorita sólo concéntrate en contarle a la agente, todo lo que pasó ayer con Petra.
–Sí David.
Alondra dio su declaración y efectivamente, no era la primera vez que pasaba, después vino una parte muy dura en la que la llamaron para revisar, que efectivamente tuviera lesiones y pedían incluso un estudio médico y fotografías que le realizarían ahí mismo a fin de corroborar su declaración. Tuve que sobornar a varias personas para que me permitieran estar con ella todo el proceso, pues sola no la volvería a dejar nunca más, por lo que me restara de vida.
Pasamos muchas horas ahí y cuando ya le hicieron los estudios a mi amada princesa, mi madre y los demás estaban dando declaración. Alondra y yo, nos salimos a sentar a unas bancas afuera de la delegación, para esperar a mi madre y podernos ir a casa. La abracé con ternura y ella a los pocos minutos se quedó dormida, yo estaba embelesado, mirando a la única mujer que en mi vida había sentido amar y no podía creer cómo alguien tan joven, que sólo tenía que vivir alegrías en su vida, estuviera pasando por tantas cosas. Me resultaba difícil de creer, si no lo estuviera viviendo con mi propia experiencia junto con ella.
–David hijo, por fin he salido. Ya ha sido todo, podemos irnos – Se acercó mi madre a nosotros – Alondra se ha quedado dormida, voy a acercar el auto.
–Gracias madre, está agotada de todo cuanto ha pasado, en estos dos días.
–No te preocupes ya vamos a casa, para que ella descanse y tú también hijo. Estás muy ojeroso.
Mi madre fue por el auto y yo me quedé ahí abrazando a Alondra y una vez que mi madre se acercó en el auto, con cuidado levanté en mis brazos a mi princesa, para no despertarla. Mi madre nos abrió la puerta trasera del auto y me subí con ella en brazos.
Todo el camino a casa mi madre y yo íbamos en silencio, no quería hacer ruido ni nada que fuera a perturbar el sueño de Alondra, ella más que nunca necesitaba descansar y en momentos, cuando nos deteníamos ante una luz roja de semáforo yo me estaba arrullando junto con ella, incluso quedándome dormido por momentos, hasta que el sonido de mi móvil me volvió al mundo de los vivos, siendo una llamada de un número que no conocía. Estaba indeciso si tomarla o no, pero decidí hacerlo con el fin de que no siguieran importunándome, quién quiera que fuera y al responder la llamada me arrepentí de inmediato de haberlo hecho.
–David o como chingada madre te llames. Habla Petra, ¿Qué se creen tú y la zorra de tu madre para ir a causarme problemas sociales, yendo a contar cuanta mentira se les ha ocurrido a la delegación? Yo soy una persona de moral intachable, que hace un bien a la sociedad. Soy una dama del patronato, por el amor de Dios – Gritaba la loca de Petra así desquiciada cómo estaba por completo – Está es la última vez que te metes conmigo, a la próxima te va a pesar.
–A la que le va a pesar va a ser a usted, mientras estaba vociferando, me he tomado la molestia de grabar todas sus patrañas y tonterías de su rapapolvo idiota. Y ya que estamos hablando claro sin caretas de por medio, grábese muy bien, que no le permito que insulte a mi madre cuando aquí el único ser despreciable, asqueroso y malvado es usted – Espeté lleno de ira – Le prohíbo que se acerque a Alondra y si le vuelve a poner una mano encima, entonces sabrá que nunca debió hacerlo.
–Esa zorra, ya no la quiero en mi casa ni en mi vida. He tirado su ropa barata y asquerosa a la basura y a mi casa no tiene a que volver, ha dejado de ser su casa desde el momento en que ha decidido, ser tu puta personal. Me hacen un gran favor tú y tú madre al quedarse con esa porquería de basura que es Alondra, nunca fue merecedora de ser mi hija, es una perdedora a la que nadie en sociedad conoce y que bueno pues me daría vergüenza, que sepan que esa escoria, inadaptada social es algo mío – Siguió diciendo cuanta tontería podía – Ya hemos aclarado las cosas, muévanse tu madre y tú a retirar todo lo que dijeron en mi contra o de lo contrario, sabrán de lo que soy capaz.
–Señora no se le puede ni llamar así, pues el titulo le queda grande. Haga lo que quiera, no vamos a retirar nada mi madre y yo, así que sólo le queda atenerse a sus buenas acciones sociales y a su moral intachable para salir de este tremendo lío, el cual usted y solo usted se causó. Buenas tardes – Dije finalmente y terminé la llamada.
Mi madre me miró con molestia, no necesité decirle nada para que ella, supiera que Petra fue quien me llamaba. Traté de controlar todo lo que sentía dentro y concentrarme en consentir a mi princesa, quién afortunadamente seguía dormida en mis brazos, Petra no sabía con quien se metía, ella pensaba que podía amedrentarme con facilidad, tenía mis métodos para guardar las evidencias, le advertí que la estaba grabando y aun así siguió con las amenazas.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...