Capítulo 19.-

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Narra Alondra Ferreyra

Al terminar de comer, David y yo nos despedimos, para irnos cada quién a su casa. Claro que quedamos que David iría esa misma noche a mi casa para poder vernos un rato. Me fui con mi papá y era ilógico cómo me sentía por David en tan poco tiempo. Sentía muchas cosas por él, algo que por nadie había sentido en toda mi vida y eso me hacía sentir bien pero, al mismo tiempo me asustaba y más sabiendo que mi madre siendo cómo era jamás iba a aceptarnos. 

Todo el camino a casa pasó muy rápido y llegando, nos dimos cuenta, afortunadamente que mi madre no estaba, se había salido con mis hermanas.

Yo subí directo a mi recámara a hacer mis tareas. El tiempo se me pasó volando y cuando me di cuenta ya eran las 7 pm. Alcancé a escuchar a lo lejos que mi papi hablaba con alguien y cuando me asomé desde la terraza de mi recámara entonces supe que se trataba de mi guapísimo David, lo que me hizo bajar emocionada para encontrarme con él. Mi papi nos dejó solos y nos subimos David y yo a su auto con el fin de platicar un rato.

–Hermosa ¿Todo bien, pasó algo malo con tu madre? – Quiso saber David preocupado.

Me estaba dando cuenta que de por fin le interesaba a alguien, que se preocupaba por mi bienestar, sus atenciones me llenaban de felicidad, le podía decir cualquier cosa son preocupación, entre los dos sabia hoy por hoy que podíamos solucionarlas.

–Sí mi amor, todo bien. No he visto a mi madre, desde que llegamos no estaba en casa, salió con mis hermanas, no sabemos hacia donde – Sonreí y lo abracé, me sentía segura en sus brazos.

–Qué bueno. De pronto me preocupaba que ella fuera a decirte o a hacerte algo. Tú papá me cae bien, él es muy buen rollo.

–Sí lo es. Mira, la ventana de la esquina es la de mi cuarto por si una noche quieres subir y estar conmigo, dejaré la ventana abierta para que subas por él árbol – Informé a David haciéndole la muy sutil invitación de que subiera a mi recámara – Sólo tienes que esperar a que apaguen todas las luces, amor.

–No me tientes, que soy capaz de quedarme contigo hoy mismo – Río David y me robó uno que otro beso.

–Yo encantada, espero que sepas subir por él árbol porque de lo contrario si te caes todos notarán lo que intentábamos – Reí divertida de imaginar la situación.

–Creo que mejor traeré una escalera o algo más seguro que el árbol. Nunca he sido bueno en los deportes extremos.

Pues era algo en lo que diferíamos, por el contrario, siempre había sido muy osada, me gustaba estar en acción, ya fuera montando los patines, subiéndome a los arboles e ir a mis entrenamientos, esos no podían faltar, además podía descargar toda mi frustración dándole golpes al saco.

–Yo sí. De hecho voy a entrenar Tae Kwon Do y ya soy cinta rojinegra – Declaré orgullosa – Mañana me toca entrenamiento por si quieres acompañarme.

Necesitaba que David estuviera en todos los acontecimientos de mi vida, el ya formaba parte de mi existir, así que tenía que ir.

–Claro que sí, aunque no sé si aguante verte ahí tirándote de golpes con alguien.

–No seas cobarde amor, si estar en combate es lo más emocionante y a mí me gusta mucho.

–Está bien mi cielo, eso haremos, mañana te acompañaré a tú entrenamiento sólo dime la hora para pasar por ti – Me miró con ternura y me abrazó más contra su pecho – Te he traído algo mi princesa.

–No tienes por qué regalarme algo David. Yo no tengo tus mismas posibilidades y no sé, me incomoda un poco que gastes en mí.

Era cierto, los regalos no eran lo mío, por lo tanto no tenía que estar trayendo tantas cosas para mí, además mi madre era de las que se desquitaba con lo mío, podía llegar a romperlos o botarlos porque David, no le caía bien.

–Tranquila mi amor, toma he visto que te gustan mucho las cosas de Kitty así que espero que este peluche te acompañe en las noches y a abraces mucho cuando no estés conmigo cómo si estuvieras abrazándome a mí – Me dijo David y me regaló un hermoso peluche de Kitty – Espero que te encante y además te he escrito algo, pero no quiero que lo leas hasta que me vaya.

–Gracias mi amor, me encanta. Eres muy observador, sí en efecto amo todo lo que tenga que ver con Kitty, es mi favorita.

No me apenaba que pensaran que todavía me comportaba como una niña, nada tenía que ver mi comportamiento con ms gustos.

–Siempre me interesaré en lo que te guste mi vida. Quiero hacerte muy feliz, quiero que cada día que estemos juntos sonrías, porque te has convertido en la mejor parte de mis días. Hoy me invitaron a una fiesta unos amigos de mi salón pero no quise ir porque prefiero mil veces estar acá contigo.

–Gracias David, pero escucha ya que has tocado ese tema yo te diré que no soy para nada una persona sociable, soy de hecho todo lo contrario, pero cuando tú quieras ir a divertirte solo, avísame que no pasa nada, tienes libertad de hacerlo mi amor.

Yo no sería la que cortara las alas a mi chico, si quería ir a divertirse con sus amigos, lo que sí no podía era que me quisiera convencer de ir con ellos, nunca me había gustado estar entre gente que no conocía y que no me interesaba conocer. Por eso me gustaba estar sola.

–Gracias mi princesa pero yo tampoco soy muy de fiestas, solo a veces voy y eso es más por pena que por ganas. Ahora iré mucho menos porque, me gusta más estar contigo.

–A mí también me encanta estar contigo – Abracé a David y él me robó un beso que me dejó sin respiración.

Seguimos besándonos tierna y apasionadamente ahí en su auto fuera de mi casa, cuando mi madre agresivamente tocó los vidrios del auto de David, rompiendo el momento por completo. 

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora