Capítulo 38.-

62 5 1
                                    

Narra David de María 

–Sí pude dormir y ahora todos necesitamos almorzar y decidir lo que haremos. Mañana ustedes tienen clases, por lo que hoy por la tarde volveremos a Morelia y a la tormenta que allá nos espera.

–Sugiero que almorcemos primero madre, si eso está bien para ti.

–Claro, vamos a almorzar.

Almorzamos en calma y en silencio. Yo notaba a Alondra muy pensativa y hasta podría decir que un poco asustada, yo sabía que su madre estaba loca pero en ese punto solo ella podía saber lo mucho que había sufrido con esa mujer. No sabía lo que pensara mi madre, lo único que sabía es que por mi cuenta correría que esa infeliz mujer no le haría daño a mi princesa. 

Alondra de pronto, comenzó a cuestionar a mi madre.

–Carmen, te noto muy seria y creo que es por algo que yo hice – Alondra miraba a los ojos a mi madre buscando una respuesta – Sí es por lo que piensas que estamos yendo David y yo muy rápido te pido que me perdones, si no me he comportado como se debe comportar una chica decente.

–Alondra hija, no es eso. No te puedo mentir y sigo pensando que van muy rápido pero es decisión tuya y de David y ambos saben que no los juzgaré y quiero ayudarlos. Alondra, por favor quiero que me cuentes algo de tu madre ¿Cómo es tu relación con ella?

–Madre, creo que eso es algo muy privado y si Alondra no lo quiere responder, te pido que la respetes por favor – Intervine yo, al ver la cara de angustia que puso Alondra.

–No mi amor, está bien. Carmen está en su derecho de saber cómo ha sido mi vida con Petra – Se le llenaron sus ojos de lágrimas – Ella no me quiere Carmen y nunca lo hará, por extraño que parezca que una madre no quiera a su hija, es así porque yo no soy como mis hermanas que acceden y que siempre han accedido a hacer lo que ella quiere, van a los eventos sociales y a todas esas cosas que yo odio, que sabe que no me agradan. Es por eso que no tengo ningún apoyo de ella en ninguna de mis decisiones porque yo soy todo lo contrario a mis hermanas, no soy una persona social, no tengo ni he tenido nunca una amiga del sexo femenino de mi edad y soy en pocas palabras la oveja negra, que no será abogada, ni administradora, ni manejará los negocios familiares.

–Hija, lo siento mucho pero eso no justifica que tu madre te trate como te trata. Una madre siempre debe apoyar a sus hijos, así nos gusten o no sus decisiones – Manifestó mi madre volteando a verme – Pero no te preocupes veremos qué hacer y lo vamos a resolver juntos, los tres, como la familia que somos.

–Gracias por el apoyo Carmen. Me hubiera encantado tener una madre cómo tú, pero no todas las personas tenemos esa suerte – Una lágrima resbaló por las mejillas de Alondra, mi chica necesitaba mucho amor y se lo íbamos a dar todo el tiempo.

–Yo siempre quise tener una hija además de David y ahora te tengo a ti. Puedes contar conmigo para todo – Mi  madre se levantó de su asiento y abrazó a Alondra – Siempre estaré para ti, para todo lo que necesites.

–Muchas gracias Carmen – Respondió Alondra.

Abracé a mi princesa y después de que terminamos de almorzar ayudé un poco a Alondra con lo que le faltaba de hacer de las tareas de sus “clientes” el resto del día que estuvimos ahí salimos a pasear un poco con mi madre, pero el ambiente entre los tres era de preocupación, de incertidumbre y nervios, cómo si supiéramos que estaba por suceder una tragedia tan pronto volviéramos a Morelia.

Compramos algunas cosas para el camino de vuelta, para que no se nos hiciera de noche y volvimos a la casa de la amiga de mi madre para empacar nuestras cosas y poder regresarnos a Morelia. En el camino de regreso Alondra volvió a quedarse dormida y entonces aproveché para preguntarle algo a mi madre.

–Madre dime la verdad, ¿Te ha seguido amenazando? La loca esa de la madre de Alondra.

–Hoy no David, como por arte de magia parece ser que a esa mujer se la ha tragado la tierra.

–Entonces quizás sea verdad lo que Alondra dice que a su madre solo hay que dejar que se le pase el coraje.

–Yo me andaría con cuidado David y sobretodo porque mañana no podrás proteger a Alondra todo el tiempo, tienen clases y no quiero que ni tú ni ella descuiden sus estudios. Para ustedes lo primero debe de ser la escuela.

–Cierto madre y así será, pero eso no quita que quiera cuidar a mi novia.

–Hazlo hijo, no te quito la intención pero por favor prométeme tener mucho cuidado.

–Te lo prometo madre, da eso por hecho.

El resto del camino pasó en silencio. Me dormí un rato con Alondra y llegando a Morelia me despertó mi madre para que bajáramos del auto ya estando en nuestra casa, llevamos todas las cosa dentro y luego desperté con cuidado y ternura a mi princesa y entramos a nuestra casa. 

Mi madre preparó algo para comer o casi cenar por la hora que era y después Alondra y yo subimos a mi recámara para ducharnos y poder descansar un rato ya que al día siguiente teníamos que ir al Tec ambos. Ella me miraba con sus preciosos ojos en los cuales yo, percibía el miedo.

–David, prométeme que si mi madre intenta hacerte algo te vas a alejar de mí. En ese momento sabrás que no te convengo y que debes retirarte, no quiero que te pase nada.

–Yo no me iré a ningún sitio, te pienso defender y proteger de todo porque te amo Alondra – Le respondí totalmente convencido.

Ella me abrazó tiernamente y al mismo tiempo con mucha fuerza, transmitiéndome todo el miedo que ella sentía y contagiándomelo a mí. Esa noche nos fuimos a dormir abrazados sin pensar en lo que estaba por pasar.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora