Capítulo 191.-

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Narra Alondra Ferreyra 

Luego de irme de casa de Carmen, la preocupación no me dejaba, ni a sol, ni a sombra y era lógico, mi chico se había quedado metido en serios problemas. Yo quería ayudarlo, pero ¿Cómo hacerlo? Tenía miedo, que en efecto perdiera la materia de forma definitiva, tenía que hacer algo por él y tenía en mente más o menos, que podía hacer. 

David y Carmen no notaron que, yo tomé el folder que contenía todo lo del hospital y lo traje conmigo al Tec, ahora faltaba lo más difícil, resolver la cuestión con el profesor López.

–Hola buenas tardes – Saludé a una recepcionista – Estoy buscando a un profesor López que se encarga de coordinar lo de las asesorías para los estudiantes de primer año de la carrera de Ingeniería Industrial.

–Hola buenas tardes, señorita – Respondió – El profesor Roberto López en este momento está en hora libre y se encuentra en el área de profesores. Ahí lo puede encontrar.

–Muchas gracias.

Salí corriendo del área de coordinación académica y fui a la sala de profesores tenía que ver a ese profesor. No podía dejar que esto de mi chico, se quedara así, él no tuvo la culpa del accidente que había sufrido y esto se arreglaba, porque se arreglaba. Me asomé a la sala de profesores y toqué la puerta, para poder acceder.

–Buenas tardes, estoy buscando al profesor Roberto López – Dije decidida, aunque por dentro tenía demasiado miedo – ¿Es alguien de ustedes?

Cuando entré, y dije esas palabras, los profesores presentes, se me quedaron viendo y pensé que había cometido una imprudencia, pero alguien se dirigió a mí.

–Buenas tardes, soy yo, pero ¿La conozco? No recuerdo que sea una alumna de ninguna de mis clases – Dijo él – ¿En qué puedo ayudarla, señorita?

– ¿Podría regalarme 5 minutos de su valioso tiempo, profesor? Por favor. Es importante – Supliqué.

El profesor se puso de pie y salimos de la sala de profesores. Caminamos a un lugar, dónde podíamos sentarnos y entonces supe, que tendría que usar todo mi poder del convencimiento para sacar a David, con bien de esta situación. No podía dejar, que mi chico perdiera la materia, no sí yo, podía evitarlo.

–Muy bien, adelante señorita, la escucho – Me miró con atención.

Ahora que lo tenía de frente, no me podía echar para atrás, esto lo tenía que salvar, era muy importante, para mi chico, para Carmen y para mí, que de esto saliera una buena negociación. 

–Me llamo Alondra y tiene razón, cuando me ha dicho que no soy su alumna de ninguna de sus clases, soy alumna de aquí del Bachillerato, pero vengo a hablarle de mi novio, de David De María Ramírez, él sí es uno de sus alumnos y tenía con usted un compromiso de unas asesorías – Respiré hondo – Pasa qué, el ayer estuvo hospitalizado y escuché, que hace un rato usted le llamó, para decirle que, lo daba de baja de las asesorías.

Fui directo al punto, no podía demorarme en cuestiones preliminares, la solución tenía que ser rápida, pues al parecer, el profesor estaba cerrado al diálogo, lo noté por la cara que puso, cuando escuchó el nombre de David.

–Veo que el joven David De María, no tuvo ni la decencia de venir a exponer la mentira, que me dijo a mí y la ha enviado a usted – Movió la cabeza negativamente – Lo siento, señorita. No puedo hacer nada por él, teníamos un trato y el ha fallado, no se presentó a dar las asesorías de esta mañana y tampoco fue a mi clase. Su chico, es un estudiante bastante irresponsable.

No me gustaba lo que decía, pues no había estado en manos de David, lo que le había pasado, el profesor tenía que ver las pruebas, para que se diera cuenta, que se encontraba en un grave error y que no solo con suponer, que lo de mi chico, era un invento, para no asistir a las asesorías.  

–No, no es así y lamento contradecirlo, pero es la verdad – Dije convencida – Usted, es quién está asumiendo, que lo que él le dijo, de estar hospitalizado es una mentira, cuando no es así. Aquí traigo los documentos, que prueban, que él estuvo internado toda la noche y todos los estudios a los qué fue sometido.

Saqué uno a uno, todos los papeles del hospital que traía en la carpeta y los coloqué sobre la mesa. El profesor miraba incrédulo todo y cuando estaba a punto de decirme algo, uno de mis profesores del bachillerato, con el que iba a tener una clase en media hora y mi prueba, se acercó a saludarme.

–Hola Alondra, ¿Ya estás lista para la prueba? – Me saludó – Hola profesor López.

–Hola profesor – Lo saludé – Claro que sí, no alcancé a estudiar mucho.

–Hola colega – El profesor López saludó a mi profesor – ¿La señorita es tu alumna de bachillerato? 

–Sí, así es. Yo soy su profesor de cálculo integral y no solo es mi alumna. Es mi mejor estudiante, el mejor promedio de toda la generación.

–Ya veo – El profesor López se llevó las manos a la cabeza – Pensé que estaba en el bachillerato de ciencias sociales y que iría para Derecho. Ha venido a convencerme, que le dé otra oportunidad a su chico.

Mi profesor me miró y se moría de risa. Él sabía que, yo además de ser muy buena estudiante, tenía un excelente poder del convencimiento. El profesor López, ya no dijo nada y seguía revisando los documentos de David, pero no conforme con eso, llamó al número que venía en el folder del hospital, para preguntar si David, había estado internado ahí. Era un hueso duro de roer.

–Alondra, nos vemos en un rato en clase – Se despidió mi profesor – Hasta pronto, profesor López.

–Hasta luego. – Le respondí al profesor.

–Señorita – Me habló el profesor López – Veo que me ha dicho la verdad y le daré una segunda, pero última oportunidad a su chico. Siempre y cuando se presente a más tardar en 15 minutos, para la asesoría que tiene que dar a las 12.30 de la tarde o de lo contrario, ya no podré impedir que tenga que recursar la materia.

–El estará aquí, gracias, muchas gracias – Dije emocionada, recogí todo, lo metí en el folder y salí corriendo.

Estaba por llamar a David, para decirle, que se viniera como fuera, pero rápido, cuando lo veo entrar corriendo por el pasillo del Tec. Me puse de pie y corrí a su encuentro y apenas nos acercamos, me perdí en sus brazos, como me pasaba siempre sin que yo, pudiera evitarlo.

–David, mi amor, tienes que ir ya a ver al profesor López – Le expliqué – Me las he ingeniado y te ha dado otra oportunidad.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora