Capítulo 94.-

32 3 0
                                    

Narra David de María

-No Alondra, dónde se guarda la comida para que se conserve, ahí detrás mi madre, tiene un botiquín ¿Puedes traérmelo por favor?

-Detrás del refrigerador querrás decir, déjame ver. Pero David es que no puedes tomarte nada, déjame llamar a Carmen, para saber si ya vienen en camino.

Alondra tomó su móvil y comenzó a llamar a mi madre, yo me desplomé y me acosté en el sillón. Me sentía más mal que nunca en mi vida y en ese momento, entraron mi madre y Fina a la casa.

-Hola chicos ¿Cómo están? - Nos saludó Fina.

-Hola Fina, bien gracias -Respondió Alondra - Pasa y siéntate por favor.

-Gracias, Alondra.

-Hola Fina - La saludé, apenas si podía hablar.

-Alondra hija, no te respondí porque ya estábamos llegando - Se disculpó mi madre con Alondra.

-No pasa nada Carmen, bueno sí. David se siente muy mal. Tiene migraña y quería tomar algo del botiquín, pero no le di nada como me habías dicho. Le expliqué, que fuiste por Fina, para que lo atendiera.

-Así es Alondra, tú y yo vamos a preparar la comida. Como David está indispuesto, mientras Fina lo atiende, me ayudarás tú por hoy, algo tenemos que comer.

-De acuerdo Carmen - Respondió Alondra y se fue a la cocina con mi madre.

Yo volví a cerrar los ojos y cuando sentía que me iba a volver a dormir, agradeciendo a Dios por eso, para que me ayudara a sentir mejor, Fina tiró de mí con fuerza, para sentarme en la sala.

-Muy bien David, cuéntame ¿Qué es lo que te aqueja? - Me preguntó Fina - Hoy vas a tener una sesión conmigo y te podrás sentir mejor. Eso te lo garantizo.

-Fina en serio que aprecio que vinieras y todo eso, pero no creo que nada de lo que hagas, me vaya a funcionar. No pude ni tomarme todo el té, tengo un dolor de cabeza terrible, espantoso, ni siquiera puedo abrir bien los ojos.

-Es por eso, que te haré una sesión especial de acupuntura - Respondió Fina - Lo que tienes es un desequilibrio iónico y electrolítico de tu cuerpo. Pero todo tiene solución David, necesito que te sientes en una silla y yo iré colocándote unas agujas en tu cuerpo.

-Fina por Dios - Exclamé exaltado - Ya te he dicho que no, no quiero que me encajes nada de agujas, me duele la cabeza, solo necesito un analgésico ¿Es eso mucho pedir? No quiero técnicas ancestrales de los primeros pobladores. Quiero una maldita aspirina o algo.

-Lo siento David, pero tu madre fue por mí para que te haga esto y si no lo quieres hacer reclámale a ella, yo te haré lo que Carmen y yo quedamos y tienes dos opciones: cooperar o no hacerlo, tú decides cuál de las dos te conviene más.

Fina Morgan era toda una personalidad y me caía bien. Era amiga de mi madre desde que yo tenía uso de razón pero este rollo de las agujas y todo eso, habían elegido el peor día para que lo probara. Yo me sentía mal y cuando me daban las crisis de migraña, lo mejor que debían hacer era dejarme sólo con mi dolor o no sabían si podían salir afectadas por mis arranques.

-Lo siento Fina, no quise ofenderte. Es el dolor que habla por mí. Nunca me había dolido la cabeza así, te lo juro.

-Por eso mismo, vamos a poner las agujas en la zona de tu cabeza. Cierra los ojos David y relájate.

Fina saco una bocina, lo que fue el colmo, si el más mínimo ruido hacía que mi cabeza estallara de una manera espantosa. No quería escuchar ningún tipo de ruido y tal parecía, que la amiga de mi madre eso le valía olímpicamente. Ella se dedicó a poner una música medio tántrica o árabe o que se yo y después sacó un aceite aromático que comenzó a frotarme en la sien, dando un masaje. Eso no fue del todo malo, pues el dolor se iba difuminando. Algo que se sentía demasiado bien.

Después de eso del masaje, sacó muchas agujas y las fue clavando una a una en mi cabeza y las dejó ahí encajadas. No podía imaginarme que si Alondra me veía así, se iba a burlar definitivamente de mí, nada más eso me faltaba, pensé para mis adentros. Después de que Fina me dejó la cabeza convertida en una alfiletero, Alondra se asomó de la cocina y también mi madre, podía jurar que ese par se estaban riendo y secreteando sobre mí, que a estas alturas del día solo quería que me dijeran, que querían darme una lección, que esto era una broma y que me quitaran las agujas que tenía por todo mi cuero cabelludo y que lejos de ayudarme, me estaban perjudicando terriblemente.

-David, ¿Cómo va el dolor? - Me preguntó Fina - Dime, si mejora o empeora o se mantiene constante.

-Empeora Fina, siento horrible tener tanta aguja encajada. Siento que algo, me camina en la cabeza.

-Las agujas están haciendo su trabajo, pero no pienses que las tienes. Piensa en otra cosa, o ¿Quieres que te dé un masaje en la sien de nuevo?

Aunque eso me hubiera gustado mucho, pues tenía que admitirlo que si me había relajado y hasta aminorado el dolor, entonces algo se me ocurrió en ese momento. Sí todo esto fuera un jueguito de mi madre, de Fina y hasta de Alondra, vería de una vez por todas la manera de acabar con éste asunto.

-Fina, ¿Podrías decirle a Alondra como puede ella darme el masaje? - Le pedí a Fina - Por favor, si me ayudó demasiado.

-Ya sé a dónde va esto jovencito y si quieres masaje, solo yo te lo daré -Dijo Fina.

Así es como ese día todo me salió mal, no me cumplió Fina mi gustito de que Alondra me diera el masaje y me tuve que aguantar con ella misma. No cabía duda, que mi madre estaba queriendo darme una lección y lo que era lo peor de todo es que, lo estaba consiguiendo.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora