Capítulo 157.-

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Narra David De María

Tuve que comerme mi orgullo, dejándolo hundido en el fondo de mi corazón y fui a casa de Don Manuel, para ver a Alondra quién seguramente había llegado a Morelia, antes que mi madre y yo, la llamé cuando ya estaba cerca de su casa, pero no tuve respuesta alguna de su parte. Así que decidí simplemente aparecerme por ahí con la esperanza que ella estuviera en casa y que no se hubiera salido con sus amigos. Necesitaba hablar con ella, con mi consentida y cuando toqué la puerta, su padre se asomó y me la cerró en la cara y cuando iba a volver a tocar, fue Don Manuel, quién volvió a salir.

–Buenas tardes, David ¿Cómo estás? – Me saludó, con un tono, poco amistoso.

Me imaginaba, que le habían contado la historia y por lo que veía, yo era el culpable. Si tocaba defenderme, me defendería, acepto tener parte de culpa, pero yo no lo había provocado.

–Buenas tardes, Don Manuel. No tan bien como quisiera, Usted, ¿cómo está?

–Igualmente, no tan bien como quisiera, ven vamos al jardín para hablar. Por favor, David.

–Don Manuel, yo quisiera platicar con usted, en serio, pero quiero y me urge ver a Alondra. Ella y yo, no estamos muy bien y en este momento, quiero arreglar las cosas con ella – Le pedí desesperado, no quería ser grosero, pero necesitaba hablar con ella – Por favor, Don Manuel, ¿Está ella en casa?

Esperaba, que me dijera que sí y que me permitiera verla, aunque fuera, para darle un beso y un abrazo, me arrepentía de haber actuado como lo hice, pero ya no puedo hacer nada, ya lo hecho, está hecho.

–Sí está David, pero sucede que para que hables con ella, tienes que hablar primero conmigo ¿Me acompañas al jardín? Por favor.

Qué bueno, que estaba en casa, nada más esperaba, que ésta platica, no fuera para sermonearme y que me prohibiera, que la viera el día de hoy. 

–Sí Don Manuel, vamos – Dije, sin alternativa alguna. 

Don Manuel, abrió una reja de ahí de al lado de la puerta de entrada y pasamos a su hermoso jardín, nos alejamos lo suficiente, hasta dónde tenía unas mesas con sillas y ahí nos sentamos para hablar. El estaba enojado, seguramente, ya sabía la versión de Alondra y ahora, me iba a pedir la mía. Yo no quería tener que hacer esto, pero ahora se veía, que era inevitable.

–David, supe lo que pasó entre ella y tú y aunque ella ha reconocido su culpa ante mí, eso no te exime a ti, de la forma en la que me atrevo a suponer, que has tratado a mi hija – Don Manuel, me miraba un tanto cabreado – Nunca me imaginé, que me pedirías que fuera por ella, más porque siempre la has querido tener a tu lado, que rápido, se te acabó el amor.

Sabía yo, que el culpable de algo que no había cometido sería yo, pero no importaba yo tenía mi versión de los hechos, que saliera Alondra a desmentirme, sé que ella no lo haría, pero su padre parece, que no sabe lo que ha pasado, seguramente su empleado, le habrá dicho cosas que no son.

–Don Manuel, ella me traicionó y entiéndame por favor, que para mí no fue fácil, el ver que la mujer a la que yo amo, se besara con un cantante, delante de mí. Por eso me cabree al máximo y le pedí, que fuera por ella, pero, he pensado las cosas y quiero decirle, que ni por un solo momento, he dejado de amar a Alondra.

Yo la sigo amando, como la primera vez que la vi, de eso tenía que estar su padre enterado.

–Entiendo, que te molestaras, pero, luego cuando mi socio fue por ella, tuviste el descaro de tronarle los dedos y él, se ha quejado conmigo – Don Manuel movió la cabeza, desaprobando lo que hice – No sé ¿De dónde sacaste el valor, para hacer eso y más que el valor la osadía? David, lo siento, pero, no te dejaré, que veas a Alondra.

–Don Manuel, sé que su socio y colega, no tenía culpa alguna del problema, que tuve con Alondra y que no tengo ninguna justificación, pero, estaba borracho y dolido. Por favor, le pido, que me deje hablar con ella.

No me importaba si él estaba presente, quería verla, que estuviera bien, que nosotros estuviéramos bien. Solo eso, le pedía poderla ver.

–No David y será mejor, que te vayas. Ya no la dejaré verte, hasta nuevo aviso y antes de que eso pase, pasaré a tu casa porque hablaré con Carmelita, lo siento mucho, pero no dejaré, que trates mal a Alondra.

Estaba en su derecho, pero, debía entenderme, él afectado aquí también, fui yo y él, se pone de parte de su hija, independientemente, de que yo traté mal a su empleado, ella fue la que empezó, con lo del cantante.

–Está bien Don Manuel, como usted disponga. Ahora me retiro, pero ¿Le puedo pedir al menos un favor? 

Para que ella viera, que la vine a buscar y que estoy dispuesto, a solucionar, cualquier problema que haya surgido de todo esto, la quería en mi vida, por mucho tiempo. 

–Sí claro, dime David.

–Ya que no me deja verla, ¿Le puede dar esta carta de mi parte a Alondra? Se lo voy a agradecer infinitamente.

–Está bien David, se la entrego. Que pases buenas tardes, te acompaño a la puerta.

El señor, me estaba corriendo de su casa y pues estaba en todo su derecho, pero me iba con los ánimos por los suelos, había ido con la firme esperanza, de poder hablar con ella y que se regresara, ese mismo día conmigo a la casa.

–Puedo irme yo solo, muchas gracias.

Sali sintiéndome derrotado y subí al auto, me fui directo a mi casa, por el camino iba reflexionando, de todo lo que me había dicho Don Manuel y cuando llegué a casa, mi madre, quién me había convencido de ir a buscarla y de dejar mi orgullo tonto atrás, se encontraba sentada en la sala, yo llegué y me derrumbé a su lado.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora