Capítulo 185.-

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Narra David De María

Mi madre, salió devastada de nuestro piso y no era para menos. En menos de un rato se había enterado, de lo que pensábamos hacer Alondra y yo, en el caso que ella pudiera estar embarazada. Lo sentía mucho por mi madre, pero yo no podía obligar a Alondra a tener un bebé, cuando yo tampoco, tenía contemplado aquello en mis planes. 

Yo no quería ser padre y no había forma en que nadie, me obligara a que lo fuera. Abracé a mi consentida, que estaba llore y llore, pues esto le había afectado más de lo debido.

–Mi consentida, no llores Alondra – La abracé tiernamente – Ya mi amor, falta solo media hora, para ir a recoger la prueba y lo haremos juntos, como hacemos todo. No estarás sola, ni por un momento, yo te lo prometo. Te lo juro Alondra.

–Lo sé David, pero me siento mal por todo lo que ha pasado con Carmen. Ella debe sentirse fatal, por la manera en la que ambos dijimos, todo lo que hemos dicho. No pude quedarme callada – Se disculpaba ella – Esto no debió pasar, pero sabes que soy pésima, para callarme las cosas.

–Alondra, esto ya ha pasado de cualquier manera y nada podemos hacer ya. Mi madre que tome las cosas como quiera tomarlas – Dije resignado – Esta decisión que tomemos nosotros, es solo nuestra, no es de ella y nos tiene que respetar. Definitivamente. 

–Sí mi amor, pero no quise nunca que Carmen saliera afectada por una decisión que tomáramos tú y yo. No puedo con eso, te juro que no puedo.

–Cálmate mi muñequita, ve y ponte una chamarra para ir a recoger la prueba y mientras yo, recogeré la cocina ¿De acuerdo? No hagamos esto más grande, todavía no sabemos nada y es mejor, que no hagamos una tormenta, dónde no sabemos todavía lo que pueda pasar.

–Sí mi amor, voy por mi chamarra. Te amo David, gracias, por no dejarme sola con todo este problema, te juro que no podría con esto sola.

–Yo también te amo, Alondra – La abracé – En caso que el resultado, no sea lo que esperamos, yo te prometo que estaré contigo en todo y que buscaremos la solución, lo más pronto que sea posible. Nunca te voy a obligar a hacer algo que, no quieras tú.

–Sí David, entiendo mi amor y gracias por ser así.

Alondra fue por su chamarra, yo recogí la mesa, lo del café y lavaba los trastes en el lavavajillas, cuando mi mente empezó a volverse loca. No quería que Alondra sufriera en lo absoluto y lo dicho por mi madre, me afectó. Yo sí había visto videos de un legrado y sabía lo pesado y difícil que eso sería, pero nada comparado con traer al mundo a un hijo, al que no íbamos a querer, ni Alondra ni yo.

–Ya estoy lista mi amor – Alondra me abrazó por la espalda – Tenemos que pensar que, la prueba será negativa. Mi papá dice que, la mente es muy poderosa y aunque yo, siempre he sido muy negativa hoy, quiero pensar, que la prueba será lo que esperamos ambos.

–Así se habla mi muñequita, la prueba, será lo que ambos queremos que sea, una prueba negativa. Seco los trastes y nos vamos a recogerla, no puedo con la ansiedad y cada minuto me parece eterno.

–Me pasa lo mismo y tengo demasiado miedo – Dijo Alondra – Pero, bueno ya quedan 15 minutos, para que nos la den y yo creo que ese tiempo, lo vamos a consumir en el camino.

–Si mi consentida, voy por un suéter yo y nos vamos.

–Sí mi amor.

Tomé a Alondra de la mano y caminamos a la salida de nuestro piso. Bajamos por el ascensor y llegando al estacionamiento, subimos al auto. Ese día no queríamos estar en silencio, así que sintonizamos la radio y fuimos cantando un poco, las canciones que salían y que ambos sabíamos de memoria. 

Al estar de frente al laboratorio, no había lugar para aparcar y Alondra, se tuvo que bajar sola por la prueba, mientras que yo, la esperaba en el auto, no tardó ni cinco minutos en volver, con un sobre cerrado en la mano.

–Ya la tenemos David ¿Qué hacemos? – Ella estaba nerviosa – No creo que, debamos abrirla aquí. Estamos estorbando el paso.

–Sí primero debemos de quitarnos, mi amor – Le sugerí – No sé, si quieras que vayamos de vuelta a nuestro piso y allá abrir juntos el sobre.

–No David, porque si no es lo que esperamos, no quiero que nuestro piso se llene de momentos malos. Sabes que soy una mujer muy supersticiosa.

Eso también era la pura verdad, que mi Alondra, pecaba con eso de ser tan supersticiosa, decir que ella atraía la mala suerte y tantas cosas, pero, yo no creía en eso. De cualquier forma, iba a respetar de todas maneras su punto de vista que era, demasiado importante para mí.

–David, ya sé vamos al parque, nos bajamos y nos relajamos y ahí nos sentamos a abrir el sobre – Me sugirió – Así, podemos estar al menos, en el aire libre.

–Vale mi consentida, no se diga más y vamos al parque – Le dije con una enorme sonrisa – Allá veremos lo que ese sobre dice.

–Sí mi amor. Espero que no sea, nada malo.

–No lo será, en un momento más, estaremos respirando tranquilos.

Conduje con rumbo al parque y al llegar, busqué aparcamiento. Alondra y yo, bajamos del auto y caminamos tomados de la mano, recorriendo el parque y respirando como ella dijo el aire puro del mismo. Esa sensación me encantaba, el olor de los árboles y al mismo tiempo ambos, queríamos despejarnos un poco, antes que abriéramos ese sobre. 

Cuando estábamos ya lo suficiente lejos, de las personas que estaban en el parque, nos sentamos en una banca y entonces tomé el sobre en mis manos. Por nada del mundo permitiría que el resultado de este sobre nos perturbara, porque de todos modos, íbamos a buscar una solución.

–Alondra, diga lo que diga esto. Estamos juntos ¿De acuerdo mi princesa? – La miré a los ojos – Desde que te conocí, me prometí y te prometí, que nunca estarás sola y así será. Confía en mí, te lo pido por favor.

–Confió en ti, pero por favor, ábrelo tú – Alondra comenzó con los nervios – Tengo mucho miedo mi amor.

El corazón me latía a todo lo que daba, el nervio me tenía inmóvil y solo podía ver a los ojos a mi consentida, que estaba en las mismas o peores condiciones que yo.

–Sí así lo quieres está bien.

Le di un beso y el sobre que tenía en mis manos, me dispuse a abrirlo. Me sentía nervioso, pero al mismo tiempo muy confiado, sabía que era un resultado, muy esperado por ambos y que sería todo para bien, le había rezado a todos los santos, para que intercedieran por nosotros.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora