Narra David De María
Mi corazón no estaba preparado, para una ruptura con Alondra, no ahora, porque había pensado, que lo nuestro duraría todo lo que nos restaba de vida, tenía mucho que decirle, mucho que amarla, no me quería dar por vencido.
–Madre, me siento muy mal – La abracé – No pude ver a Alondra, Don Manuel, no me lo permitió y el gato ese que la recogió en Valle de Bravo, tiene toda la culpa.
Dije bastante enojado, ese tipo no tenía, por qué meterse en lo que no le importaba, solo porque le había hecho eso, pues en ese momento, estaba bastante ebrio y no medía mis acciones.
–David hijo, primero serénate y respira profundo – Me respondió mi madre – Ahora sí, dime con calma ¿Qué pasó con Don Manuel?
–El ya no es el mismo Don Manuel, que conocíamos tú y yo madre – Le expliqué – Todo tiene que ver, lo que ese gato, le dijo o la misma Alondra, creo que lo nuestro se ha perdido, ella no me contestó una llamada, que le hice antes de aparecer en su casa.
Esa hubiera sido la diferencia, que me hubiera contestado y no me presentaba a hacer el ridículo en su casa, que ella misma mue hubiera dicho que no fuera, pero ya era demasiado tarde, pues ya había sido retirado de su casa.
–David, no hables así de las personas – Me reprendió mi madre – Todos somos seres humanos y merecemos un respeto y un buen trato, pero tú tuviste la culpa al tratar mal, al socio de Don Manuel, no tenías por qué tratarlo, como si fuera tu sirviente, él sólo fue por ella y tú te portaste pésimo.
–Madre, no estoy de buen humor, para escucharte que te pongas de su parte, mejor subiré a mi recámara a dormir. Es lo único, que puede calmar el dolor que siento, madre. Siento, que la he perdido a mi consentida.
–Creí que ya no era nada para ti, no debiste tratarla así David, por algo te he dicho siempre, que pienses las cosas antes de actuar, pero nunca me haces caso hijo, y ahora ya estás lamentando las cosas.
Subí llorando a mi recámara, me recosté y abracé uno de los suéteres de Alondra, de las cosas que no se llevó de Valle de Bravo, lloré hasta que me quedé dormido y ya bien entrada la noche, me pareció oír su voz, pero eso no podía ser real.
–David, mi amor, David no estás soñando – Ella me hablaba y después, sentí que me tocaba – David, me escapé de mi casa, no podía estar sin ti.
–Alondra, ¿Eres tú mi consentida? – Abrí los ojos de golpe – No puedo creer, que estés aquí.
–Lo estoy, lamento lo que pasó con mi papá y que no te dejara verme, pero ya sabes como es y luego, pues está lo que le hiciste a Axel y a mi papá, no le pareció.
–Te amo y es todo lo que importa, eres la mujer de mi vida, eres mi consentida y ya nada importa Alondra, me has venido a buscar.
Nada ni nadie nos podía separar, eso estaba claro, yo también hubiera hecho lo mismo que ella, me hubiera escapado, de donde me tuvieran encerrado.
–Sí, te rogaría una y mil veces David De María, yo te amo y no quiero, que nunca volvamos a dormir separados, eres todo para mí, te amo y te necesito.
Lloré desconsolado y la abracé, sentándola encima de mis piernas y ella también lloraba, mientras permanecía con ella abrazada a mí y sintiendo, como sus lágrimas mojaban mi cuello y mi camisa. No quería dejarla ir jamás, no podía, perder ese momento con ella. Pesaba más el amor, que sentía por ella, que lo que hubiera pasado en Valle de Bravo, nada me importaba ya, sólo estar con ella y no dejarla que se fuera de mi lado, nunca más.
–Te amo Alondra, ¿Te quedas a dormir conmigo, mi consentida? Por favor mi amor, te lo pido.
Había venido a mí, estaba feliz de que estuviera, de nuevo a mi lado, la amaba más que a mi vida y ya no la dejaría irse de mí.
–Sí David, me quedo contigo. Te amo y necesito, que me abraces, que me beses y que no me sueltes, que solo contigo, me puedo relajar y me puedo dormir.
Me levanté y acomodé la cama para que Alondra y yo, nos metiéramos debajo de las cobijas. En ese momento, comenzó a caer un gran diluvio y ella se asustó, porque estaban cayendo rayos, nos metimos a la cama y nos acomodamos como siempre que íbamos a dormir, pero en ese momento, me ganó la desesperación, el deseo y las ganas de recuperar todo el tiempo, que habíamos perdido que nuestros besos, comenzaron a subir de tono y de intensidad.
Terminamos acariciándonos con mucho amor y pasión, mis manos tocaron todos y cada uno de sus rincones y poco a poco, la iba despojando de las prendas que la cubrían, hasta llegar por fuera de su ropa interior, a ese rincón sagrado de ella, en el que al tocarla, se volvía loca de placer al instante y esa noche, no fue la excepción.
Al tocarla por fuera, de ese lugar maravilloso, seguí besándola y haciendo magia con mis dedos, preparando su entrada, para ser recibido por ella tal y como a mí más me encantaba. Sentí maravilloso, cuando ella comenzó a gemir, tiernamente en mi boca y se corrió en mi mano, que de inmediato, me puse el condón a la velocidad del rayo y me dispuse a entrar en ella y al hacerlo y comenzarla a embestir, era mi lugar favorito.
Ella contrajo los músculos y me apretó, y se corrió como nunca se había corrido, una, dos, tres veces y volví a besarla con mucha pasión, pero esta vez ella no me correspondió el beso y sus manos dejaron de abrazarme, entonces me di cuenta, que algo malo pasaba.
–Alondra, mi consentida ¿Qué tienes? Despierta por favor – Le hablaba, pero era inútil, ella no reaccionaba. ¿Ahora que hacía?
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Mi Consentida
RomantizmAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...