Narra David de María
–David, es que tengo mucho sueño aún y también hambre – Se quejó ella – Por favor, podemos antes comer algo.
–No mi princesa, los análisis nos los deben realizar en ayunas. Te propongo algo, nos damos prisa y vamos a que nos los hagan y después nos venimos a desayunar con calma.
–Está bien mi amor, siendo así vamos a apurarnos.
Nos preparamos para salir, sólo tuvimos que peinarnos ya que nos habíamos quedado dormidos ayer con todo y la ropa puesta lo que nos facilitó las cosas para salir rápido de la casa. Bajamos para encontrarnos con mi madre y enseguida nos fuimos al laboratorio.
–Carmen, tengo mucho miedo – Dijo Alondra – Espero que no nos vayamos a desangrar ahí.
–Alondra hija, no es para tanto ¿Nunca te han sacado sangre? – Le preguntó mi madre a Alondra – No pasa nada y es súper rápido.
–En el hospital me pusieron suero, pero no sé si me sacaron sangre o no sentí y ahora si voy a sentir, mejor no hay que ir.
–Mi princesa, yo estaré contigo y no pasará nada. Además me has clavado la duda y ahora a mí me urge que nos chequemos ambos.
–Está bien David, ojala que nos vaya bien.
Llegando al laboratorio, mi madre aparcó el auto y bajamos los tres juntos. Yo sujetaba la mano de Alondra y mi madre caminaba por delante de nosotros. Al llegar al mostrador del laboratorio ambos sentimos mucha vergüenza cuando mi madre pidió las pruebas.
–Buenos días joven, venimos por unos análisis de enfermedades de transmisión sexual y una prueba de Elisa por favor – Pidió mi madre – Son para estos dos jóvenes que vienen conmigo.
–Buenos días, claro que si señora. Tienen que llenar estos formularios con sus datos y una vez que los tengan me los pasan por favor y entonces vendrá el químico para pasarlos y que les saquen la muestra de sangre – Respondió el recepcionista y nos dio los formatos a Alondra y a mí – Si no requieren nada más, pueden sentarse a llenarlos y a esperar aquí en la sala de espera.
–Muchas gracias, que amable joven – Respondió mi madre.
Alondra y yo, parecíamos dos avestruces que no queríamos sacar la cabeza de la tierra. Buena nos la había hecho mi madre, pidiendo como si nada los análisis habiendo más gente en el laboratorio. Alondra y yo llenamos los formularios y después que lo hicimos mi madre fue a entregárselos al recepcionista. Permanecimos ahí sentados esperando, cuando salió un señor un poco grande de edad.
–David de María Ramírez, venga conmigo por favor – Me dijo el hombre – Acompáñeme por favor, para tomarle su muestra.
–Claro, muchas gracias – Le di un tierno beso a Alondra y acompañé a ese hombre.
Entramos a un cubículo pequeño, ahí él me colocó una liga en mi brazo y me pidió que abriera y cerrara mi puño y que finalmente lo dejara cerrado, él palpó mi brazo en busca de la vena de dónde me iba a sacar la muestra y finalmente sentí el pinchazo notando como se llenaba un tubo, para posteriormente llenar algunos más algo que no significó gran molestia para mí.
–Ya es todo joven – El químico me colocó un parche dónde me saco la muestra – Puede irse. En un momento saldré por la muchacha.
–Muchas gracias, sobre eso quisiera pedirle un favor muy especial ¿Podría acompañarla a que le tome la muestra? Ella es mi novia y es muy nerviosa, por favor – Le supliqué al químico – Además al parecer nunca le han sacado sangre.
–Claro que sí, no hay problema. Estaremos muy apretados pero no pasa nada.
–Le agradezco mucho en verdad.
Salí a la sala de espera un momento y me senté junto de mi hermosa Alondra, quién estaba más transparente que un vaso de cristal.
–Alondra mi amor, no me ha dolido casi nada sólo el pinchazo pero vas a estar bien –La iba preparando para lo que venía – Yo pasaré contigo.
–David, tengo mucho miedo. No soporto las agujas – Ella quería llorar – Al menos te dejarán pasar conmigo.
–Claro, yo no te iba a dejar sola por ningún motivo.
En ese momento el químico llegó a la sala de espera y después de entregar unas hojas al chico de la recepción se dirigió a Alondra.
–Alondra Ferreyra Pérez, venga conmigo por favor.
Alondra se levantó de la sala de espera muy temerosa y yo me levanté con ella, la tomé de la mano y entramos juntos al mismo cubículo dónde hacía unos momentos me habían sacado la muestra a mí.
–Tome asiento señorita, por favor – Le pidió el químico a Alondra.
–Sí gracias.
Ella se sentó en la misma silla en la que estuve yo y al no haber espacio para mí me tuve que arrodillar del otro lado de Alondra para tomar entre mis manos su mano libre, en lo que el químico repetía con ella el procedimiento que hizo conmigo, yo trataba de calmar sin palabras a mi princesa y después sin importarme nada comencé a consentirla, justo cuando ya le iban a dar el pinchazo.
–Mi amor, tranquila Alondra. Todo estará bien mi princesa yo te amo – Le decía y le daba besos en su mano – Todo estará bien.
Le dieron el pinchazo y ella soltó unas lágrimas y con la mano que yo sostenía ella me la apretó señal que le había dolido. La seguí calmando hasta que todo terminó.
–Eso ha sido todo, muchachos. Les llamaremos por teléfono para avisarles cuando puedan recoger sus resultados o los pueden consultar vía nuestra página web con el número de usuario y contraseña que ya vienen impresos en el ticket – Nos dijo el químico – Pueden retirarse.
–Muchas gracias y hasta luego – Nos despedimos Alondra y yo.
Salimos a encontrarnos con mi madre y nos fuimos rumbo al auto. Nos subimos y comencé a consentir a Alondra para que se relajara en mis brazos como siempre quería yo que fuera. Si algo malo llegase a surgir de todo esto, siempre me arrepentiría de no haber sabido escoger con qué tipo de persona me acostaba.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...