Narra Alondra Ferreyra
Al día siguiente, al despertar con unos buenos besos y caricias tiernas de parte de David, me sentí descolocada pues de momento, no recordaba que había pasado la noche en su casa. Al abrir bien mis ojos entonces lo pude ver y admirar bien. Él estaba guapísimo sentado de rodillas junto a la cama con una taza con café que olía delicioso, era increíble cómo el sólo verlo me ponía muy nerviosa.
Me dio la taza con el café y comencé a darle unos tragos pequeños al café para poder despertarme bien. La verdad es que me estaba costando demasiado trabajo cómo me pasaba siempre y todos los días, despertar era una lucha interna, también era muy difícil para la persona que le tocara despertarme.
–Buenos días, mi consentida – Me besó tiernamente en mi mano y después en mis labios – Que bueno que has despertado. Me tenías asustado, llevo una hora hablándote y nada.
No podía remediar el sentirme culpable por su preocupación, se veía tan tierno, todavía se le notaba en su cara lo asustado que se encontraba.
–Buenos días David, es que siempre me cuesta trabajo despertar. No preguntes el motivo que incluso ni yo misma lo sé con exactitud.
Lo tranquilicé, es que ni yo misma sabía lo que pasaba en mi cuerpo, porque eran las batallas de todos los días, desde que tengo memoria, me habían sometido a diversos estudios clínicos y nada había salido en ellos, así que ya no me preocupaba por eso, pasaría a ser uno de los miles de misterios sin resolver.
–Tranquila que no pasa nada, mi consentida. Lo único que ha pasado es que no hemos ido ni tú ni yo a la escuela – Me comentó David riéndose, mientras que a mí me alarmó enseguida – No pasa nada, por un día que no vayamos.
–Sí pasa, yo no puedo faltar eso significaría perder mi beca. No inventes David, neta no inventes – Dije preocupada – Hoy tenía que entregar una práctica integradora, ¿Mi amor no sabes qué hora es?
–Yo no, pero tú sí aún llevas puesto mi reloj – Sonrió él poniéndome nerviosa.
–Cierto, espero que no esté descompuesto por la mojada de anoche – Solté preocupada – Al parecer no, son las 11.45 am y tienes razón al menos yo, ya no alcanzo a llegar a clases. Tenía clase el día de hoy sólo de 8 am a 11 am. Espero que a ti no te afecte el no haber ido a la Universidad.
Se suponía que tenía y que debía estar despierta por lo menos dos horas antes en lo que me arreglaba y trataba de hacer la tarea que no hice ayer, ya no se podía hacer nada, el tiempo no lo podía retroceder, ya casi era medio día.
–Para nada mi consentida, no pasa nada. Pero ya que me estás diciendo que tienes beca, eso sólo significa una cosa. Que seguramente eres una chica demasiado inteligente, es difícil obtener una beca por aprovechamiento ahí en la escuela.
–No lo soy tanto. Es sólo libros y estudio. David, muchas gracias por todo, por lo de ayer, por traerme aquí a tu casa, por cuidarme y por todo. Lamento la situación en la que nos conocimos y perdóname por todo lo que te hice y dije – Reconocí apenada sin sostener su mirada – Ayer fue maravilloso, pero siéndote sincera no creo que debamos seguir viéndonos.
Tenía miedo que me considerara una chica con muchos problemas y dificultades, pues nadie querría cargar con alguien como yo. Desde luego en estos casos siempre salían a flote mis complejos en poder socializar.
–No discutamos eso ahora mi hermosa Alondra. Debemos de vivir un día a la vez y ya que no fuimos a clase, ¿Te apetece algo de almorzar?
Mi estómago en ese momento le dio la respuesta, sonó como si no hubiera ingerido comida en todo el día.
–La verdad me muero de hambre, pero me da pena bajar y ver a Carmen. No sé qué vaya a estar pensando de mí – Reconocí apenada – Mejor nos quedamos aquí, gracias por el café está buenísimo.
Terminé de tomarlo y dejé la taza en la mesita de noche, no quería tirar la taza al piso y romperla, ya que era propensa a cometer ese tipo de accidentes, mis manos no las podía tener quietas y era lo que ocasionaba que a cada rato tirara las cosas.
–Precisamente te lo ha mandado mi madre. No se diga más, bajemos a almorzar mi consentida.
Me agradaba la madre de David, sin siquiera preguntar qué era lo que pasaba me abría las puertas de su casa, cosa que nunca haría mi madre, si fuera por ella desde hace mucho tiempo viviría en la calle, me duele tener una madre así, que no se preocupa por el bienestar de su hija, bueno me refiero a mí, porque es a la que siempre ha tratado de esa forma, mis hermanas son sus preferidas, nunca he aspirado a que diga algo bueno de mí, ese siempre va a ser su problema no el mío.
–De acuerdo, amor.
Bajamos las escaleras tomados de las manos, llegamos a donde estaba su madre. Ella nos preparó unos deliciosos molletes, un plato de fruta, jugo de naranja, además del delicioso café que ella había preparado, el mismo que David me había subido al despertarme. Después de un rato platicando con Carmen, ella se despidió de nosotros, tenía algo que hacer.
–Bueno chicos, los dejo, tengo muchas cosas que hacer el día de hoy.
–Claro que sí, madre.
–Hasta luego, Carmen.
Nos despedimos de ella de besos y se fue a trabajar, quedándonos solos David y yo en su casa. Terminando de almorzar le ayudé a lavar los trastes y después volvimos a subir a su recámara, a la cual al observarla bien a plena luz del día, era un espacio impresionante. Nada que ver con mi recámara diminuta, ésta estaba muy bien diseñada e iluminada. Pude ver un moderno vestidor y un closet de piso a techo, lo que siempre había sido mi sueño y entonces sólo podía hacer eso, soñar.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...