Capítulo 137.-

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Narra David de María

–No te entiendo Lisa, solo tenías que quedarte callada, ya que tenías que revolver más las aguas. – No me pude contener y discutí con Lisa.

–Se me salió de las manos, ni me di cuenta, en que momento ocurrió. – Esas no eran escusas. 

–Ya no digas nada, por favor, cállate de una vez. – Dije cabreado.

Estaba a punto de hablarle con mis sabidas groserías. No tenía el derecho de decirle eso a Alondra y la hice sentir esa noche, peor que una basura. No podía creer, que apenas había hecho las paces con Andrés y ahora, tenía estos problemas con Lisa. 

–Lo siento mucho David, Andrés y yo ya nos vamos, es lo mejor – Dijo Lisa llorando – Nos vemos Alondra y perdóname por favor.

–Lisa, no tengo nada que perdonarte – Le respondió Alondra – Por favor, no estén peleados ya, no quiero que dejemos de vernos.

–Alondra tiene razón – Sentenció Andrés – No tiene caso que estén peleando más, Lisa y David, vean lo mal que está ella.

–Está bien, los vemos luego – Les dije a ambos.

–Los acompañamos abajo – Se ofreció Alondra – Vamos, David.

Ella se levantó del sillón y yo la tomé de la mano, después bajamos abrazados a despedirnos de Lisa y de Andrés y ellos se fueron de la cabaña y mi madre, había dejado una nota que había ido un momento a casa de Fina Morgan, a jugar una partida de dómino, lo que nos dejaba a Alondra y a mí completamente solos en la cabaña. Ahora yo no sabía, ni por donde empezar. 

Alondra tuvo un cambio drástico en cuanto se fueron Andrés y Lisa, se soltó de mi abrazo y se subió a la recámara a acostarse en mi cama, para llorar desconsolada. Así la encontré cuando subí detrás de ella. Maldita la hora en que la dejé sola con Lisa, que hizo que mi muñequita se pusiera así. La tomé entre mis brazos y ella siguió llorando, sin decir palabra.

–Alondra, mi amor. Siento demasiado lo que te ha dicho Lisa, pero no ha sido en tu tiempo, yo nunca podría entregarme en su totalidad a ninguna mujer que no fueras tú y lo sabes – Le dije con seguridad – Te amo mi muñequita.

–David, me duele y me duele mucho que te acostaste con ella y ¿Sabes porque? Porque Lisa me cae bien, me agrada y hasta siento que la quiero y saber que ella te tuvo en la cama, me pone demasiado mal.

Si de eso me daba cuenta ellas habían empatizado lo más de bien y esto que acaba de ocurrir es para no entenderlo. La comprendía fue un golpe muy duro enterarse de esa manera.

–Alondra, por favor mi amor. Tienes que calmarte, te lo suplico. Te amo mi hermosa princesa, por favor cálmate.

–No puedo David, dime al menos si ella ¿Es mejor amante que yo? Porque me siento estúpida, inocente y mensa a su lado, después de ver lo que hicieron ella y Andrés, creo que ella y tú debieron hacer más cosas.

–Amor, mi vida, mi cielo ya no llores, te estás poniendo muy mal – La abracé y ella, empezó a temblar en mis brazos – Tranquila, mi vida, nadie ha sido lo que has sido tú para mí y quédate con eso. 

–Eso quiero amor, hazme olvidar lo que me dijo Lisa por favor David.

Fue lo último que me dijo Alondra antes de que la acariciara con suma ternura, dejándola más tranquila, como siempre que la abrazaba hasta que se quedó perdidamente dormida en mis brazos. Eso me tranquilizó un momento, pero algo sentí desde ese instante que estaba mal y la cobijé y le quité sus zapatos para acomodarla debidamente en la cama, ella no se movió en absoluto lo que pasaba siempre que se quedaba dormida ya que tenía el sueño muy pesado. 

Yo por alguna extraña razón tardé mucho en dormir aquella noche, hasta que me acomodé a su lado y la abracé en mi pecho como cada noche y me arrullé con ella, quedándome dormido hasta el día siguiente, que me despertó el sonido de la licuadora. Seguramente mi madre, estaba haciendo alguna especie de jugo o licuado en ella. Alondra seguía perdidamente dormida y yo le di un beso tierno y después, me metí a bañar y me cambié y bajé con mi madre a la cocina.

–Buenos días madre – Le di un abrazo y un beso – Anoche, ya no te oí llegar.

–Hola hijo, no es que llegué muy tarde. Alondra y tú ya estaban dormidos, les apagué la luz de tu recámara y les cerré la puerta ¿No sé si te pudiste percatar de ello?

–Sí, me percaté, pero hasta hace rato que desperté ¿Qué haces en la licuadora, madre?

Llevaba ya rato en lo que estaba haciendo, pues desde que me despertó hasta ahora, no ha acabado. 

–Es jugo verde, Fina me dijo como prepararlo. Ya es algo tarde David y Alondra sigue dormidita, me supongo. Espero que la hayan pasado bien, con Lisa y con Andrés anoche.

Lo bueno es que ella no estaba, cuando me puse a discutí con Lisa, de lo contrario se hubiera enterado de lo que se dijo.

–Sí madre, la pasamos de lo mejor. Fue maravillosa la noche, a Alondra le hacía falta convivir con más gente.

–Me da gusto hijo, bueno vamos a tomar el jugo y en un ratito más, espero que Alondra se despierte para que tome también, un poco y almorzar todos juntos.

–Sí madre.

Mi madre y yo tomamos el jugo, yo por alguna razón no estaba tranquilo y subía cada cierto tiempo a ver a mi princesa que seguía muy dormida, hasta que llegó la hora del almuerzo y nada que se despertaba y después la hora de la comida y ella seguía sin abrir los ojos. Entonces empecé a desesperarme.

–Madre, Alondra no despierta por favor ayúdame – Le pedí a mi madre – Ven, sube conmigo.

La apuré y dejó lo que estaba haciendo para seguirme a la recamara, me vio tan desesperado y entramos a verla.

–Vamos hijo, ¿Desde a qué hora está dormida?

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora