Capítulo 97.-

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Narra David de María

Desperté sin saber qué hora era ni si era de día, de noche o de tarde, en la oscuridad de mi recámara y debo admitir, que me sentía aún un poco aturdido. El dolor de cabeza se había relajado, pero no se había ido en su totalidad, pero al menos me sentía un poco menos mal, que hace rato y lo atribuí a que también me ayudó el dormir un rato. Me puse los zapatos tenis, pasé al baño y luego bajé, quería ver si Alondra y mi madre estaban en casa o si se habían ido a algún lado con Fina.

Llegué abajo y vi que mi madre y Fina estaban en la sala jugando cartas muy concentradas, mi siquiera despegaron los ojos de sus cartas al bajar de la habitación. Busqué con la mirada a mi novia y di con ella, Alondra estaba en el comedor haciendo los deberes todavía. Ella al verme se emocionó y se levantó a abrazarme.

-Mi amor, ¿Cómo te sientes? - Preguntó ella - Perdóname por dejarte solo, pero tuve que bajar a hacer mis tareas.

Por eso no me podía quejar, Alondra era de las personas que se dedicaba al cien por ciento, en sus deberes y más si tenía a un grupo de clientes que esperaban por sus tareas. Era responsable por ella y por sus amigos.

-Está bien mi princesa, no te preocupes, yo me siento un poco mejor, pero no se va aún del todo el dolor de cabeza - Respondí - Tengo que ponerme también a hacer mis deberes, que hoy no he hecho nada de nada.

-Está bien amor, no te agobies. Te amo David.

-Yo te amo a ti, Alondra.

Mi madre y Fina volteaban a vernos y seguían en lo suyo. Fui por un vaso con agua a la cocina, después volví con Alondra al comedor y saqué mi portátil para ponerme a hacer mis deberes. Lo primero que encontré en mi bandeja de entrada de correo electrónico del Tec fue que por haber perdido una prueba, me pondrían a dar asesorías presenciales y que iban a comenzar en un par de meses.

Esa era la única manera de salvar la materia, sin tener que llevarme a repetirla, algo que mi madre no me iba a perdonar, era un compromiso cumplir con las materias. Sólo esperaba que para cuando tuviera que dar esas asesorías lo de Petra estuviera calmado y pudiéramos regresar para hacer eso o de lo contrario, estaría en graves problemas académicos, ni yo mismo me lo iba a perdonar.

-Demonios - Se me salió exclamar eso - No puedo creer esto.

-Mi amor ¿Qué pasa? - Me preguntó Alondra - David, ¿Por qué estás enojado? ¿Te pasó algo?

Yo quería contarle, decirle lo que me estaba pasando, pero mi madre estaba cerca, iba a escuchar todo sin duda alguna aunque estuviera con Fina y no quería que además de todo, ella me regañara por haber perdido la materia y por caer en esta situación de, que voluntariamente a fuerzas tendría que dar asesorías. No había de otra, me tocaría hacerlo al regresar o cuando ellos me dijeran.

Yo siempre era ingenioso y me puse a escribirle a Alondra en el programa de mensajería del navegador lo que no podía decir en ese momento a viva voz, ella lo leyó y me puso puras caras tristes y signos de admiración de coraje también. Después de eso ambos seguimos haciendo los deberes con normalidad. Mi madre al vernos tan enfocados con lo del Tec, nos llevó una deliciosa botana consistente en un plato de carnes frías y una jarra de clericot.

Alondra y yo nos servimos encantados, el clericot quitó mi sed y me ayudó con el malestar que traía en el estómago, lo tomamos y seguimos en lo nuestro, hasta que más tarde nos sentamos a comer o casi cenar pues todo ya estaba oscuro. Recogimos los útiles escolares y los pusimos en una mesita que estaba cerca. Comimos lo que habían preparado mi madre y Alondra y Fina se lució con una de sus famosas ensaladas.

-No te preocupes Fina.

Le dijo Alondra, al ver que Fina se ponía de pie y empezaba a recoger los platos de la mesa, esa no era tarea para una invitada, así que me levanté y ayudé a mi chica, por nada del mundo dejaría que una visita hiciera esa tarea, aunque Fina era como de la familia, no tenía por qué hacerlo.

-Chicos, Carmen, los dejó. He dejado sola mi cabaña todo el día y tengo que volver, para sacar a Dino y darle de comer - Se despidió Fina - David, espero que te sientas mejor y lo que requieran, saben dónde encontrarme. Carmen, Alondra, muchas gracias por todo.

-Muchas gracias Fina - Respondí - Discúlpame si fui grosero hace rato. Eres bienvenida a visitarnos cuando quieras, ¿No quieres que te acompañemos a tú cabaña?

-No es necesario chicos, tienen que seguir haciendo sus tareas. Yo sé irme sola y nos estamos viendo. Que terminen pronto.

-Nos vemos y que te vaya bien Fina - Respondió Alondra - Gracias por todo, estuvo rica la ensalada.

-Por nada, luego te enseño como prepararla, nos estamos viendo chicos.

Mi madre salió a acompañar a Fina hacia la salida y después volvió al comedor, terminamos de recoger la mesa y llevamos todo a la cocina, al regresar, mi madre me dijo algo, que me sorprendió pues ella no era de las madres, que tenían un tipo de comportamiento así.

-David de María Ramírez, acompáñame. Vamos a ir al pueblo a comprar unas cosas - Me dijo mi madre - Alondra, ¿Te puedes quedar sola un rato, hija? No nos demoramos nada.

-Madre, no quisiera dejar sola a Alondra - Dije preocupado - En tal caso debiste decirle a Fina que esperara con ella, no me siento tranquilo.

-No pasa nada David, ve con Carmen - Respondió mi novia - Yo seguiré con mi tarea y hablaré con mis amigos, les tengo que explicar varias cosas, no te preocupes, no me va a pasar nada.

-Está bien madre, entonces vamos - Dije dándome totalmente por vencido.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora