Capítulo 138.-

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Narra David de María

-Desde ayer como a las 11 de la noche, ya lleva más de 12 horas. Tengo miedo madre, ella no despierta con nada.

-Le llevaré un poco de alcohol para que abra sus ojos, pero es que David ambos necesitan descanso. Han estado desvelándose mucho por lo del Tec, pero vamos a intentar que despierte, tiene que comer algo.

Mi madre subió conmigo a mi recámara y los dos, hicimos grandes esfuerzos por despertar a Alondra y con nada lo logramos. Me sentía fatal y demasiado desesperado.

- ¿Qué hacemos, por qué no reacciona?

-Llama a tu padre, para ver que nos dice.

Llamé a mi padre y me dijo que en efecto podía ser producto del cansancio excesivo, pero que si pasaba más de dos días sin reaccionar, sin despertar que entonces ya era urgente que se llevará a recibir atención, eso indicaría un problema mayor en su salud.

-Ya escuchaste o que dijo, madre, ¿será que la dejamos descansar?

-Veamos qué pasa, hijo, tu padre tiene razón, se ha excedido con sus labores.

-Muy bien continuemos con nuestras cosas, yo mientras veré que más nos dejaron para el Tec.

Pasaron 24 horas y nada que ella despertaba, mi madre y yo no podíamos ni dormir de ver que mi princesa seguía sin abrir los ojos, por más que la movíamos y le habláramos, cuando pasaron esas 48 horas de infierno y ella no volvía de su sueño, llamamos de nuevo a mi padre y nos dijo que le tomáramos la presión, lo cual no fue posible y no la sentía casi respirar.

-Padre, no le alcanzo a tomar los signos y su respiración es muy lenta. - Le dije ya con miedo.

-Hay que reanimarla, hijo, si Carmen está presente que vaya por su amiga, la acupuntura tal vez sirva de algo. - Sugirió.

Mi madre en un intento desesperado fue por Fina, para ver si con sus técnicas ancestrales de acupuntura, como habia dicho mi padre, podía hacerla que volviera de ese sueño en el que llevaba ya, más de dos días pérdida. Yo cuando me quedé solo con Alondra, mientras mi madre fue por Fina me descompuse y lloré como nunca en mi vida y seguía hablándole, besando y abrazando a la mujer que amo, para pedirle que volviera a mi lado.

-Alondra, mi amor, mi vida, mi princesa, mi todo. Despierta por favor - Le supliqué - Te amo, perdóname mi vida, soy un tonto, perdóname por favor.

Lloré y lloré, hasta que llegó mi madre y su amiga Fina. Sacaron muchas agujas y muchas cosas, le hicieron de todo una terapia acústica y le pusieron unas cosas alrededor a Alondra para que ella pudiera reaccionar y después Fina comenzó a ponerle más agujas, balines y tachuelas y pusieron esencias velas y llenaron a Alondra de aceites y de cosas pero nada la hacía volver. Después de todos aquellos rituales, yo perdí la fe por completo y al intentar tomarle la presión a mi Alondra y al no poder lograrlo, estallé en contra de mi madre y de Fina.

-Ya basta de estupideces, madre - Le grité llorando desesperado - Por favor, llama ya, a los profesionales. Alondra está mal, no le escucho la presión y parece una muñeca de trapo.

Eso estaba acabando conmigo, ni siquiera la podían sostener, estábamos luchando por mantenerla recta y se iba completamente de lado.

-David, no le hables así a tu madre - Me quiso calmar Fina - Tenemos que dejar que las agujas y lo que le puse surtan efecto.

-Fina cállate y no te metas, es mi novia quién está mal y no quiero tus estupideces - Arremetí contra Fina - No se queden ahí paradas como pendejas, llamen a una ambulancia, joder.

-Tienes razón hijo, ya no se puede esperar más esta situación - Reaccionó mi madre - Llamaré a la ambulancia, para que vengan a asistir a Alondra.

-Gracias madre, perdón Fina - Me disculpé - Me siento muy mal y desesperado, la mujer que amo no abre los ojos.

-Tranquilo hijo, no pasa nada.

En ese momento mi madre llamó a la ambulancia y Fina se retiró a su casa. No tenía caso que siguiera ahí, a los pocos minutos ingresaron los paramédicos y subieron una camilla para subir a Alondra. Le tomaron la presión o más bien lo intentaron y tampoco lo lograron, no le detectaban casi el pulso y después de eso le colocaron oxígeno y la subieron a la camilla no sin antes, darnos un informe a mi madre y a mí.

-La chica está muy mal, está a nada de perder la vida. No le pudimos tomar la presión y no le detectamos el pulso - Dijo la doctora - Vamos a tener que internarla y hacerle estudios.

-Yo me voy con ella, no se puede morir. Ella no se puede morir - Les grité desesperado - Tienen que salvarle la vida, yo les exijo que lo hagan, es su deber.

-David hijo, cálmate por favor - Me abrazó mi madre -Por favor, déjenme ir en la ambulancia con ustedes. Ella es como mi hija y yo voy a responder por ella.

-Lo siento señora, pero solo puede ir una persona - Le explicaron a mi madre - Le agradeceríamos que nos veamos, ya en la clínica.

-Está bien, como digan. Entiendo - Respondió mi madre - David, vete con ella y yo me voy detrás de la ambulancia en el auto.

-Claro madre, gracias.

Nos subimos a la ambulancia y yo no solté ni por un segundo la mano de mi consentida y todo el camino fui hablándole, mientras los paramédicos luchaban porque mi princesa recuperara la conciencia y poderle tomar la presión. Fueron los momentos más espantosos de mi vida, ella no volvía y yo sin ella, sentí que me moría.

Ahora pienso que si yo le hubiera dicho a Alondra, las cosas que habia hecho, en estos momentos no la estuviera viendo en este estado catatónico, era como si estuviera muerta en vida y eso no lo soportaría por nada en el mundo, si ella se quedaba así para siempre, mi vida no tenía caso, que la siguiera viviendo.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora