Capítulo 85.-

27 3 0
                                    

Narra David de María

Los rayos y la lluvia pegaban en mi cara y lograron despertarme, nos habíamos quedado dormidos Alondra y yo, en medio del bosque y cuando ya estábamos completamente empapados por el agua de la lluvia y los relámpagos iluminaban todo el bosque, quise despertar a Alondra y cómo siempre, me estaba costando mucho trabajo. No entendía como si nos estaban cayendo gotas enormes ella no podía despertar, estábamos lo que le sigue de empapados.

–Alondra, mi amor, mi princesa despierta. Están cayendo rayos y estamos en medio del bosque, nena, por favor nos tenemos que ir de aquí – Le decía a su oído y la besaba para buscar que ella reaccionara – Mi muñequita despierta, por favor. Es peligroso estar aquí.

Al ver que no despertaba, rápidamente me levanté y la tomé en mis brazos para alejarnos al menos un poco de los árboles. Era muy peligroso estar ahí, con la tormenta terrible que estaba cayendo. Afortunadamente cuando Alondra notó, que yo caminaba con ella en mis brazos, se despertó. El movimiento ayudó a que se despertara.

–David, mi amor ¿A dónde me llevas? – Dijo con su voz adormilada.

–Alondra, mi amor. Está cayéndose el cielo mi princesa ¿Quieres que te baje? De milagro no nos ha matado un rayo, nos quedamos dormidos ahí en el árbol.

–Sí amor, bájame. Estamos empapados.

Bajé a Alondra y ambos caminamos un poco rápido hasta que comenzó a caer granizo, ahí tuvimos que correr para volver a casa y resguardarnos. Alcanzamos a llegar, antes de que granizara con más fuerza y mi madre que estaba en la sala, nos recibió muy preocupada. Llevábamos bastante tiempo afuera, desde antes de que empezara a oscurecer.

–David, Alondra ¿Dónde estaban en medio de ésta tormenta? Es muy peligroso estar fuera, cuando están cayendo rayos – Nos dijo mi madre – Suban a bañarse y a cambiarse, miren nada más como vienen, tiene que sacarse esa agua de encima cuanto antes.

–Estábamos dando un paseo y nos sorprendió la lluvia – Le expliqué a mi madre – Alondra sube a bañarte a nuestra recámara mi princesa, yo me bañaré en la recámara de mi madre.

–Sí mi amor y gracias – Respondió Alondra.

Alondra y yo subimos a bañarnos a los respectivos baños y después ya que nos cambiamos y nos pusimos ropa limpia y seca, yo tomé nuestra ropa mojada para meterla a lavar a la lavadora. Después nos pusimos a hacer lo de la tarea Alondra y yo, mi madre nos llevó una taza de té mientras hacíamos nuestros deberes, después del baño no sentía frio, pero el agua que nos había caído, estaba helada.

–Madre, lamento que no nos pudimos despedir de Fina – Le dije yo – ¿A qué hora se fue?

Lo que había calculado que sería una caminata de unos minutos, nos tomó casi todo el día por habernos quedados dormidos. Afortunadamente, no había animales salvajes en el bosque. 

–Se fue antes de que comenzara la tormenta, no te preocupes, ella sabe que son jóvenes y se les puede pasar el tiempo en pláticas. Tómense el té que no quiero que vayan a resfriarse con la empapada que se dieron – Dijo mi madre – Terminen su tarea que mañana temprano vamos a preparar galletas.

–Gracias por el té Carmen, ¿Es en serio lo de las galletas? Me hace mucha ilusión, yo no sé preparar nada.

Sabía que mi madre lo hacía con esa intención, para que mi princesa aprendiera a cocinar, Alondra se había perdido muchas cosas, por no tener una persona responsable que la guiara y le enseñara, con mi madre iba a ser distinto, tendría una persona que le iba a enseñar, todo lo que le habia hecho falta.

–Las galletas de mi madre son excelentes, más si son las de manzana con canela – Le decía yo a Alondra – Pero por ahora terminemos los deberes, mi princesa.

–Sí mi amor.

Seguimos un rato Alondra y yo, concentrados en nuestros deberes. Ella tardó un poco más que yo en terminar pues además de la tarea de ella, tenía que hacer la de sus “clientes”. Yo después de terminar la mía, le ayudé a ella y después nos sentamos a cenar, de los pasteles que sobraron del medio día con mi madre.

–Alondra, no me has contado de lo poco que has visto de Valle de Bravo ¿Qué piensas? – Le preguntaba mi madre a Alondra – Espero que te esté gustando el lugar.

–Me ha gustado mucho Carmen, es un lugar hermoso y les agradezco mucho por haberme traído. El bosque es impresionante y ya muero por conocer más y hacer nuevas actividades al aire libre – Dijo Alondra emocionada.

–Así es madre, quiero que en estos días Alondra y yo, podamos hacer cosas que normalmente no hacemos, también venimos a divertirnos. No todo es la escuela.

Alondra me miraba como si quisiera aguantarse la risa, tal vez no creía en la seriedad de mis palabras, pero yo era muy serio en decirle lo que íbamos a llevar a cabo esos días. Quería hacer nuevas actividades y vivir nuevas experiencias, todo con ella por supuesto. Era la primera vez que venía con alguien a quien amara a Valle de Bravo.

–Yo me retiro chicos, los dejo, voy a subir a descansar. No se desvelen mucho – Se despidió mi madre.

–Buenas noches Carmen, de hecho yo ya tengo mucho sueño así que subiremos contigo – Dijo Alondra.

Subimos todos juntos y llegando a la planta alta nos despedimos de mi madre y ella se fue a su recámara, mientras que nosotros nos fuimos a la mía. Yo me iba a poner mi ropa de dormir pero Alondra me jaló a la cama y se acomodó en mis brazos, nos quedamos dormidos encima de mi cama y con todo y la ropa puesta. 

Por la mañana yo me desperté primero que Alondra, muy sudado y oliendo un poco mal. Me levanté con cuidado de no despertarla y a pesar de haberme bañado en la noche, me volví a bañar para quitarme ese aroma y despejarme. Cuando salí Alondra seguía dormida y bajé para preparar café y subir con ella para despertarla a besos, lo cual ese día logré sin mucho esfuerzo.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora