Capítulo 8.-

162 20 2
                                    

Narra Alondra Ferreyra

–Lo siento mamá, no me voy a meter, David ¿Nos vamos mi amor? – Dije con naturalidad esperando que él me hiciera caso.

Nos tomamos de las manos, dejando a mi mamá echando chispas del coraje, desde un comienzo le dije que no quería ir, pero ella misma se lo buscó, no tengo la culpa que no entienda que esas cosas, a mí no me gustan.

–Claro mi princesa. Hasta luego y un placer conocerla señora… – Respondió David sin saber el nombre de mi madre.

–Petra, se llama Petra.

Lo dije fuerte para que ella también escuchara que le decía su nombre a David, cosa que tampoco le gustaba, sus padres bien que supieron darle el nombre, esa mujer era tan dura como una piedra.

Enseguida caminamos a su auto, un hermoso Mercedes Benz, nunca me había subido a uno de esos y me sorprendió que cambiara de auto como si cambiara de calcetines. Él amablemente me abrió la puerta del copiloto para que me subiera y después él se subió y de prisa nos alejamos de mi casa, por si mi madre quería salir de nuevo a armar revuelo, la señora era capaz de agarrarme de los pelos y hacerme entrar a rastras. 

Ya que estábamos lejos de casa, pensé que sacaría al tema lo que acababa de pasar pero ya que no lo hizo, me sentí aliviada aunque no me duró mucho pues al llegar al restaurante y tan pronto nos instalamos y nos llevaron la carta, él cómo siempre no pudo guardar ni un minuto de silencio.

–Espero que te guste el lugar Alondra, es nuestra primera cita cómo novios – Se reía él y me miraba seductoramente poniéndome nerviosa – Espero que nuestra relación sea una hermosa experiencia para los dos.

–David, el lugar es fascinante y te agradezco sinceramente por la invitación y no sólo por eso. Gracias por seguirme la corriente allá con mi madre y todo eso – Le dije muy agradecida – Odio decir esto pero con eso que has hecho, te debo una definitivamente.

–No me debes nada, sí tú has dicho que somos novios, yo encantado Alondra y no te seguí la corriente, lo asumí cómo real. Aun sabiendo que me usaste para no ir a la boda de las personas de tu familia.

–No David, no es eso. Es una situación complicada, yo soy muy rara y no es que tenga nada contra de mi familia ni nada de eso, pero la verdad es que no me gustan las fiestas ni las reuniones. Soy una chica bastante rara, que no tengo gusto por las cosas comunes.

–Fue lo que me agradó de ti desde que te vi, te gustan las cosas poco convencionales. Supe ayer en cuanto estuvimos en el café que no te gusta lo dulce, pues no le pusiste azúcar a tú café, tampoco te gustan los postres, porque no pediste nada. Eres diferente, tan distinta a todas. Tan tímida cómo sólo tú lo sabes ser, pero tan aventada para asumir que somos novios sin siquiera consultarme – Me analizó completamente con una mirada que me daba miedo y al mismo tiempo me encantaba – Así que por eso y más me agradas de verdad Alondra.

–Tú, me agradas a pesar de la forma en que nos conocimos. Este lugar lo compensa todo, definitivamente y nuevamente gracias por sacarme de mi casa – Le sonreí y me puse a ver la carta del lugar - ¿Ya sabes que vas a pedir?

–Eso estoy pensando. Se me antoja algo de carne, pero no sé qué pueda ser, ¿Tú ya sabes que vas a ordenar?

–Sí, bueno no. Tengo una idea, si tú quieres pedir algo de carne y yo también podemos pedir una parrillada y compartir – Propuse en un tono casual – Creo que sería bueno, no sé tú pero yo no ceno mucho.

–Me parece excelente idea, siendo nuestra primera cita de novios, tenemos que empezar a compartirlo todo – Sentenció él muy seguro de ser mi novio – Así que desde hoy compartiremos todo juntos mi princesa.

–Creo que no te darás por vencido, así que te diré que sí. Pero no soy princesa ni nada así, digo ya ayer conociste a mi papá y no es precisamente un rey. Así que si pretendes seguirme tratando, hazlo pero sólo me puedes tratar como a una mujer normal, eso soy ni más ni menos.

–No lo eres. Eres la mujer más bella de éste mundo o si no lo quieres ver tú así. Lo eres de mi mundo – Tomó mi mano para besarla, mientras mis piernas se retorcían bajo la mesa, otra vez esa sensación – Hay una canción de David Bustamante que lo dice, se llama Mi consentida y eso serás a partir de ahora para mí.

– ¡No puede ser!, ¿David Bustamante?, ¿Es en serio? Estoy enamorada de él desde que estaba en operación triunfo España en la primera generación. Yo era una chiquilla pero desde entonces me cautivó y esa canción es una de mis favoritas – Respondí emocionada de compartir algo con él.

Ya teníamos lago en común, no podía creérmelo, ya teníamos de que conversar.

–Sí yo también lo admiro. Me encantan sus canciones y lo he visto un par de veces en mis idas a Madrid. Eres una chica rara definitivamente y la primera chica mexicana que me dice que ama a Bustamante o mejor dicho que lo conoce. Así que ya tienes un punto más conmigo Mi consentida – Me miró él desarmándome con sus hermosos ojos grises – Y reitero lo que dije, eres la mujer más bella de éste mundo.

–David, no me digas eso es que no estoy acostumbrada – Bajé la vista sintiéndome intimidada.

–Acostúmbrate, porque pienso decírtelo todos los días de mi vida – Susurró él acercándose a mi oído y provocándome un escalofrío digno del polo norte.

Después de ese acercamiento tan peligroso, para mi suerte me salvaron yéndonos a tomar la orden y después de poco tiempo la llevaron y cenamos una parrillada de carne. Al terminar David pidió la carta de postres y me hizo que pidiera algo, yo no tenía ni idea pues no era fan de los postres. 

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora