Capítulo 70.-

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Narra David de María

–Lo siento Ruperta, en serio. Deseo que a pesar de como se ha comportado Dolores conmigo y con mi novia que pueda estar bien pero me temo que no puedo ayudarlas.

Ya sabía yo como eran esas ayudas, por el dinero no tenía problema, solo que Dolores se lo podía pensar de otra forma y ahí si le iba a fallar.

–David por favor, hazlo por el amor que alguna vez sentiste por mi hermana. 

–Es que después de conocer a Alondra te puedo decir con toda seguridad que con Dolores solo teníamos atracción sexual. Al menos yo no la amé nunca – Dije con frialdad – Pero lamento en serio por lo que está pasando.

–Si lo lamentaras nos ayudarías y más porque tú eres el culpable de todo – Gritó Ruperta – Desde que la terminaste ella se vino abajo y si se muere en parte tú serás culpable espero que puedas vivir con eso, adiós.

Ruperta se dio media vuelta y comenzó a caminar. Yo pensaba dejarla marchar sin hacer nada, pero algo dentro de mí me hizo tener compasión y humanidad entonces la alcancé. No era que me sintiera culpable si decide atentar contra su vida, solo era para que no me molestaran más.

–Ruperta, ¿Cuánto dinero necesitas? 

–Para los análisis 20 mil pesos y después depende de lo que tenga se ocupará para tratamientos.

–De acuerdo, te voy a dar 10 mil pesos y tu consigues lo demás con la condición de que Dolores no sepa que la ayuda viene de mí y te aclaro de una vez que el hecho de que vaya a ayudarles con dinero no quiere decir que vaya a volver con ella, ¿Queda claro?

–Muy claro, acepto y muchas gracias David. 

–Dame tu número de cuenta y te haré más tarde una transferencia y por favor no vuelvas a venir a mi casa.

–Nos vemos David, soy una tumba y no diré nada.

Ruperta se fue y justamente en ese momento llegó la pizza, lo que me ayudó a no despertar sospechas en mi madre y en Alondra.

–Te has tardado mucho amor – Me dijo Alondra apenas entré con la pizza - ¿Está todo bien?

–Sí todo está bien. Era el repartidor que no traía cambio. Vamos a comer antes de que se enfríe.

Serví la pizza en los platos y seguimos tomando vino. El resto de la tarde la pasamos ya en casa sin salir a ningún lado y vimos una película con mi madre era un clásico de acción Duro de Matar y la estaban pasando en un canal del cable. 

Cuando menos acordamos llegó la noche y cenamos algo ligero un vaso de leche con una rebanada de un pastel que quedaba poco para terminarlo y ya que terminamos de cenar, subimos a nuestras recámaras a dormir ya que el martes viajábamos a Valle de Bravo.

–David, dime la verdad ¿Con quién estabas cuando saliste por la pizza? –Alondra me preguntó enojada – Me asomé al ver que no volvías y te vi con una mujer.

–Ahora mi princesa está celosa – Me reí tratando de minimizar el problema – No era nadie mi amor, era una señora que buscaba una dirección. Al parecer se la dieron mal.

No podía decirle la verdad, me temía que eso contribuyera a otro día de peleas y reclamos, así como estamos está bien, no hay que echarle leña al fuego y por Dolores no iba a tener una discusión con mi princesa, lo mejor era dejar las cosas en paz.

–Menos mal mi amor, así como tú tienes celos yo también los tengo. Y no quiero perderte, ya he perdido muchas cosas en la vida y tú eres lo que yo más amo.

–No pasará nada, mejor dime ¿Ya llevas todo para irnos mañana a Valle? Te aseguro mi princesa que haré que tus días allá sean de lo más inolvidable.

–Lo serán David, cómo ha sido todo desde que te conocí ¿Quién iba a decir que el que mataras a mi auto me iba a hacer amarte tanto? 

–A lo mejor tenía que ser su asesino para conocerte princesa mía – Le susurré al oído con ternura.

La besé apasionadamente luego de sentir como se estremecía a mi tacto y ella me correspondió el beso. Nos perdimos en ese mundo de sensaciones, yo la abrazaba por la cintura pegándola más a mí haciendo que mis reacciones e instintos naturales por ese contacto se manifestaran, ella tenía sus manos alrededor de mi cuello y me acariciaba la nuca con mucho amor, lo que me provocaba querer hacerle el amor en ese momento.

–Alondra, quiero que seas mía. Ya no lo soporto más.

Tantos días sin sentir sus caricias, sin tener su hermoso cuerpo, me estaban volviendo loco, la necesitaba con urgencia, con desesperación. No sabía cómo iba a soportar durante tantos días así. Era una tortura tenerla tan cerca y a la vez tan lejos y no poder saborear su piel. Porque cuando la tocaba lo demás se volvía fuego y siempre me quería quemar en la hoguera de sus caricias.

–Yo también me muero por ser tuya, pero quedamos en esperar los resultados de los análisis mi amor, así que tenemos que cumplirlo.

No le podía llevar la contraria, porque en eso habíamos quedado, tanto entre nosotros dos, como la promesa que le hicimos a mi madre y no les podía fallar, no me podía fallar.

–Cierto mi princesa – Le di un beso rápido y me separé de ella – Una promesa es una promesa.

–Sí mi amor, mejor repasemos si ya tenemos todo listo y después vamos a dormir, para estar descansados para mañana, bueno también para poder despertar a tiempo.

–Claro mi amor, permíteme voy al baño – Me disculpé separándome de ella.

Me metí al baño de mi recámara y vi un mensaje de Ruperta con su número de cuenta, le hice rápido la transferencia y salí de nuevo a mi recámara para abrazar a mi amada Alondra y después de eso nos preparamos para dormir.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora