Capítulo 33.-

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Narra David De María

Estaba esperando en la joyería a que saliera mi princesa, pensando que, si algo malo le pasaba por hacerse eso en los orejas, sólo sería culpa mía. Primero por lo poco observador que había sido al no darme cuenta que ella no llevaba los lóbulos perforados y después por retarla a hacer algo que, seguramente de no ser por mí y por mis comentarios jamás hubiera hecho por ella misma, pues estaba claro que habían pasado 18 años y no se los había hecho, me imaginaba que por algo no los traía perforados.

Estaba nervioso y estaba impaciente. No me esperaba que pasara tanto tiempo y aun no salieran. A los pocos minutos, salió al mostrador la chica que se había llevado a Alondra, su cara denotaba preocupación y eso me alertó, algo no muy grato estaba sucediendo ahí en la trastienda, me recriminé de inmediato, por tonto y por insensible.

–Joven, me está pidiendo la señorita que si puede pasar con ella, por favor. Generalmente no permitimos eso pero sólo le he podido perforar un lóbulo y no aguanta el dolor – Me comentó la chica – Venga conmigo, por favor.

–Claro vamos.

Entré con la chica a atrás del mostrador y pasamos la cortina dónde mi princesa apenas me vio, se levantó de dónde estaba sentada para abrazarme, estaba temblando y pensé que tendría un ataque de pánico, las reacciones de cada persona eran diferentes ante éstas situaciones.

–David, me duele muchísimo y me falta todavía de un lado – Lloraba ella en mis brazos – Por favor quédate conmigo y dame la mano mientras me hacen la perforación del otro lado.

Tal como me lo imaginé, ella era bastante osada, pero el dolor era el dolor, entonces tenía que calmarla para que terminaran de hacer la tarea, pues no creo que solo se haría de un solo lado, pero si así lo quería no habría problemas, ella era la que tenía que decidirse, por eso pensé que no habría problema si solo se perforaba de un solo lado. 

–Tranquila mi princesa, no llores. Me siento culpable, por mi culpa estás pasando por todo esto. Soy un tonto – Dije mientras la seguía consolando – Alondra, si quieres vámonos y no es necesario que te hagas ya, más nada.

–No me quiero quedar así mi amor. No quiero tener un lóbulo perforado y el otro no. 

Claro, sonaba ilógico ir por la vida con una sola perforación, pero a fin de cuentas no era tan grave, me suponía que debía ser por cuestiones estéticas.

–De acuerdo, te apoyaré en lo que decidas. Sí quieres que esté contigo mientras te hacen lo de tu otra oreja, aquí me tienes.

–Gracias mi amor.

Alondra volvió a sentarse en la silla dónde estaba, yo me arrodillé a su lado tomando su mano y dándole suaves besos en ella. La chica enseguida tomó algo parecido a una engrapadora con el otro pendiente puesto y en cuestión de segundos ya le había colocado el segundo pendiente a Alondra quién se quejó un poco de dolor de inmediato, me dolía que se sintiera así, solo quería trasmitirle un poco de fuerza apretando su delicada mano.

–Listo, eso ha sido todo – Dio por terminado el asunto la chica de la tienda – Le recomiendo que no se vaya a quitar el arete en unos días señorita y que se esté dando vuelta con él para que no se vaya a pegar la piel en el arete, eso es para que se forme la cicatriz. 

–Muchas gracias – Respondió Alondra – Una pregunta, ¿Cuántos días me va a doler?

–Yo estimo que solo le dolerá el día de hoy. Es perfectamente normal y si se le llegaran a inflamar los oídos yo le recomiendo que se ponga compresas frías o hielo.

–Gracias por todo señorita – Agradecí yo.

Salimos al frente de la tienda para pagar y para que nos empacaran el par de pendientes que escogí para Alondra, para poder retirarnos de la tienda, la notaba un poco afligida todavía, solo esperaba que no tuviera alguna reacción al metal. Mientras caminábamos por la calle, la notaba muy callada y eso me preocupaba. No sabía si le estaba doliendo mucho o no, pero lo que si notaba es lo mucho que se le estaban inflamando ambos orejas cómo si hubiesen crecido al doble de su dimensión normal. 

– ¿Mi princesa?, ¿Qué pasa? – Pregunté a Alondra.

– No te diré para que te burles de mí – Respondió ella con desgano – Quizás no debí hacerlo.

–Vamos a la casa, para ponerte hielo mi princesa. Vas a estar bien y no me burlaré de ti para nada. Siéntete segura de decirme lo que te pasa.

Ahora tenía a mi novia desconfiando de mí, pues me lo merecía por retarla y por burlarme prácticamente en su cara, esperaba que solo fuera por esta vez y me prometía a mí mismo que, nunca más le haría tales comentarios, su reacción fue muy desafortunada y ahora nos encontrábamos los dos sufriendo.

–En tal caso, me duelen demasiado las orejas mi amor. Siento como que algo me camina y me punza en el lóbulo ¿No los tengo rojos? 

–Sí mi princesa, están un poco inflamados, pero como dijo la dependienta, eso es normal, así que vayamos a ponerte el hielo y se te pasará la molestia. 

Caminamos tomados de la mano hasta que volvimos a la casa de la amiga de mi madre, quien ya había regresado antes que nosotros. Ella al ver a Alondra se alarmó por ver sus orejas tan rojas.

–Hola chicos, ¿Qué ha pasado? – Preguntó mi madre – Creo que a Alondra le han hecho alergia los aretes.

–Hola Carmen, no es eso. Me perforaron los lóbulos de las orejas y me duelen cómo no tienes idea, yo no tenía hechos los orificios pero no podía quedarme sin usar los aretes. Son hermosos y gracias por escoger algo así de especial para mí.

–No ha sido nada hija, pero no tenías que hacer eso. Pudiste pedirle a David que lo cambiáramos por otra cosa.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora