Narra David De María
Me desperté sintiéndome solo y abandonado, estaba en medio de la inmensidad del lago, acostado en una lancha, me levanté de prisa para sentarme y un intenso mareo, me hizo que todo me diera vueltas completamente, hasta sentí que casi me iba a caer de la lancha. Saqué de uno de mis bolsillos del chaleco mi celular para encender la linterna, no veía nada había solamente oscuridad, lo que me hacía ver que ya, estaba bien entrada la noche y los remos no estaban.
Lo que hacía todo peor, mucho peor es que no sabía en qué parte del lago estaba, busqué con la poca luz de mi linterna los remos, pero no estaban en la lancha, después traté de permanecer quieto ahí porque cada movimiento que hacía la lancha, me mareaba y volví a irme, para atrás quedando acostado de nuevo y sintiendo, que la lancha se mecía, sin control alguno, con el agua del lago. Eso provocó que me mareara más.
Tomé mi celular para ver la hora y eran las 2.30 de la madrugada, lo volteé al revés para no ver la luz que más afectaba mi mareo y no tardó en aparecer un espantoso dolor de cabeza que me retumbaba todo. Era un dolor taladrante. En ese momento mi madre me llamó y vi esa llamada como mi agua en el desierto, porque me estaba sintiendo perdido en la inmensidad.
–Madre, qué bueno que has llamado – Dije o maldije, no entendí ni mi propia voz salir de mis labios – Estoy abandonado en el lago.
–David, quédate donde estás y no hagas ninguna cosa estúpida por favor hijo – Me pedía mi madre, toda alterada – Voy con Andrés y con unos guardabosques a buscarte.
–Sí madre, está todo oscuro, tengo miedo y me siento mal. Estoy muy mareado y no están los remos en mi lancha para moverme – Empecé a estornudar –No tengo puesto suéter, sólo chaleco y el frío, está muy fuerte aquí en el lago.
Empecé a quejarme, como un niño chiquito que necesita a su mamá y si era cierto, mi madre era la que siempre estaba al pendiente de todo eso y yo por mi terquedad, me había metido en este lio, del cual no sabía cómo salir.
–Te entiendo hijo, pero resiste por favor David, ya vamos – Me dijo mi madre – No te muevas, porque se puede voltear la lancha y entonces sí, que estarás en un problema mayor.
–Sí madre, tengo sueño y me siento muy mal. No tardes por favor, siento que estoy agonizando.
No tenía las fuerzas suficientes para mantenerme ni siquiera sentado, pero estando así, acostado, me bailaba la cabeza y me retumbaba todo.
–Voy para allá hijo, tranquilo que no ganas nada desesperándote.Fue lo último que escuché de la voz de mi madre y después me quedé así como estaba en la lancha y sintiéndome de lo más miserable posible, estaba al parecer mareado por beber en exceso y lo peor, que no recordaba ni lo que tomé, solo que estaba con Lisa y con Andrés y eso había sido todo. Así que había aprovechado, para ponerme en el estado tan lamentable en el que me encontraba.
Lo que nunca iba a poder olvidar y cada que mis ojos se cerraban así fuera para descansar, era la imagen maldita de la desgraciada de Alondra, besándose con ese cantante y ranchero de quinta categoría, delante de mis propias narices, nunca debí enamorarme de ella. Le había entregado el corazón a alguien que no supo valorarlo y era toda mi culpa.
He sido un imbécil por enamorarme y clavarme mucho, con una mujer a la que apenas conocí y ahí voy de tonto a pretenderla, quisiera tener la inteligencia de mis hermanos para encontrar a la mujer correcta, para que fuera mi esposa y una mujer de la alta sociedad de Madrid, no a una chica ordinaria, que no sabía respetarse ni a ella misma. Vete al diablo Alondra Ferreyra Pérez, te odio maldita, grité en la inmensidad del amanecer.
Mi madre se tardó bastante en llegar y cuando lo hizo, yo parecía paleta de hielo, sentía todo congelado y no podía moverme. Recuerdo que Andrés y dos personas más le ayudaron a moverme y me trasladaron a una lancha con motor y después nos alejamos a no supe dónde, sólo escuchaba muy lejos la voz de mi madre. Cada vez la escuchaba más lejos y yo solo quería dormir. Cerré los ojos para poder descansar.
–David, hijo no te duermas mi amor – Me decía con dulzura – Despierta, despierta David que estás helado.
La voz de mi madre ya eso último, sonaba bastante preocupada, pues no era recomendable que me durmiera si estaba congelado, podía sufrir una hipotermia, pero no me importaba nada, quería poder dormir y ya.
–Ponle mi chamarra Carmen –Le dijo Andrés – Con ella entrará en calor, le he pedido a mi tío que nos espere en su jeep para llevarlos a David y a ti a su cabaña y que puedas atenderlo.
–Gracias Andrés, aunque por ti es que pasó esto – Le reclamó mi madre – No sé ¿Por qué ustedes solo se saben divertir tomando? Tantas maneras para que se diviertan sanamente y tienen a fuerzas que tomar.
–No a fuerzas no madre, no es así – Dije desganado – Quiero que Alondra se largue ya mismo, su papá ya debe estar camino para acá. No la quiero volver a ver nunca más en mi vida, es una traidora, una infeliz y una infiel.
–Andrés, ¿Qué es lo que está tratando de decirme David?, ¿Qué tiene que ver el papá de Alondra? – Mi madre le preguntó a Andrés, no creyendo en mis palabras de borracho – Dime, por favor.
–Carmen, lo que pasa es que David le llamó al padre de Alondra y el señor le dijo que su esposa Petra ya había partido a Estados Unidos y David le dijo que Alondra lo engañó y que si no venía por ella la iba a echar a la calle – Le explicó Andrés a mi madre.
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Mi Consentida
RomanceAlondra ha sido mía desde el primer momento que la vi, los libros hablan sobre chispas en el aire, cuando se encuentran dos almas gemelas, lo nuestro fueron luces de bengalas, luminosas, mostrándonos lo peligroso que podemos ser si nos acercamos lo...