Capítulo 96.-

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Narra Alondra Ferreyra

–Más le vale que la aprendiera y sobre el fin de semana, ya no creo que sea buena idea, que vayan con Lisa y con el borracho del novio – Manifestó Carmen – Estoy muy molesta Alondra y es por eso, que quise hacer también esto de Fina para que David sepa, que conmigo no se juega y que no permitiré ese tipo de comportamientos ridículos.

–Tienes razón Carmen, espero que él entienda esa lección y que sepa comportarse mejor de ahora en adelante – Le di la razón a Carmen – Por mí, está mucho mejor si no quieres que vayamos a lo del viernes. Lisa me cayó bien, pero el borracho ese como lo has llamado, no es una buena influencia para David.

–Gracias por entender Alondra, espero que David no se enoje. Pero por lo que pasó, no los dejaré ir a ningún lado con ese borracho – Sentenció Carmen.

Carmen y yo volvimos caminando a la cabaña de nuevo, Fina nos esperaba en el patio trasero con una cara de angustia, lo que hizo que me alarmara de inmediato preguntándome si David estaría bien. Caminé lo más rápido que pude, su cara no era de muy buenas noticias.

–Fina, tienes una cara sepulcral – Le dijo Carmen – Salimos por hojas de guayabo Alondra y yo para cocerle un té a David, con eso se levantará.

–Carmen, creo que no debimos hacer todo esto. Tú chico se ha puesto muy mal. Tiene vómito y está pálido y ojeroso – Respondió Fina – Subió a su recámara y se arrancó de golpe las agujas en el camino, ya las recogí y guardé.

Yo dejé las hojas de guayabo en la encimera de la cocina y subí corriendo desesperada las escaleras, hasta llegar a la recámara de David, no lo vi en la cama y escuché ruidos en el cuarto de baño. Los ruidos que hacía me alarmaron mucho más.

Me acerqué a él y lo vi, de rodillas al lado de la taza del baño y devolviendo el estómago. Yo me senté a su lado y lo abracé por la espalda, dándole a entender que siempre estaría ahí, que lo amaba y que para mí, lo importante era que se pusiera bien. Las lágrimas de arrepentimiento, no se hicieron esperar, quisimos darle una lección y todo nos había salido mal. 

–Alondra, mi amor me siento muy mal mi princesa – Me dijo David, como pudo – Por favor, ¿Me puedes ahora si traer un analgésico?

–Sí mi amor, voy por él – Me levanté del piso temblando de nervios – Te amo David, te vas a poner bien mi amor.

–Gracias, mi muñequita.

Iba a bajar decidida a buscar el analgésico que David necesitaba cuando en el cubo de la escalera, me topé con Carmen. Ya traía lo que necesitaba.

–Alondra, llévale esto a David por favor – Dijo Carmen dándome una tableta y un vaso de agua – Dile que se relaje y que se la tome.

–Carmen, él está muy mal está devolviendo el estómago y me preocupa mucho en verdad –Le dije a Carmen – Le llevaré la pastilla.

Subí de regreso a la habitación de David y lo ayudé a levantarse del piso del baño, ya que se tranquilizó un poco y le ayudé a sentarse en la cama, le di su pastilla y el vaso con agua para que se la tomará de inmediato. Me arrepiento de haberlo hecho pasar por esa tortura. 

–Te amo David, tomate la pastilla para que te sientas mejor – Le dije a David –Te ayudaré a que te recuestes.

–Alondra, no puedo ver la luz ¿Puedes cerrar la cortina por favor? – Me pidió él – La luz me enciende más el dolor de cabeza.

–Claro, voy a cerrarlas todas – Dije tomando un control que no sabía cómo usar, pero como pude oscurecí el cuarto – Espero que así esté mejor, mi amor.

David se tomó la pastilla y después yo le ayudé a acostarse, le quité sus zapatos y lo tapé con unas mantas que tenía en el closet, estuve a su lado hasta que logré que él se quedara dormido. Quería acostarme con él pero no podía. Tenía que hacer la tarea, no había hecho nada todo el día y no podía perder mi beca. Era la única forma, de continuar con mis estudios.

Me quité los zapatos y bajé descalza a la parte de abajo dónde Carmen y Fina se tomaban un café en la sala. Yo pasé de ellas y encendí mi computadora que estaba ahí en la mesa del comedor, para después ponerme a hacer mi tarea. 

–Alondra hija, ¿Quieres algo de almorzar? Con todo esto se nos hará de noche – Me dijo Carmen – Tengo tacos de guisado y ya casi está la carne que hicimos para comer y Fina trajo algo para hacer una ensalada.

No me podía ocupar en otra cosa, la tarea estaba retrasada y los chicos esperaban por ella. Fina estaba también acompañando a Carmen y creo que entre las dos, estaban terminando de cocinar. Desde luego que Fina se quedaría a comer, pienso yo.

–Gracias Carmen, creo que por hoy esperaré la carne y la ensalada. No he hecho nada de mis deberes y estoy muy estresada. La verdad necesito, terminar de hacer mis tareas.

–Que chica tan dedicada – Me dijo Fina – Eres una joya Alondra, no solo hermosa, también inteligente.

–Gracias señora Fina y espero un día con más calma ponerme en sus manos, con esa cuestión de la acupuntura. Definitivamente necesito algo, para calmar mi estrés.

–Cuando quieras Alondra, estoy a tus órdenes y ya no te hablaremos. Ponte a lo tuyo e imagina que no estamos aquí, ni Carmen, ni yo.

–No hay problema con eso, de verdad.

Me concentré en hacer mis tareas y las de mis clientes y amigos también. Tenía que adelantar lo más posible, aunque de vez en vez, subía a ver si David despertaba pero no, estaba bien dormido y cómo no iba a estarlo, después de la noche de anoche. El solo recordar lo que hicimos, me hizo sonreír de oreja a oreja.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora